Comenzó la 60° edición de la Bienal de Arte de Venecia, el evento artístico más prestigio (y antiguo) del mundo, que por primera vez cuenta con un curador latinoamericano, el brasileño Adriano Pedrosa, quien generó una propuesta que mira al sur -histórico también- y que lleva como lema Extranjeros en todas partes (Stranieri Ovunque)
Mirar al sur no solo geográfico, sino también como metáfora de los grupos que, a lo largo del tiempo, han quedado relegados. Así, de los 330 artistas de 80 países que participan, más de un centenar de los invitados, proviene de latinoamericana y su presencia se hace notar tanto en los pabellones nacionales -Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Cuba, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela- como en la muestra central.
Bienal de Venecia: todo sobre la participación récord argentina.
La Bienal se divide en dos secciones: el ‘Núcleo Histórico’ y el ‘Núcleo Contemporáneo’, que es la parte más grande de la exposición; además de los pabellones -ubicados en Giardini y Arsenale- como también en áreas abiertas, aunque algunos, como el del Vaticano, han elegido ubicaciones diferentes, como una antigua cárcel de mujeres.
Al fondo, «Ekho II», díptico de la artista argentina María Martorell, un préstamo del Museo Sívori (Cultura CABA)
El ‘Núcleo Histórico’ ofrece obras realizadas en el siglo XX de artistas de América Latina, África, Oriente Medio y Asia, ese denominado ‘Sur Global’, que también tuvo un protagonismo destacado en la última Documenta. A su vez, este espacio cuenta con tres subsecciones ‘Retratos’, ‘Abstracciones’ y una tercera dedicada a la diáspora de artistas italianos en el siglo XX.
Mientras que el ‘Núcleo Contemporáneo’ se centra en la producción de cuatro tipos de artistas: el artista queer -una palabra ligada a la comunidad LGTBI+ que significa extraño y está emparentada con extranjero en latín-, el outsider -”al margen del mundo artístico oficial”-, el artista popular y el artista indígena.
En ese marco, la presencia argentina, tanto de contemporáneos como históricos, es la más alta de la historia y es integrada por más de una veintena de artistas, que van desde Luciana Lamothe, la artista que representa al país en el pabellón nacional; al colectivo de las tejedoras Silät y Claudia Alarcón, del chaco salteño; La Chola Poblete (mención especial del jurado); Mariana Telleria, Kim Yun Shin (nacida en Corea del Sur, pero radicada en el barrio de Flores)
Esta edición se centra en los artistas extranjeros -especialmente en los refugiados e inmigrantes-, en los ‘queer’, los ‘outsiders’, los artistas folk (o de lo popular) y los provenientes de pueblos originarios (GABRIEL BOUYS / AFP)
El pabellón argentino
“Ojalá se derrumben las puertas”, propuesta con la que Luciana Lamothe se presenta en el pabellón oficial, consta de cuatro estructuras construidas a partir de andamios de hierro, cintas de fenólico curvado y una serie de esculturas elaboradas con retazos de maderas descartadas, quemadas, perforadas y tajeadas, ramas, troncos, fragmentos de caños y los nudos metálicos que los conectan.
La obra enuncia la necesidad de superar las formas hegemónicas de habitar el planeta que han producido un presente azotado por crisis climáticas, migratorias, económicas, sociales y territoriales.
Los elementos se entrelazan generando espacios envolventes y transitables que subvierten los arquetipos de la arquitectura occidental para reformular el significado de la noción de “habitar”.
“Ojalá se derrumben las puertas”, propuesta con la que Luciana Lamothe se presenta en el pabellón oficial (Cancillería)
“Busco generar una especie de transmaterialidad, donde los materiales duros también pueden ser blandos o los materiales blandos también pueden ser duros. Depende del uso que se le da. En ese sentido hay una propuesta queer en mi trabajo”, había dicho la artista durante la presentación de la obra en Cancillería.
