Polarizar es, según la definición del Diccionario de la Lengua Española, «orientar entre dos direcciones contrapuestas», una acepción que fue aceptada oficialmente en 1884 pero cuya utilización ha sido discreta hasta la actualidad, cuando cobró potencia como correlato de una dinámica que este año se terminó de afianzar en la conversación pública.
El resultado de la elección que llevó adelante Fundéu -una institución promovida por la Real Academia Española (RAE) y la agencia de noticias española EFE- fue presentado hoy a través de un comunicado en el que se destaca el interés lingüístico de «polarización», ya que uno de los motivos de su elección ha sido «su elevada presencia en los medios de comunicación durante los últimos meses» y su versatilidad para impregnarse en campos «como la política y el ámbito ideológico, el mundo deportivo, el debate en las plataformas digitales y, en general, cualquier escenario en el que sea habitual el desacuerdo», se informó oficialmente.
Si una palabra aloja algo más que una acepción específica y se transforma en reveladora de un clima de época, la elección de «polarización» no desentona con un presente en el que la radicalización de ideas genera intercambios virulentos en la conversación pública y especialmente en las redes, donde el fenómeno escala hasta la descalificación o el insulto y está asociado a otra marca del signo epocal: la cancelación.
La palabra ha sido seleccionada entre 12 candidatas, varias de ellas relacionadas con términos que han marcado la agenda política de este año como amnistía . La lista estaba compuesta por otras como fentanilo, la droga sintética que en Estados Unidos ha desatado una crisis humanitaria que se ha extendido a diversos países del mundo. La lista la completaban ecosilencio, euríbor, FANI, fediverso, guerra, humanitario, macroincendio, seísmo y ultrafalso.
El año pasado la elegida fue Inteligencia artificial, por «su importante presencia en los medios de comunicación durante estos últimos doce meses, así como en el debate social, debido a los diversos avances desarrollados en este ámbito y las consecuencias éticas derivadas».
Si bien el término «polarización» está recogido desde 1884 en el diccionario académico con la misma definición que tiene actualmente -«acción y efecto de polarizar o polarizarse»- hace más de un siglo era un término restringido al lenguaje de esta ciencia, en relación con los polos.
En 1985, se incorporó un añadido a esa definición, que no se conserva en la edición actual pero que generó pistas sobre cómo este término comenzaba a extenderse más allá de la física: «En lenguaje de la economía, proceso por el cual en unas determinadas zonas de un territorio se concentran la mayoría de las industrias».
Para la edición del año 2001, polarizar -y, en consecuencia, polarización- se había extendido al lenguaje general tras adquirir el sentido de ‘orientar en dos direcciones contrapuestas’, ya empleado en ámbitos muy diversos.
El término elegido se ha impuesto a otras candidatas que figuraban relacionadas con la política, el medio ambiente o la tecnología como ‘amnistía’, ‘guerra’, ‘ecosilencio’ y ‘fediverso’
Fundéu señaló que ha escogido esta voz porque en los últimos años se ha extendido su uso, además de su interés lingüístico, haciéndose extensivo a cualquier escenario en el que sea habitual el desacuerdo y ha ocupado los medios de comunicación a lo largo de 2023 para aludir a situaciones en las que hay dos opiniones o actividades muy definidas y distanciadas, en ocasiones con las ideas implícitas de crispación y confrontación.
Las elegidas de los últimos años fueron «inteligecia artificial» (2022), vacuna (2021), confinamiento (2020), los emojis (2019), microplástico (2018), aporofobia (2017), populismo (2016), refugiado (2015), selfi (2014) o escrache (2013).