Joe Dispenza, Doctor en Quiropráctica, especializado en neurociencia participó del evento de Bienestar y Salud.
Nada lo detiene. Recorre el mundo -ya visitó más de 33 países- ayudando a las personas a transformar sus vidas a través de una fórmula práctica que conjuga el análisis de datos y la unificación del mayor número de ramas de la ciencia. La neurociencia, epigenética y física cuántica son sus fuentes de inspiración para enseñar cómo sanar el cuerpo y evolucionar en el nivel de la consciencia. Desde 2010 Joe Dispenza, doctor en Quiropráctica, especializado en neurociencia, trabaja en colaboración con científicos y universidades para realizar estudios extensivos sobre los efectos que la meditación tiene en el cerebro y en el cuerpo. Desde Dallas, con una agenda muy apretada en medio de dos conferencias, se hizo un lugar para recibir a LA NACION y participar del evento de Bienestar y Salud, capítulo 3: La oportunidad para conectarse con el lado bueno de la vida.
-¿Es posible la transformación personal a través del poder de la mente?
-Sí. Hemos dedicado los últimos diez años a desmitificar el proceso de transformación y cambio personal. La psicología o el modelo psicológico decía que cuando llegábamos a la mitad de la vida, o a los 30, el modelo de personalidad ya no cambiaba. Pero las ciencias nuevas como la neuroplasticidad y la epigenética apuntan a esta posibilidad. Y nos interesa saber cómo es el proceso del cambio de personalidad que se compone de cómo pensamos, actuamos y sentimos. La mayoría de las personas en la mitad de su vida mantienen las mismas ideas, toman las mismas decisiones y hacen las mismas cosas. Crean las mismas experiencias y se rigen por los mismos sentimientos y emociones. Y su biología se mantiene igual. Nos interesó ver que si alguien puede desaprender la forma de pensar para comenzar a modificar su comportamiento o dejar de comportarse de determinada forma, dejar de sentir otras emociones que lo conectan con el pasado y empezar a regular y sentir ciertas emociones, es posible que su biología, sus neurocircuitos, su neuroquímica, sus hormonas y su expresión genética, puedan cambiar cuando la persona cambia. Nuestros datos indican que es posible. Lo bueno es que el efecto colateral del cambio o transformación personal y el cambio de la biología de una persona es que muchas veces las enfermedades entran en remisión porque ya no son la misma persona. Y ahí está el interés de nuestra investigación. Pensar que tenemos tanta gente que ha sanado cuando realmente cambian.
-¿Cree que tocar fondo es necesario para iniciar el cambio?
-Creo que esa ha sido la condición humana por mucho tiempo. Cuando llegamos al punto en que nada logra hacer desaparecer cierto sentimiento de nuestra vida es cuando la persona puede verse a través de los ojos del otro; es cuando empieza a prestar atención a qué ha estado pensando, a notar cómo ha estado actuando y cómo se ha estado sintiendo en su vida. Y creo que ese es el primer paso para cambiar. Cuando ya no nos vemos como a nosotros mismos, podemos vernos realmente por primera vez. Muchos deben llegar a ese punto en que no quieren ir a cenar con las mismas personas, ni responder de la misma forma, ni ver los mismos programas de televisión pues nada hace que desaparezca ese sentimiento. Se puede aprender en un estado de dolor y sufrimiento o se puede aprender bajo un estado de alegría e inspiración. Si le enseñamos a la gente cómo comenzar a cambiar y definir un futuro, una realidad, un sueño, una visión que deseen experimentar en sus vidas, si pueden comenzar a identificar una clara intención que es una función del cerebro, y una emoción elevada, que es una función del corazón, es posible que cuando cambien su estado, puedan verse a sí mismos desde un estado elevado y no desde uno inferior. Descubrimos que eso es posible. Lo bueno es que no es necesario esperar que llegue la crisis, la enfermedad, el diagnóstico, la pérdida o la traición para comenzar. Afortunadamente hay un método científico que hemos descubierto y que permite enseñarle a la gente a hacerlo, y que casi no se diferencia a la manera de aprender cualquier otra cosa, como un deporte o un baile.