La curadora de la presentación, Sofía Dourron, comentó: “La obra de Luciana lo que propone es, en este sentido tan amplio de extranjería, es repensar las formas de habitar. Por un lado, repensar también los límites materiales. Hay algo muy importante, que es la transformación de los materiales que ella lleva de lo duro a lo blando constantemente, jugando o tensionando más bien esas dicotomías entre natural, industrial, duro, blando, suave, áspero. Y entonces ahí hay un repensar esas categorías que también nos invita a repensar estas categorías de qué es ser hombre, mujer, qué es lo nacional, qué no lo es. Al repensar algunas de estas categorías, estas dicotomías desde lo material también nos invitan a repensarnos como sociedad”, durante un encuentro en la Casa Nacional del Bicentenario.
Artistas argentinos: contemporáneos e históricos
Esta edición de la Bienal se centra en los artistas extranjeros -especialmente en los refugiados e inmigrantes-, en los ‘queer’, los ‘outsiders’ -al margen del mundo artístico oficial-, los artistas folk (o de lo popular) y los provenientes de pueblos originarios.
“Hasta los años 60, 70 y 80, la mayoría de las exposiciones estaban concentradas en artistas procedentes de Europa y Estados Unidos. En los años 90 empezamos a ver exposiciones que incluían artistas de diferentes partes del mundo. Ya no puedes hacer una exposición de solo hombres, solo artistas blancos y solo artistas europeos”, dijo durante la presentación Pedrosa, quien además es director artístico del Museo de Arte de San Pablo Assis Chateaubriand.
Así, es la primera vez que hay una participación de pueblos originarios en la Bienal por Argentina y, además del ingreso en el mundo del arte, como de artistas que tienen una mirada donde conviven lo queer y lo originario.
En la sección de lo Contemporáneo es muy destacada la presencia de la artista textil Claudia Alarcón y Silät, un grupo compuesto por un centenar de mujeres wichí cuyo nombre puede traducirse como “mensaje”, “alerta”, “anuncio”, como también puede referirse a una columna, algo que sostiene.
Las ocho piezas están expuestos en el Arsenale, en una pared de 25 metros de largo. Dos pertenecen a Alarcón y los otros seis fueron realizados por 15 tejedoras del grupo, que está compuesto por alrededor de un centenar de mujeres.
La agrupación vive entre las comunidades La Puntana y Alto La Sierra, en la localidad salteña Santa Victoria, en el chaco norteño, que tiene una densidad poblacional de 1,5 habitantes por kilómetro cuadrado, según el último censo nacional, y que limita con Bolivia y Paraguay.
Entre el grupo Silat y Claudia Alarcón se presentan ocho obras textiles (Gentileza Andrei Fernández)
Silät es coordinado por Alarcón junto con Melania Pereyra y cuenta con la colaboración de la gestora y curadora Andrei Fernández, que las acompaña desde 2017, y a quien llaman cariñosamente “chisuk”, la rebelde.
“Es una alegría inmensa que las chicas estén ahí, que su trabajo esté expuesto en este evento hermoso que reúne a gente de diferentes lugares del mundo, de diferentes culturas y realmente se siente como una celebración y como una reafirmación de la posibilidad de de moverse y cambiar el sentido de estas imágenes y poder presentar otras narrativas, otras imaginaciones”, dijo Fernández a Infobae Cultura.
Muchas de las mujeres que conforman Silät fueron fundadoras de la organización Thañí/Viene del monte, que con “La escucha y los vientos” se presentaron en la berlinesa ifa-Galerie, invitada por Inka Gressel, quien en 2022 fue, junto a Fernández, cocuradora de la muestra que dio inicio a la tercera edición de Bienalsur, en el Bellas Artes de Salta.
El proceso de las tejedoras es colectivo para cada pieza (Andrei Fernández)
La muestra itineró luego por el Museo del Barro de Asunción y por la sede de la organización indígena Lhaka Honhat en Santa Victoria Este (Salta). En 2023, a partir de una beca en el marco del Programa Puentes -un proyecto que promueve la Embajada Argentina en el Reino Unido y la Anglo Argentine Society- Fernández presentó los trabajos de la artista y el grupo en la Fundación Delfina de Londres y en la exposición “Nitsäyphä” la galería Cecilia Brunson Projects, que las representa en el mundo artístico.
Arte y artesanía no tienen traducción en wichí, no existe esa separación que no es más que una categoría impuesta por el sistema del arte que, durante siglos, desdeñó los trabajos artesanales y a los pueblos originarios, con una mirada eurocentrista (y estadounidense, ya en el siglo XX), masculina y blanca.
