En el mundo de los autos, cuidar el corazón del vehículo es clave para asegurar su rendimiento prolongado. Entre los múltiples hábitos de mantenimiento, uno que suele pasarse por alto es el del momento justo después de un viaje largo, al apagar el motor.
El error se comete por ser anti instintivo y no consiste en apagar el motor en sí, sino en apagarlo antes de tiempo. ¿Por qué? Esencialmente, porque en los motores turbo -hoy presentes en la gran mayoría de los vehículos-, el reposo post manejo es fundamental.
La tecnología de los motores turbo empezó a implementarse en los autos en los años 70 y se popularizó en la década de los 90 por sus beneficios en prestaciones, tamaño del motor, consumo y emisiones reducidas. Debido a que una de sus ventajas es alcanzar velocidades -y temperaturas- altas en viaje, de apagarse abruptamente, la turbina sigue girando sin la adecuada lubricación, lo cual puede resultar en el desgaste y daño de partes como los rodamientos, explica un artículo del sitio español Autobild.
Por suerte la solución es simple: basta con dejar al motor en funcionamiento con el auto detenido durante alrededor de dos minutos antes de apagarlo por completo para preservar su vida útil, según recomiendan mecánicos.
Esperar para apagar el motor tiene dos funciones principales:
- Enfriamiento: después de un viaje largo, el motor está muy caliente debido a la combustión interna y la fricción de las partes móviles. Si se apaga el motor inmediatamente, el flujo de aire que ayuda a enfriar el motor se detiene abruptamente. Al dejar el motor en marcha durante unos minutos, se permite que el flujo de aire continúe, y que el motor se enfríe de a poco, evitando así cambios bruscos de temperatura que -potencialmente- podrían dañarlo.
- Lubricación: cuando el motor está en funcionamiento, el aceite circula por todas las partes del motor, lubricándolas y protegiéndolas del desgaste. Al detener el motor en seco después de un viaje largo, el aceite detiene su flujo bruscamente, dejando algunas áreas críticas del motor sin la lubricación necesaria. Dejarlo funcionando durante unos minutos permite que el aceite siga circulando y lubricando las piezas mientras se enfría gradualmente.
En definitiva, permitir que el motor funcione durante unos minutos después de un viaje largo ayuda a enfriar gradualmente el motor y permite que el aceite siga lubricando las partes críticas, lo que puede ayudar a prolongar la vida útil del motor y a prevenir posibles problemas mecánicos. Vale aclarar que, aunque un solo descuido -o dos o tres- no va a causar estragos, esta mala práctica prolongada en el tiempo puede romper el turbocompresor del auto, alertan los expertos.
Qué es y cómo funciona un motor turbo
El turbo es una turbina movida por los gases de escape (antes que se desechen), que gira a regímenes de unos 200.000 rpm (10 o 20 veces más que el cigüeñal del motor) y mediante un eje mueve un compresor que, precisamente, comprime el aire que se necesita para mezclarse con la nafta y conformar el combustible que hace falta para hacer detonar en los cilindros con la chispa de la bujía. Es decir, “sopla” aire comprimido dentro de los cilindros en una proporción y presión mayor (varía según para qué se utiliza el motor) que el de un propulsor atmosférico que, como su nombre lo indica, “sopla” aire a la presión de la atmósfera.
Esto hace que la explosión de la mezcla en la cámara de combustión (la parte del cilindro limitada entre el pistón y la tapa de cilindros, que se llena con la mencionada mezcla y se mide en cc o litros) sea más violenta y se puedan lograr grandes cifras de potencia y par (o torque), los dos parámetros esenciales de un motor.
Fuente: La Nación
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