-Pero, ¿por qué las personas se resisten al cambio?
-La respuesta simple es porque cuando uno decide cambiar, la parte más difícil es no tomar la misma decisión que el día anterior. Cuando uno decide dejar de tomar las mismas decisiones, pasamos de lo conocido a lo desconocido y el hábito es un conjunto redundante de pensamientos, comportamientos y emociones automáticos que se adquieren por repetición. Cuando uno hace algo tantas veces, el cuerpo sabe hacerlo mejor que la mente consciente. Cuando la mayoría llega al momento de cambiar y se alejan de sus hábitos, se sienten incómodos, como algo poco familiar: sienten incertidumbre, no pueden predecir lo que sucederá al instante siguiente y si el cuerpo ha estado condicionado por la mente, este quiere volver a territorio familiar y ahí es cuando empezamos a escuchar las voces en nuestra cabeza que dicen: “empieza mañana, jamás vas a cambiar, es por esta persona que tu vida es como es”. Y si respondemos a esa idea como si fuera la verdad, eso nos lleva a las mismas elecciones y comportamientos, que crean la misma experiencia que produce el mismo sentimiento y emoción y volvemos al mismo yo. Al enseñarle a las personas a cruzar ese río de cambio, de pasar del viejo al nuevo yo, hay una muerte neurológica, biológica, química, hormonal y genética del viejo yo. Pero si les enseñamos las herramientas para generar esos cambios, muchas veces van a poder cruzar ese río y confiar en lo desconocido en lugar de resistirse.
-¿Cómo se puede explotar el potencial ilimitado del ser humano?
-Creo que somos más grandes de lo que creemos, más poderosos y más ilimitados que lo que podemos soñar. Hay que darle a la persona el conocimiento y la información adecuada; la ciencia es el lenguaje contemporáneo del misticismo y es lo que desmitifica. Si podemos ayudar a la gente a construir modelos de entendimiento a través de la ciencia y no queda nada librado a conjeturas, supersticiones ni al dogma y entienden exactamente lo que están por hacer y por qué lo hacen, entonces el cómo es más fácil porque pueden darle sentido a la tarea. Y cuando le dan sentido, pueden generar un mejor resultado. Cuando la gente empieza a cambiar su forma de pensar y comienzan a actuar y sentir de manera diferente, el efecto secundario es, como hemos visto, gente que se recupera de cáncer muy grave, o ELA, esclerosis lateral amiotrófica, o enfermedad de Parkinson, ceguera, sordera. Sé que suena loco, pero cuando la gente realmente cambia su personalidad, es fácil que su biología comience a cambiar. Yo lo he desmitificado según lo que he visto cuando algunos han logrado este tipo de transformación.
-A veces no podemos cambiar las circunstancias externas, pero ¿ cómo podemos hacer para que no interfieran ni determinen nuestro orden interno?
-La definición de cambio, o el modelo que nosotros usamos, es que debemos ser superiores a nuestro entorno y sus condiciones. Tenemos que poder pensar, actuar y sentir de manera diferente en las mismas condiciones. A eso llamamos cambio. Y muchos cuando se despiertan, y van a los mismos lugares y ven a las mismas personas, hacen las mismas cosas a la misma hora, en cierta medida, el entorno controla su forma de sentir y pensar. Todo lo que controle nuestros sentimientos y pensamientos nos convierte en víctimas de esas circunstancias. Enseñarle a la gente a regular sus estados emocionalespara que la respuesta a determinada persona o condición en su entorno no debilite su organismo implica darle las herramientas para que se autorregule y así es como comienza a cambiar cuando literalmente se convierte en una persona diferente en el mismo entorno. Eso significa que ya no es una víctima de su entorno y su vida comienza a mutar.
-Desde su experiencia científica, ¿ cómo cree que la meditación afecta al cerebro y al organismo?
