El dramaturgo noruego Jon Fosse (Haugesund, 1859) vestía de frac negro y moño blanco. Caminaba tímidamente sobre la alfombra azul que este domingo revestía el escenario de la Sala de Conciertos de Estocolmo, para colocarse precisamente delante de la marca que dice “The Nobel Prize”, donde en segundos sería condecorado con el Nobel de Literatura 2023 por los reyes de Suecia, en la culminación apoteósica de una semana de protocolos en la capital sueca.
Debajo del moño blanco, Fosse se colocó la Gran Cruz de la Real Orden Noruega de San Olaf, por cierto, una designación de caballería instituida en 1847 por el rey Oscar I, entonces monarca de Suecia y de Noruega. Fosse la recibió en 2005. Además, en el costado frontal izquierdo del saco se colgó también la insignia como caballero de la Orden Nacional del Mérito de Francia, que le fue concedida en 2007.
La timidez del dramaturgo frente a una concurrencia poniéndose de pie le obligó a tomarse de ambas manos y ponerlas de frente, como una sutil barrera de seguridad, mientras se aproximaba al punto de encuentro con la medalla del Nobel, en manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia. La ovación fue prolongada para el escritor.
Alegoría de la pausa
De acuerdo con el protocolo vigente, los premiados no pueden hablar durante la ceremonia, pero sí lo hacen durante los distintos eventos protocolarios previos a la premiación que siempre debe coincidir con el día del aniversario luctuoso de Alfred Nobel, el 10 de diciembre.
Previamente, Fosse pudo expresarse ampliamente en la sede de la Academia Sueca, el mismo sitio en el que se mencionó su nombre el pasado 5 de octubre y éste le dio la vuelta al mundo, para sorpresa de conocedores y neófitos de la obra del noruego.
Ahí, a propósito del temor a la exposición y los discursos públicos, Fosse recordó cómo cuando era niño tuvo que salir corriendo del salón de clases cuando un maestro le pidió que leyera en voz alta y éste no tuvo otra respuesta más que huir despavorido. Pero Fosse recordó que este temor profundo encontró un cauce, un alivio, precisamente en las mismas letras, pero las escritas por encima de las habladas.
“Hay una gran diferencia entre la lengua hablada y la escrita, o entre la lengua hablada y la literaria. El lenguaje hablado es muchas veces la comunicación monológica de un mensaje. El lenguaje literario, en cambio, nunca es así: no informa, es significado más que comunicación, tiene existencia propia”.
Más adelante, describió el momento en el que tuvo que incurrir en la dramaturgia gracias a una atractiva oferta económica que no podía rechazar sabiéndose “un autor pobre”. Expresó:
“La primera vez que escribí una obra de teatro resultó ser la mayor sorpresa de toda mi vida como escritor. Porque tanto en prosa como en poesía había intentado escribir lo que normalmente –en el lenguaje hablado– no se puede decir con palabras. Intenté expresar lo indecible, que fue el motivo por el que me concedieron el Premio Nobel.
“Cuando escribía drama, podía utilizar el discurso silencioso, la gente silenciosa, de una forma completamente distinta a la de la prosa y la poesía. Todo lo que tuve que hacer fue escribir la palabra ‘pausa’ y el discurso silencioso estaba ahí. En mi drama la palabra pausa es sin duda la más importante y la más utilizada (…) en estas pausas puede haber tanto o tan poco. Que algo no se puede decir, que algo no se quiere decir, o que es mejor decirlo sin decir nada”.
Finalmente, Fosse reflexionó sobre el contenido de su obra, tan funesta como espiritual, y sobre el recibimiento de los lectores ante la noticia del fallo del Nobel.
“Hay muchos suicidios en mis escritos, más de lo que me gusta pensar. He tenido miedo de haber contribuido de esta manera a legitimar el suicidio. Entonces, lo que más me conmovió fueron aquellos que escribieron con franqueza que mis escritos simplemente les habían salvado la vida. En cierto sentido, siempre he sabido que escribir puede salvar vidas, tal vez incluso haya salvado la mía. Y si mi escritura también puede ayudar a salvar la vida de otros, nada me haría más feliz”.
Literatura de la incertidumbre
Para volver a la Sala de Conciertos de Estocolmo, a instantes previos a su condecoración, quien se convirtiera en el primer dramaturgo ganador de la máxima distinción para las letras en el mundo en los últimos 18 años –antes lo hizo el inglés Harold Pinter en 2005 –escuchó las palabras del escritor sueco Anders Olssen, quien es miembro de la Academia Sueca desde 2008 y actual presidente del Comité de Literatura.
“Entrar en el mundo de Jon Fosse es poner un pie en un dominio azorado por la mayor ansiedad y el tormento de la indecisión. Su rica obra gira en torno a la desorientación del individuo y las dificultades que experimenta para encontrar un camino en la vida. Ya sea en prosa, drama o poesía, su escritura se acerca a un estado de incertidumbre que puede abrir una relación con lo divino”, reconoció Anders Olssen y más adelante dijo:
“Jon Fosse no es un escritor difícil. Utiliza las palabras más simples y escribe sobre experiencias con las que todos podemos identificarnos: la separación, la muerte y la vulnerabilidad del amor. Cualquier dificultad con Fosse se refiere más bien a nuestra disposición a abrirnos a la incertidumbre existencial que él toca constantemente. Pero el hecho de que sea uno de los dramaturgos más representados en la actualidad indica que se trata de un tormento compartido por muchos”.
En mi prosa, quizás todas las repeticiones tengan una función similar a la que tienen las pausas en mi drama. Si bien hay un discurso silencioso en las obras de teatro, hay un lenguaje silencioso detrás del lenguaje escrito en las novelas”.
Jon Fosse, Premio Nobel de Literatura 2023
Se publicará su obra en América Latina y EU
El sello editorial Seix Barral, de Grupo Planeta, anunció que firmó un acuerdo de coedición con el sello independiente español De Conatus para editar y comercializar en América Latina y Estados unidos dos de las series literarias más importante de la obra de Jon Fosse, “Trilogía” y “Septología”.
Los otros galardonados
Pierre Agostini, Ferenc Krausz y Anne L’Huillier -Nobel de Física
Katalin Karikó y Drew Weissman -Nobel de Medicina
Moungi Bawendi, Louis Brus y Alexei Ekimov- Nobel de Química
Narges Mohammadi -Nobel de la Paz
Claudia Goldin -Nobel de Economía
Fuente: El Economista