Una noche sin luna, con el actor Juan Diego Botto, una ceremonia teatral maravillosa y apasionada que se coronó entre lo mejor de 2023
En perspectiva, la mejor noticia del año que termina es la comprobación de que los efectos de la pandemia ya no definieron el día a día de la cartelera porteña, como sucedió en el verano de la temporada pasada. Esta vez, el año se inició con el estreno de la postergada y esperada versión teatral de Casados con hijos, con Florencia Peña y Guillermo Francella en escenario del Gran Rex. Como era de imaginar, fue un éxito. De hecho estableció un nuevo récord histórico de público en lo que hace al teatro de verano de la escena comercial, superando las cifras de Alberto Olmedo, en la temporada 1986-1987 de Mar del Plata; y de Stravaganza, en Villa Carlos Paz, de 2011-2012. Para ese momento del año la fiesta de Casados…. convivió con otros platos fuertes, como fue la despedida de Les Luthiers, la propuesta del grupo Fuerza Bruta y las nuevas temporadas de Piaf, con Elena Roger; además de la comedia Inmaduros, con Adrián Suar y Diego Peretti.
En tiempos de vacaciones de invierno, el Gran Rex volvió a convertirse en un punto estratégico del teatro comercial con el estreno de Matilda, otro tanque del circuito -que volverá en enero próximo-. Entre Casados con hijos y la “historia revoltosa” con Laura Fernández y Agustín “Soy Rada” Aristarán captaron la atención de unos 335.000 espectadores. A este díptico le falta otra pata fundamental del teatro comercial porteño: la maquinaria aceitada desde hace ya ocho años por Nicolás Vázquez que, como actor y productor, este año estrenó Tootsie. Fue, como ya es costumbre en él, otro éxito (las 180.000 entradas vendidas lo confirman).
Tomando cifras de hasta fin de noviembre de Aadet, la cámara que congrega a productores y dueños de sala de la escena comercial, los 2,8 millones de asistentes indican que el año que termina fue el de mayor audiencia de las últimas siete temporadas e implicó un crecimiento del 44 por ciento en relación con 2022. Desde otra óptica, la cantidad de espectadores promedio por función fue la mas alta de los últimos cinco años. Como suele suceder, casi la mitad de los espectadores optaron por los 10 espectáculos más vistos. Entre la variada oferta de títulos una propuesta de teatro musical, Querido Evan, dirigida por Sebastián Irigo, fue uno de los trabajos más destacados por el grupo de críticos de LA NACION y una de las gratas sorpresas del año en medio de las grandes producciones y las campañas promocionales.
En contraposición a lo que sucedió en el circuito comercial, las estadísticas oficiales del Teatro Nacional Cervantes y del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA), que dependen del gobierno central y de la Ciudad, respectivamente, dan cuenta de una disminución de espectadores anuales en ambos organismos (de 94.000 a 81.000, en el primero; de 475.000 a 464.000, en el segundo). Otro aspecto tienen en común ambas instituciones: la actual incertidumbre ante los cambios en sus respectivas direcciones generales producto de las recientes elecciones.
En el CTBA, el hito del año fue la reapertura del Teatro Alvear, que llevaba casi una década cerrado. Paradójicamente para una sala por donde pasaron grandes artistas nacionales, su esperada reapertura fue con una obra francesa dirigida por un puestita galo (Edmon, de Alexis Michalik). En el Cervantes, la obra Salvajada, dirigida por Luis Rivera López, fue uno de los trabajos más elogiados en una temporada que se abrió con Los nacimientos, el creativo y conmovedor trabajo interpretado por vecinas del Barrio Mugica. En el Complejo Teatral, el unipersonal Una noche sin luna, interpretado por Juan Diego Botto, fue considerado como una verdadera ceremonia teatral, que logró conmover y provocar al público, incluso antes de que comenzara la obra. En una temporada en la que hubo varias postergaciones en las fechas de estrenos y quedaron títulos pendientes, el retorno de José Sacristán a los escenarios como la versión de Medida por medida, de Gabriel Chamé Buendía; o el estreno de Los años, de Mariano Pensotti, fueron otros de los hechos salientes del complejo.