-Dedicamos mucho tiempo de estudio a este tema: tenemos más de 18.000 escáneres cerebrales. Medimos los cerebros cuando la gente se sumerge en un retiro de siete días. Los efectos de la meditación, al menos en el trabajo que hacemos, crean más orden, más coherencia, más sincronización en el cerebro y eso es algo muy bueno, especialmente cuando tratamos de prestar atención en nuestra vida. Hemos visto que la gente puede lograr que su cerebro funcione mucho mejor en siete días. Notamos que pueden lograr que su corazón funcione mejor si les damos las herramientas adecuadas para hacerlo. Por ejemplo, si nos sentimos frustrados, impacientes, o con resentimiento, nuestro corazón late fuera de orden. Por el contrario cuando comenzamos a sentirnos más centrados en nuestro corazón, con emociones elevadas, y podemos enseñarle a la gente a lograrlo, su corazón comienza a funcionar en forma más ordenada y coherente. Hay efectos increíbles cuando el corazón funciona con coherencia y eso también mejora el cerebro. Enseñamos a la gente a crear esta coherencia de cerebro y corazón y, comenzamos a regular el sistema nervioso autónomo para llegar al equilibrio y la homeostasis. El estrés implica que el corazón y el cerebro no están en equilibrio. Esa es una desregulación autónoma. El efecto secundario de la meditación es que el sistema nervioso autónomo tienda a regular y así el organismo se vuelva más sano.
Hemos visto que la gente fortalece el sistema inmune cuando intercambian esas emociones limitadas por emociones elevadas en un 50% en solo cuatro días. Nuestros datos muestran que si tomamos una muestra de sangre de un meditador avanzado y sometemos ese plasma a un pseudovirus similar a SARS-CoV 2 se da una inmunidad natural en el plasma del meditador avanzado. Publicamos hace poco un paper sobre esto que fue aceptado. Si tomamos el plasma de un meditador avanzado y lo ponemos en presencia de células cancerígenas, de alguna forma esta información en la sangre del meditador avanzado tiende a reducir la cantidad de energía hasta el 70% en todo tipo de células cancerígenas. Vimos que hay información en el plasma de estos meditadores que tiene correlación con genes de Alzheimer y esto permite regular y bajar esos genes. Vemos que la gente puede cambiar su microbiología en siete días. El plasma de meditadores avanzados (los que practican nuestro trabajo diariamente por un mínimo de seis meses) y principiantes (los que participan en nuestro retiro por primera vez) regula miles de expresiones genéticas. Nuestros datos muestran de muchas maneras que nuestro sistema nervioso autónomo tiende a ser un excelente remedio para reducir el dolor, y esa es una de las cosas que vemos que sucede en el trabajo que hacemos. Tenemos muchos datos poderosos que muestran que la transformación es posible y lo vemos en nuestros retiros de siete días.M
-¿Cómo fue su primer contacto con la meditación y por qué comenzó a hacerlo?
-De joven me entusiasmaba poder programar la mente subconsciente y que trabajara a favor y no en contra. La meditación es una buena manera de hacerlo. Cuando enseñamos a meditar, nuestra forma de trabajo no tiene nada que ver con la práctica tradicional o religiosa sino que se basa en datos científicos. Usamos la investigación científica que descubrimos para instruir prácticas de meditación. Mi interés por esta disciplina comenzó porque yo quería poder programar mi mente subconsciente de distintas formas y sentía interés por la autohipnosis y la hipnosis, por temas académicos, por los deportes, como también por temas místicos. La ciencia se ha convertido en la lengua contemporánea del misticismo. Cuando mostramos los datos que revelan que la meditación puede cambiar nuestro organismo, incluso cuando la gente ve por sí misma los testimonios de otros que han modificado realmente su vida y su salud, entonces la evidencia es la voz más fuerte y un buen momento en la historia para poder empezar a practicarlo.
-¿Cuál es su secreto para vivir en armonía?
Practico este tipo de meditación lo máximo que puedo. Y, como decía, cuando mantengo este nivel de orden interno, independientemente de todo lo que suceda en mi entorno externo, se dan magníficas sincronicidades, oportunidades y eventos que surgen como resultado del cambio. Pongo en práctica mi trabajo. Hago mis propias meditaciones internas y me gusta experimentar y ver si se producen resultados en mi vida.
Fuente: La Nación