El patio del Palacio Noel cuenta con una influencia claramente andaluza
En el tranquilo barrio de Retiro, en la calle Suipacha al 1400 y a pocos metros de la Avenida del Libertador, se alza el enigmático Palacio Noel, una construcción de estilo neocolonial que alberga el impresionante Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco. Este museo no solo es un tesoro cultural, sino también un lugar donde la historia y lo paranormal se entrelazan de manera intrigante.
Al adentrarse en el Palacio Noel, los visitantes se encuentran transportados a una época pasada. El jardín secreto, repleto de olivos, ombúes y palos borrachos, acompañado por las flores de malvones, jazmines y rosales, les da la bienvenida en un entorno que parece salido directamente de un cuento de hadas. Laarquitectura neocolonial, caracterizada por sus balcones de madera y la cerámica de Talavera de la Reina de Toledo, teje una atmósfera única de belleza y misterio.
A medida que los visitantes exploran este encantador lugar, descubren elementos que evocan diferentes culturas y épocas. Un aljibe de mediados del siglo XIX, con un marcado estilo musulmán, se erige como un recordatorio de la influencia árabe que dejó su huella en el sur de España. Los intrincados diseños de mayólicas se entrelazan con el escenario, que presenta escaleras y desniveles, así como fuentes y bancos que invitan a la contemplación.
Pero la historia detrás de este lugar es tan fascinante como su estética. Fue construido en una época en la que un grupo de mentes creativas y visionarias en Argentina se propuso redefinir el estilo colonial y reavivar el nacionalismo en todas las formas artísticas. Martín Noel fue una de ellas, presidente de la Comisión Nacional de Bellas Artes y responsable del diseño del lujoso palacio en la década de 1920.
La casa contaba con salones de recepción, una biblioteca, una sala pequeña y un comedor en la primera planta, mientras que en el primer piso se encontraban las habitaciones privadas de la familia y el pabellón de cocheras. Utilizó elementos como la teja, el arco de medio punto, las columnas salomónicas y la madera tanto en la estructura como en la ornamentación.
Originalmente, el Museo Fernández Blanco, inaugurado en 1922, se encontraba en la calle Hipólito Yrigoyen 1420, en la casa del fundador Isaac Fernández Blanco. Años más tarde, en 1936, la ciudad de Buenos Aires recibió otra importante donación de arte hispanoamericano, esta vez de la colección del mismo Noel. En 1947, luego de que la municipalidad adquiriera el edificio de la calle Suipacha para dar origen al Museo Colonial, ambos museos se fusionaron en uno solo, con el Palacio Noel como única sede.
Los misterios del palacio
Este impactante edificio neocolonial, inicialmente construido como la residencia de la familia Noel, fue testigo de numerosas historias a lo largo de los años. Sin embargo, lo que más intriga a los visitantes del museo es la persistente leyenda de apariciones y fenómenos paranormales. En 1928, la antigua casona colonial alojó al presidente electo de los Estados Unidos, Herbert Hoover, a pedido de la embajada de EE. UU. Sin embargo,Hoover pidió ser cambiado de habitación después de pasar una noche allí debido a los extraños sonidos y ruidos que escuchaba que le impedían dormir.
Entre otras apariciones, una de las más conocidas es la que experimento un grupo de bailarines de flamenco que ensayaban en el patio del museo. Según relataron, vieron un objeto inmenso con forma de nube que se movía de manera inexplicable y a gran velocidad entre los árboles.
Hay muchas teorías detrás de estas apariciones. En un episodio de “En el camino”, el programa de TN conducido por Mario Markic, contaron cuáles pudieron ser los posibles eventos que embrujaron el palacio. Algunos creen que los espectros son esclavos que sufrieron una trágica muerte en tiempos pasados, enterrados a orillas del Río de La Plata, que en el momento en el que se construyó la casa, se encontraba a pocos metros del barrio de Retiro.
Otros especulan que el misterio podría involucrar al propio escritor Oliverio Girondo, quien residía en la casa contigua, ahora parte del museo. Esto lleva a la sospecha de que su fallecimiento podría estar relacionado con las supuestas apariciones fantasmales. Cabe destacar que, en 1967, cuando Girondo falleció, su velatorio se realizó en su propia residencia.
Sin embargo, la más espeluznante es la que involucra la historia de los mármoles que revisten las paredes del Palacio Noel. Cuando Doña Josefina Acosta adquirió el terreno en 1918, tenía la intención de construir una casa para sus hijos, Martín y Carlos Noel. Ambos vivieron con sus familias en el palacio hasta que vendieron la casa para que funcionara como museo.
Carlos Noel, hermano del arquitecto, se convirtió en intendente de Buenos Aires en el período de Marcelo T. de Alvear. Durante su gestión, cerró el cementerio Victoria, también conocido como el cementerio de los disidentes (para aquellos que no profesaban la religión católica), ubicado en lo que hoy es la Plaza Primero de Mayo, limitada por las calles Hipólito Yrigoyen, Pasco y Alsina. Después de trasladar los restos a otros cementerios de la ciudad, quedaron abandonados numerosos mármoles. Fue en ese momento cuando Carlos Noel decidió llevarse algunos de éstos para decorar su palacio y recubrir las paredes que actualmente conforman el museo. Se especula que, inadvertidamente, podría haber traído consigo algún espíritu junto con estos materiales.
Así que, mientras los visitantes pasean por las salas llenas de arte hispanoamericano en el Museo Fernández Blanco, presienten que este lugar es mucho más que una colección de obras maestras; es un testigo silencioso de historias pasadas y quizás, solo quizás, de misterios aún sin resolver que aguardan ser descubiertos en las sombras del Palacio Noel.
Quienes deseen explorar los jardines de estilo español y visitar las habitaciones de la mansión deben recordar que está abierto todos los días de la semana, excepto los martes. En cuanto a los horarios, abre de 11 a 19 los lunes, miércoles, jueves y viernes, y los sábados y domingos amplían su horario de apertura en 60 minutos.
Fuente: La Nación