“Viaje. Esperanzas. Un camarote de cuatro personas. Una sola. Más vacío el vacío; más deseado lo deseado”, escribía Alfonsina Storni (1892-1938) en “De Buenos Aires a Bariloche”, publicado en LA NACION el 21 de febrero de 1937. También apuntaba que el cielo de Bariloche necesitaba “un capítulo aparte en las guías de turismo” y que la pampa era más bella si estaba “manchada de pastos amarillos”. Estas y otras anotaciones, junto a poemas, artículos periodísticos, entrevistas y cartas de la autora de Ocre componen Instantáneas de mundo (Fondo de Cultura Económica), con selección y prólogo de la investigadora y profesora Alejandra Laera. El volumen integra la colección Viajeras/Viajeros y cuesta $ 16.300.
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El libro reúne materiales muy diversos. “Mi propuesta fue mostrar el modo en que el viaje permite hacer una lectura diferente de la relación entre vida y obra en Alfonsina Storni -dice Laera a LA NACION-. Hay textos misceláneos: poemas en prosa que registran muy novedosamente sus viajes por Europa y por el sur argentino; algunas crónicas periodísticas sobre la ciudad de Buenos Aires en las que pone el foco en las migraciones; conferencias y entrevistas en las que se explaya sobre los constantes desplazamientos que la llevaron de Suiza, donde vivió sus primeros años, a las provincias de San Juan, Santa Fe y finalmente Buenos Aires, donde se consagró como poeta siendo muy joven. También incluye poemas en los que el interés sostenido por los viajes y los desplazamientos es evidente, y las notas que desde Mar del Plata envió antes de su suicidio en octubre de 1938″.
Además, se pueden ver fotografías de Alfonsina en esos viajes. “A bordo del transatlántico europeo, en Córdoba, Tucumán, Montevideo y, por supuesto, en Mar del Plata -agrega-. Le encantaba fotografiarse y, como hacemos todos, ella también lo hacía en sus viajes, solo que gran parte de sus fotografías salía publicada en la prensa, como si fuera una socialité literaria”. También se la ve junto a la escritora chilena Gabriela Mistral y la uruguaya Juana de Ibarbourou.
“Si bien Alfonsina no escribió detalladamente sobre sus viajes ni dejó testimonio de todos ellos, lo notable es que el viaje recorre toda su obra poética -remarca Laera-. Un ejemplo: no escribió casi nada sobre las mudanzas de Europa a la Argentina primero y después por diversas provincias hasta instalarse en Buenos Aires, pero en cada una de las muchas entrevistas que le hicieron enfatizó ese itinerario inicial que fue, para mí, la condición para convertirse en escritora. Otro ejemplo: no se conocen, como ocurre con otros escritores y escritoras de su tiempo, cartas o crónicas de sus dos viajes a Europa, pero envió a LA NACION, en cuyo suplemento dominical colaboraba con frecuencia, una serie de poemas en prosa sobre esos viajes que están entre los puntos más altos de su producción poética y que nunca recogió en volumen. Su recorrido en tren a través de la pampa y por la Patagonia fue motivo también de un conjunto de reveladoras prosas poéticas a las que llamó ‘Kodak pampeano’ y que escribió al final de su vida”.
“Pocas flores silvestres; absorbidas, si existían, por el espacio; pero como las golondrinas, al por mayor, se agrupaban en cuadrados inmensos de un solo tono, azul, amarillo, morado, hasta tocar ondeantes los pies del cielo”, se lee en “Kodak pampeano”.
El motivo del agua y, en particular, del mar es recurrente en la escritora. “Al Río de la Plata le dedica una serie de poemas en los que lo describe en diferentes momentos del día, con diversas tonalidades; el Río de la Plata une una zona de Buenos Aires muy frecuentada y querida por Alfonsina, con la costa de Colonia y Montevideo. La importancia de ese río, en Alfonsina, no es solo poética. En cuanto al mar, sabemos debido a su suicidio en las playas marplatenses, en las que pasó muchas temporadas, que ejercía una fuerte atracción en ella; el mar tiene una dimensión geográfica concreta, el mar que la lleva de viaje a Europa, el mar de Mar del Plata, y una dimensión metafórica: las olas con sus turbulencias, los reflejos en las aguas, la espuma en relación con el tiempo, la vida en el mar. Ambas dimensiones se conectan y son vitales en Alfonsina”.
