A Griselda Blanco se le adjudican más de 250 asesinatos (entre ellos, los de sus dos esposos). Se la conocía como La reina de la coca y La madrina. Entre los años setenta y ochenta acumuló una enorme fortuna traficando con cocaína desde Colombia hacia Estados Unidos. Fue asesinada en 2012 a balazos por dos sicarios mientras compraba en una carnicería en Medellín después de haber cumplido casi 30 años de cárcel en Estados Unidos. Su vida es parte de la historia negra del crimen mundial y ahora también una serie de seis capítulos que Netflix estrena el jueves 25 de enero. Parte del equipo responsable de Narcos firma Griselda, donde la colombiana Sofía Vergara interpreta a su sanguinaria compatriota.
Su director, el también colombiano Andrés Baiz, describe Griselda como “una historia de empoderamiento femenino”. “En los seis años que hicimos Narcos, nunca encontré a otra mujer que lograra el nivel de éxito, respeto y terror que Griselda logró. Esa anomalía me resultó muy atractiva para contar como narrador”, continúa Eric Newman, cocreador y productor de la serie, en una reciente visita a Madrid de ambos, junto a la Sofía Vergara, protagonista y también productora ejecutiva. “En todos los años de Narcos no habíamos establecido a Griselda Blanco como personaje, y creo que es porque necesitaba más que una simple línea en el universo de Narcos, necesitaba su propio universo”, añade Newman.
Ambos quieren dejar clara la distancia que separa a Narcos, centrada primero en Pablo Escobar y que continuó poniendo el foco en el tráfico de drogas en México. “Tanto a Griselda como a June Hawkins, la policía, un personaje real que casi nadie conoce, les tocó trabajar y luchar 10 veces más para ganarse el respeto”, dice Baiz. El director también destaca diferencias en el tono y en aspectos concretos: “Narcos tenía voz en off y material de archivo, es más documental, más política, tenía una secuencia de títulos de crédito que se volvió emblemática… Todo eso no lo queríamos en Griselda. Queríamos que fuera mucho más íntima, más centrada en el personaje”, especifica el colombiano.
La serie reduce la vida de Blanco a menos de seis horas de narración, un reto que supuso que los creadores tuvieran que tomar decisiones como en qué punto comenzar la historia. La trama arranca en el momento en el que ella huye de Colombia con sus tres hijos (más tarde tendría otro más). No se sabe qué ha ocurrido, solo que escapa de una relación abusiva. “Te puedes sentir identificado con esa mujer que huye. Tiene tres hijos, nada de dinero y un kilo de cocaína. No necesitas saber cómo ha llegado hasta ahí, que ha sido parte de la organización de narcotráfico en Nueva York o que ha sido prostituta. Solo sabemos que es una mujer en problemas y la historia empieza”, dice Newman. “Si hubiéramos comenzado por su infancia, tendría un tono un poco falso porque eso es como decir que ella es de cierta manera por eso. Preferimos que quedara en el subtexto”, completa Baiz.
Uno de los debates que surge cada vez que se estrena una historia centrada en un criminal real es hasta qué punto estas producciones glamurizan el crimen y a estos personajes. Es una cuestión que los responsables de Narcos y Griselda aseguran que han tenido muy presente. “Para nosotros es importante humanizar el personaje, porque estos antihéroes son muy complejos e indagar en sus complejidades es fundamental. Pero glamurizar sus vidas es diferente. Yo digo una frase que decía Orson Welles, que tener o no un final feliz depende de dónde termines la historia. Hay que ver dónde finalizamos la historia de Griselda”, defiende Baiz. Newman concuerda: “Para cualquiera que piense que estamos glamurizando o romantizando la historia, mi respuesta es que vea el final de la serie. Para Griselda termina de la peor forma que podría terminar”.
Director y productor destacan la implicación y compromiso de Sofía Vergara no solo a la hora de encarnar a la narcotraficante, sino también como productora. “Hay muchos tipos de productores. En Narcos había 13 productores ejecutivos, y a algunos no llegué a conocerlos nunca”, dice Eric Newman. “Sofía estuvo muy comprometida, quería conocer qué ocurría en cada nivel de la producción, ser una compañera de verdad”, añade. Para el productor, su mayor preocupación fue el bienestar físico y emocional de la protagonista. “En Narcos, Wagner Moura fue un espectacular Pablo Escobar, pero podía trabajar tres días y descansar una semana o más. En este caso, al tratarse de una narración más enfocada en su personaje, trabajó casi todos los días, con escenas muy emotivas… Me preocupaba el estrés que tuvo que afrontar. Pero lo hizo con un ánimo y una resistencia admirable”.
Para que Vergara pudiera encarnarse en Blanco era necesario un cambio físico que suponía tres horas de maquillaje e incluso que adoptara una postura física diferente a la suya. “Más que acercarse a una imitación de Griselda, quería alejarse de la Sofía que conocemos. Eso se hizo a través de prueba y error para encontrar el maquillaje ideal”, explica Baiz. “Con el maquillaje y los protésicos era muy importante que todavía estuviera detrás Sofía, que no fuera una nariz o un mentón actuando, como hemos visto algunas veces en películas donde van demasiado lejos, en mi opinión”, añade Newman. “Ella tenía que eliminar a Gloria Pritchett [el personaje de Vergara en la serie Modern Family]. Hicimos un montón de pruebas, nos sentábamos en mi despacho con el equipo de maquillaje. Si Sofía decía que no sentía su cara o que se parecía a la bruja de El mago de Oz, cambiábamos todo, y así hasta que llegamos a un buen lugar”.
El narcotráfico y las drogas son un tema que ha estado presente en sus carreras de forma recurrente. Andrés Baiz no solo dirigió 22 episodios entre Narcos y Narcos: México, también participó en Metástasis, la versión colombiana de Breaking Bad. Eric Newman se adentró en la crisis de los opiáceos en Estados Unidos a través de la serie Medicina letal. “Siempre me ha fascinado el negocio de las drogas y el papel de Estados Unidos como el mayor mercado de drogas en el mundo”, dice Newman. “Con Narcos queríamos mostrar que nunca podrás afrontar una crisis de salud pública como las drogas atacando solamente a los suministradores, tienes que centrarte también en la demanda. Pero hacer eso requiere una autorreflexión que creo que los estadounidenses somos incapaces de hacer”, reflexiona el productor. “Las drogas siguen siendo un problema enorme en todo el mundo, sea la oxicodona, las metanfetaminas, la cocaína, el fentanilo o lo que venga. Sigue resonando en la gente”, completa.
Fuente: Natalia Marcos, El País.