Sobre las piezas de Alarcón, Andrei Fernández comentó: “Una es un homenaje a las mujeres estrella, que es un mito fundacional de el pueblo Wichi, que dice que las mujeres antes de vivir en la tierra, vivían en el cielo y eran estrellas y bajaban a la tierra en hilos de chaguar. En algún momento los hombres le cortaron el hilo y ellas se quedaron viviendo acá y se vuelven a conectar con su hogar mediante el tejido, haciendo los tejidos de Chaguar. Al estar en contacto con la planta vuelven a sentir ese resplandor celestial que era su casa de cuando eran estrellas.
Claudia Alarcón y Anabel Luna, parte del colectivo Thañí / Viene del monte, que participaron de «La escucha y los vientos» en el lanzamiento de Bienalsur 2021 en Salta (Matías Maiztegui – Cortesía BIENALSUR)
Y agregó: “Después, la otra se llama Oreja de Mulita, que tiene un diseño y un punto de un hilo muy finito y un punto tradicional antiguo que ya no se hace, que se llama punto antiguo. Es una obra muy exquisita que ya fue adquirida por una coleccionista de Estados Unidos”.
Ambas obras ya se mostraron en Londres en la Fundación Delfina, en un proyecto en el que Fernández, a partir de una beca en el marco del Programa Puentes, un proyecto que promueve la Embajada Argentina en el Reino Unido y la Anglo-Argentine Society, llevó los trabajos de la artista y el grupo Silat.
“Las seis obras del grupo representan diferentes momentos del día y del año: la noche, la mañana, el atardecer, la primavera, el invierno y así. Son todas obras hechas con punto chica, el punto con el que hacen las bolsas de recolección, que es el punto tradicional del pueblo wichi”, explicó.
“Aparecen mucho los seres del monte, del bosque, de la selva y, por supuesto, la fuerza ancestral. Una fuerza ancestral no anclada en el pasado, sino con una proyección hacia el futuro”, dijo Fernández.
La Chola Poblete (obtuvio mención especial del jurado) junto a uno de sus obras en la Bienal (@la.c.h.o.l.a)
En la sala siguiente, se encuentran las piezas de Mauricio “La Chola” Poblete, una serie de representaciones de vírgenes realizadas en acuarela entre 2023 y 2024, cuyas composiciones complementan las figuras con una combinación de simbología andina e iconografía pop.
A ellas suma un autorretrato, parte del registro fotográfico de una performance realizada en 2014 en la cual la artista encarna la figura de la chola paceña de los Andes con su vestimenta tradicional. Además, completa la presentación de la artista representada por Galería Barro, una obra textil reversionando la bandera de los Estados Unidos confeccionada con aguayo, un textil típico de la región andina.
“La Chola” Poblete (Guaymallén, 1989) viene de recibir el premio Artista del Año 2023 por la alemana Deutsche Bank, siendo la primera de Latinoamérica en alcanzar el galardón que se concede a artistas contemporáneos que hayan creado una obra artística y socialmente relevante, que abarque los medios del papel y la fotografía.
Sus primeros trabajos estuvieron relacionados a la fotografía y performances, con la “La Chola” como protagonista, hasta entonces un alter ego que utilizaba, que luego se convirtió en nombre oficial a partir de que comenzó una exploración biográfica y matriarcal sobre su descendencia boliviana.
La artista mendocina presenta una serie de representaciones de vírgenes realizadas en acuarela entre 2023 y 2024 junto a un retrato (@la.c.h.o.l.a)
Aunque fue en los últimos años cuando se ascenso se convirtió en meteórico, en un momento del arte en que los relatos de la diversidad, las minorías y los deudas históricas con una mirada descolonizadora forman parte crucial de la nueva escena. Su gran presentación en Buenos Aires fue en 2021, con su primera muestra individual en la Galería Pasto, Tenedor de hereje (un instrumento de tortura de la Inquisición).
A principios de 2022, su presencia en la feria de arte ARCO Madrid tuvo repercusión internacional cuando el destino la cruzó con la reina Letizia de España. La Casa Real había enviado un mail para informarle a la galería porteña que la representa comunicando que habían sido el stand elegido para la visita de los reyes y que, según el protocolo, debían saludar a la reina con una mano en el corazón o hacerle una reverencia y decirle “Señora” o “Su Majestad”. Sin embargo, cuando Letizia se le acercó y le preguntó: “Tú eres chola”, Poblete respondió con la frase “después de 530 años nos volvemos a encontrar”.