El legado de Alfonsina se mantiene vigente con el paso del tiempo. “Como digo siempre: ¿qué escritor o escritora tiene su propia canción como la tiene Alfonsina? -remarca la investigadora-. De los recitados de sus poemas por varias generaciones de mujeres en reuniones literarias, en las escuelas de mujeres y en escenarios de América Latina y Europa hasta llegar a la canción que hizo célebre Mercedes Sosa, Alfonsina se fue transformando en emblema femenino y feminista. La revista alfonsina creada por María Moreno en los años 80 le dio un giro político más al activismo feminista de la propia Alfonsina. Hay algo tan moderno en la vida de Alfonsina como mujer y como escritora que siempre hace posible que se lo actualice, que siempre se puede activar en el presente. Como poeta, siempre hay una zona que suena nueva en el presente, como sucede con los poemas en prosa que escribe sobre los viajes en los que despliega una sensibilidad a la vez afectiva y tecnológica”.
“Ser moderna, en Alfonsina, es estar en anticipadamente en sintonía con el contexto social -concluye Laera, que dirige el Instituo de Literatura Argentina de la Universidad de Buenos Aires-. Sus luchas feministas en la vida y la escritura atraviesan el ámbito doméstico, el literario y el político, al escribir sobre la emancipación femenina, discutir el derecho de la mujer al voto, reflexionar en la prensa sobre los derechos civiles y políticos. Además, siempre estuvo atenta a la moda a la vez que adelantada a la moda: sus fotografías, sus poses, sus fabulaciones de vida, algunos de sus hábitos. Y todo eso se leía y veía en la prensa periódica, una suerte de complemento mediático de sus libros y sus recitados. Los años 20, que fueron los años de su consagración, activaron una imaginación emancipadora respecto de las reglas sociales, literarias, políticas. En Alfonsina, la enfermedad y el suicidio de la década del 30 parecen acompañar los cambios sombríos de la historia”.
En la bibliografía mencionada por Laera en el prólogo “Kodak Alfonsina: las mudanzas, la escritura y la vida”, se menciona Alfonsina Storni. Una biografía esencial, de Josefina Delgado. “Excelente idea la de recopilar los textos de Alfonsina que nos trasmiten sus experiencias de viajera -dice Delgado a LA NACION-. Si pensamos que el primer viaje fue el de sus padres desde la provincia de San Juan hasta Suiza, donde ella nació en el cantón Ticino, pareciera que esto ya signó lo que ella llama su alma fantástica, viajera. En el poema ‘Palabras a mi madre’ lo dice claramente: ‘Porque mi alma es toda fantástica, viajera, / y la envuelve una nube de locura ligera / cuando la luna nueva sube al cielo azulino’”.
Delgado destaca momentos clave de la existencia viajera de la poeta: “Sus giras por el país, luego de ser descubierta como actriz al suplantar a su madre en una compañía de teatro informal; más adelante el viaje a España y su descubrimiento de poetas y escritores que fueron sus amigos, y los viajes al Uruguay, a su costa marítima, a Colonia, a Montevideo, acompañada por Horacio Quiroga, y Mar del Plata, destino reiterado y final”.
Tres viajes con Alfonsina Storni
Río de la Plata en celeste nebliplateado
Alguna vez del cielo te enamoras
y lo piensas en ti; y arriba subes
y cruzas lento por el suave espacio;
y el cielo baja y tiéndese en llanura
—
Y aquella blanca vela que venía
desde el filo del mar, la comba asciende;
y el copo en que la comba navegaba
horizontal se mueve en tus plateados.
—
Cuando el amor así de flor te viste
quien mira el cielo campos de agua mira
y quien tu cuerpo, azules de aire fino;
—
y no se sabe qué es lo propio tuyo,
si tus nublados de humo cabeceantes
o el cabeceo de las grises nubes.
(Mascarilla y trébol, 1938)
Diario de viaje
Río de Janeiro
Azul ceñidor de mar. Pardo de montañas. Blanco de espumas. Verde de enredaderas. Laderas sembradas de viviendas. Rosa. Edificios grises. Rejas negras. Trajes amarillos. Palabras musicales. Vehículos afiebrados. Cuerpos bellos semidesnudos. Negros estupendos. Mujeres embriagadoras. Playas de oro anchas, largas, infinitas. Arrollados de olas esmeraldas destorciéndose en las orillas. Sol. Sol. Más sol. Arcos de dientes salpicando de nieve el torbellino azul, el torbellino verde, el torbellino dorado. Hamaca el cuerpo, hamaca los sueños, hamaca las ideas. No está fija, no. Se balancea con su mar, sus montañas, sus casas, sus árboles y sus hombres
(LA NACION, 9 de marzo de 1930)
Film marplatense
No he venido a descubrir Mar del Plata. A vuela pluma estas crónicas. Se abre y se cierra el objetivo y apresa un color, un gesto, una línea.
El ambiente ya no da para más; la multitud, ya en la playa, ya en la ruleta, ya en la rambla, escamotea continuamente sus perfiles; el mar cambia a cada momento de pellejo y posturas; la ola traga a su víctima y huye a digerirla en sus húmedos subterráneos, sin que nadie la vea.
Así, de rápido, el ojo del cronista.
(Crítica, 1936)
Fuente: Daniel Gigena, La Nación.