El Festival Internacional de Buenos Aires tuvo una nueva edición que poco aportó al panorama local. Su contracara fue el cierre de la temporada del CETC, la sala experimental del Teatro Colón, con la performance Artista Ex Machina, de Nicola Costantino, que hizo recordar a los mejores tiempos de ese mágico sótano.
El gran fenómeno independiente
En lo que hace al circuito independiente, la página Alternativa es una herramienta vital para el sector. Si fuera por el movimiento de boletería, en este otro top ten aparecen estrenos como Modelo vivo muerto, por el grupo Bla Bla; Los padres terribles, dirigida por Daniel Veronese; y El brote, la obra de Emiliano Dionisi interpretada por Roberto Peloni. Este unipersonal que es otra verdadera clase magistral de actuación fue un caso en sí mismo: pasó de una sala de Almagro al Maipo, no paró de poner el cartel de localidades agotadas, aparece como la obra del año según los especialistas de LA NACION y su historia continuará el 2024. Como El brote, también Lo que el río hace, obra de fin del año pasado de las hermanas Marull, se mudó a otra sala de la avenida Corrientes que supo estar dedicada a la revista porteña (del Teatro San Martín al Astros). A lo largo de este año fue la consolidación de este bello fenómeno teatral basado en una simple historia pueblerina que ganó 11 merecidos premios durante el año.
La inquietud sobre la situación política y económica atraviesa a las salas alternativas porteñas. En el reciente brindis de fin de año que organizó Artei, la entidad que nuclea a los teatros de este sector -que acaba de festejar sus 25 años de vida-, Gonzalo Tomás Pérez, presidente del organismo, alertó sobre la situación de estos espacios que no persiguen fines de lucro y para los cuales es vital la ayuda estatal. “Estamos en una emergencia habitacional -manifestó-. Las salas que tienen que pagar un alquiler al final de cada mes no saben si deberán pagarlo en dólares o a qué valores. Por esta problemática están al borde del cierre salas históricas y emblemáticas”.
Así es como 2023, marcado por la crisis económicas y los cambios a nivel político, llega a su fin, entre algunos récords de públicos, la supremacía de ciertos tanques establecidos, la tristeza por la pérdida de artistas como Pepe Soriano y María Onetto, crisis económicas y elecciones y las siempre vitales y necesarias sorpresas de aquellas obras nacidas y criadas por fuera de la lógica del circuito comercial, que terminan construyendo su lugar propio en la cartelera.
Las preferidas de Mirtha Legrand
“Matilda es el espectáculo que más me deslumbró -apunta a LA NACION Mirtha Legrand, una gran consumidora de la cartelera porteña-. Tenía unas actuaciones maravillosas en medio de esa enorme platea del Gran Rex, llena de público. Parecía una producción de Broadway y es una suerte que vuelva. Es una obra muy compleja de hacer y los actores son fantásticos. También rescato a Tootsie, con Nico Vázquez; estaban todos extraordinarios. Aunque no haya tenido tanta repercusión, Nacha en pijama, con Nacha Guevara, fue un unipersonal excelente. Y entre mis preferidos, en el Astral vi Los mosqueteros del rey, con Nicolás Cabré, Jorge Suárez, Nicolás Scarpino y Freddy Villarreal, que me pareció sumamente divertida”.
Lo mejor de 2023 para LA NACION*
El brote, de Emiliano Dionisi
Una noche sin luna, con Juan Diego Botto, sobre textos de Federico García Lorca y dirigida por Sergio Peris-Mencheta
Salvajada, de Mauricio Kartun, a partir de un texto de Horacio Quiroga
Gaviota, de Juan Ignacio Fernández (versión libre de La gaviota, de Antón Chéjov)
Querido Evan, de Steven Levenson, con dirección de Sebastián Irigo
Los nacimientos, dirigida por Marco Canale y Javier Swedzky
Los años, dirigida por Mariano Pensotti
Suavecita, de Martín Bontempo
Artista Ex Machina, performance de Nicola Costantino, en el CETC
La última sesión de Freud, de Mark St. Germain, versión de Daniel Veronese
(* Con votos de: Alejandro Cruz, Juan Carlos Fontana, Carlos Pacheco, Mónica Berman, Mercedes Méndez, Leni González, Federico Irazábal y Gustavo Lladós)
Fuente: Alejandro Cruz, La Nacion