Si bien Poblete comenzó, primero, a trascender a través de sus performances y fotografías que reivindican la piel morena, “marrón”, las mujeres de su familia y su ascendencia de pueblos originarios, fue sumando sus propuestas en dibujos, en los que retoma mitogramas que hacen referencia al pintor indígena Guamán Poma de Ayala.
Por otro lado, en el Núcleo Histórico se encuentran los trabajos de artistas, italianos y de otros países, (o primera generación de argentinos) que debido al fascismo, la guerra o la depresión debieron dejar sus hogares, de Europa a Asia, para triunfar en otras partes del mundo, entre los que se encuentran Juan Del Prete, Elda Cerrato, Clorindo Testa, Lidy Prati, Victor Cúnsolo, Raquel Forner, María Martorell, Kazuya Sakai, Emilio Pettoruti, Juana Elena Diz, Bibi Zogbé, Mariana Telleria, Kim YunShin Wonsan y Libero Badíi, entre los ‘locales’, junto a Anna Maria Maiolino y Alfredo Volpi (por Brasil) y Horacio Torres (Uruguay, hijo de Torres García), por nombrar algunos.
Del encuentro participan 330 artistas de 80 países (GABRIEL BOUYS / AFP)
Las obras se presentan con un montaje como el que existe en en Museo de Arte de San Pablo (MASP), que dirige Pedrosa, en las que se puede observar el frente y el reverso, diseño de la arquitecta Lina Bo Bardi.
Juan Del Prete (1897-1987) dejó una impronta perdurable en el arte abstracto en América Latina tras su traslado a Argentina en 1911. Reconocido por su versatilidad artística, su legado sigue resonando en las obras de numerosos artistas contemporáneos. Desde sus inicios en la Academia Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires, se sumergió en las vanguardias europeas, explorando una paleta de movimientos artísticos innovadores.
El desembarco de Del Prete en Europa durante la década de 1920 marcó un punto crucial en su carrera. Allí, su encuentro con movimientos como el futurismo, constructivismo y surrealismo transformó su estilo. Experimentó con formas, colores y conceptos que desafiaban la representación figurativa convencional.
“La obra de Del Prete es de entre el 33 y el 34, años en que abandona la figuración y empieza a hacer las primeras obras abstractas de la historia del arte argentino. En esos dos años, en Amigos del Arte se hicieron muestras, que son las primeras no figurativas del país, que en realidad eran de arte abstracto. Esta obra estuvo expuesta en la segunda muestra, y creo que es clave en la historia de la pintura argentina”, explicó Sebastián Boccazzi, director de la galería Roldán Moderno, que trabaja con el legado del artista, a Infobae Cultura.
Parte del Núcleo Histórico, que aloja obras de artistas migrantes, donde se observan (en el centro) las obras de Juan del Prete y Elda Cerrato (Gentileza galería Roldán Moderno)
Por su parte, de Elda Cerrato(1930)se exhibe Maternidad, una pieza que “estuvo expuesta en la galería Herlitzka & Co. en la exhibición Ellas (fines de 2019), junto a trabajos de artistas mujeres del staff”,dijo a este medio Mauro Herlitzka, director de la galería que representa a la artista fallecida en 2023 y que un año había recibido el prestigioso Premio Velázquez, otorgado por el Ministerio de Cultura español y que reconoce la totalidad de la obra de un artista iberoamericano.
“Pertenece a la misma serie de obras exhibidas en la Bienal de San Pablo y en su retrospectiva en el Museo de Arte Moderno. Es de la serie de sus reflexiones surgidas a partir del pensamiento de George Gurdjieff, filósofo místico y maestro espiritual que influenció fuertemente su singular producción”, agregó Herlitzka.
Cerrato comenzó su producción artística a partir de investigaciones centradas en geometría y una búsqueda de respuestas personal que la llevó a la “Escuela del Cuarto Camino”, de Gurdjieff, un maestro místico, escritor y compositor de origen ruso. “Mi primer trabajo fue más bien de tipo collage, más aleatorio, que fue la primera exposición que hice en Venezuela y después apareció por las colinas de Tucumán una expresión un poco de mis búsquedas, el Ser Beta, que tenía ciertas características, que yo llamé a ese periodo Cosmológico”, contó en una entrevista con Infobae Cultura.
