El próximo 8 de noviembre Netflix estrenará la serie documental: Robbie Williams, en honor a la trayectoria del cantante británico que conquistó a miles de personas en todo el mundo, por su música y también por su personalidad. A tan solo una semana del desembarco oficial, uno de los hechos más angustiantes de su presente resonó en los medios internacionales. “Estoy hecho polvo”, se sinceró y reflexionó sobre los excesos que definieron su estado de salud actual.
Con 46 años, Robbie aún tiene la esperanza de brillar en un escenario; sin embargo, afirmó que es consciente sobre el peso que le generó en su organismo haber tenido un pasado “alocado”, en especial durante los años 90 y 2000.
En diálogo con The Sun, el exintegrante de la banda Take That, enumeró las causas de su “agotamiento mental” y aseguró que padece de “manopausia” [conocida por su nombre correcto de andropausia], es decir, la versión masculina de la menopausia. Algunos de los síntomas que sufre Williams, son: cambios de humor, pérdida del deseo sexual y masa muscular, problemas para conciliar el sueño y hasta conflictos para recordar situaciones del corto plazo.
“El pelo adelgaza, la testosterona ha abandonado el edificio, la serotonina ya no está y la dopamina se despidió hace tiempo. Agoté todo lo bueno natural. Tengo la manopausia. Mi hija me dice: ‘Papá es un flojo’. No me gusta el término ‘flojo’ porque así me describían cuando era más joven. La realidad es que estoy hecho polvo por lo que me hice en los noventa y parte de los 2000″, contó al medio británico.
El cantante reconoció que estuvo con más de 100 mujeres en el pasado y presumió: “probablemente es más que el tipo promedio, pero menos de lo que se podría esperar”. Asimismo, especuló que eso también afectó sus relaciones maritales con la actriz Ayda Field, su esposa. Remarcó que se siente “atraído magnéticamente a las 4 am” y que hasta las 6 am no logra conciliar el sueño.
Con cuatro décadas encima, Robbie aún lucha con algunos demonios, entre ellos, las drogas y el alcohol que deterioraron su cuerpo interna y externamente. Entre algunos de los trastornos alimenticios que atravesó, la vigorexia marcó una aparte de su vida y más tarde, la paulatina aplicación de botox para mantener su rostro joven y sin marcas delatoras.
Si bien, admitió que se considera un “famoso inseguro”, presentó una dura reflexión del aspecto joven que se pretende vender en los medios y en las redes sociales: “Creo que la imagen que la gente tiene de la cirugía plástica o del trabajo realizado se basa en malos ejemplos. No se dan cuenta de que la mayoría de la gente en la industria del entretenimiento se lo ha hecho, pero no lo sabrías: el 90 por ciento es bastante decente”.
Y agregó: “También me estoy haciendo los dientes. Estoy buscando a las personas que tienen los mejores dientes. Quiero ver ejemplos en los que digas: ‘Oh, no sabía que te lo habías hecho… ‘ No quiero dientes de televisión”.
Con ocho perros y un presente del que intenta mejorar día a día, Williams contó que la docuserie de su vida es como “un accidente automovilístico traumático en cámara lenta… surrealista”, pero aclaró: “De hecho, es una visión apasionante y, a veces, difícil de ver”.
Al cierre de la entrevista, sintetizó: “Sé que tengo una gran vida y me siento afortunado de tener a mi familia. Ahora mismo me describiría como un ermitaño muy feliz… Soy un agorafóbico Coca-Cola-lite. Y eso me funciona”.
Fuente: La Nación