“Pintura o Círculo negro”, de Clorindo Testa (Malba)
Por su parte, el Museo de Arte Latinoamericano (Malba) dio en préstamo para el evento las obras “Composición serial” (1948) de Lidy Prati y “Pintura o Círculo negro” (1963) de Clorindo Testa, mientras que de la Colección Costantini llega “La del abanico verde” (1919) de Emilio Pettoruti. Ya en el ámbito latinoamericano, también se dieron en comodato las piezas icónicas “Retrato de Ramón Gómez de la Serna” (1915) deDiego Rivera, del museo, y “Tehuana” (1940) de Rosa Rolanda, como el famoso “Diego y yo” (1949) de Frida Kahlo, ambas de la colección, siendo así la primera obra de la artista mexicana que se presenta en el encuentro internacional de arte que comenzó en 1895.
“Es la primera vez que se exhibe una obra de Frida en la bienal más antigua del mundo. Frida es una artista genial, no solamente por la capacidad técnica del retrato, sino por haber hecho de la imagen su autobiografía. Esta obra da testimonio del amor que ella tiene por Diego. Lo representa en un momento muy dramático. Expresa la angustia, con el pelo que le envuelve el cuello como una situación asfixiante, las lágrimas y Diego en su pensamiento con los tres ojos” sostuvo Eduardo Costantini, en un comunicado de prensa.
En el contexto latinoamericano, «Diego y yo» de Frida Kahlo es la primera obra que se muestra en la historia del evento de la pintora mexicana (junto a “Retrato de Ramón Gómez de la Serna”, de Diego Rivera) (Malba)
Además, forman parte del encuentro, que finaliza el 24 de noviembre, dos obras delMuseo Moderno de Buenos Aires: “Lavandera” (S/D) de Juana Elena Diz y “Luz amarilla”, (1970) de Ester Pilone. Otro museo porteño que forma parte es el Museo Sívori, que se encuentra representado por “Ekho II”, un díptico de 1968 de María Martorell.
La obra “Dios es inmigrante” de la contemporánea Mariana Telleria, quien fue la representante argentina en la edición de 2018, se encuentra emplazada en la entrada del Pabellón Central Giardini. La primera versión de este trabajo puede observarse en Buenos Aires, en el parque del Centro de Arte Contemporáneo (MUNTREF) y Museo de la Inmigración, justamente el espacio que hacía de hotel-hospital para los inmigrantes que llegaban al país, localizado a orillas del Río de la Plata.
“Dios es inmigrante” de Mariana Telleria en el Museo de la Inmigración-Muntref (Gentileza Galería Ruth Benzacar)
Finalmente, el dúo Chiachio & Giannone, representados por la Galería Ruth Benzacar -al igual que Lamothe y Tellería-, dicen presente con dos de las obras que formaron parte de “Comechiffones”, su última exposición, invitados por la marca suiza Swatch, principal sponsor de la Biennale, para la exposición Swatch Faces 2024 en el Arsenale.
Para los argentinos, la Bienal comenzó antes de la inauguración oficial, con la performance “Herencia / Errancia” del artista Aaron Nachtailer, quien, en los hornos más antiguos de la ciudad, cocinó un centenar de kilos de pan, que “no se entiende como la creación de un objeto exclusivo, sino como la realización de un deseo de compartir”, dijo la curadora Diana Saiegh, ex directora del FNA y jurado de la selección oficial para el representante argentino de esta edición de la Biennale, en un evento del que participaron Lamothe, Durron y otros referentes del circuito artístico nacional.
“Herencia / Errancia” es parte del cuerpo de obras del proyecto “Nomad”, que se llevará a cabo en Buenos Aires en la primavera de 2024 -pasando por lugares icónicos y sus museos (entre otros el Museo Larreta y los espacios verdes del Museo Nacional de Bellas Artes), que consistirá en una serie de instalaciones inmersivas time-site specific, del contenido “verde cultural”, basadas en la presencia de la materia natural “el árbol”, donde la experiencia física y material de las obras será el hilo conductor.
Fuente: Infobae.
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