En materia de desarrollo ferroviario China lleva indiscutidamente la delantera. En apenas una década, el gigante asiático construyó casi 40.000 km de vías de alta velocidad, más que la suma del resto del mundo, y quiere llegar a los 70.000 km para 2035. En camino a dicho objetivo, en el país se acaba de abrir al público la primera línea de alta velocidad construida sobre el agua.
La nueva línea ferroviaria se extiende 277 kilómetros a lo largo de la región de Fujian, cerca del Estrecho de Taiwán, y conecta a las ciudades costeras de Fuzhou, Zhangzhou y Xiamen, ambas en la provincia en el sureste de China.
La decisión de construir la línea no es casual. Fujian tiene un rol geopolítico clave por ser la parte de China continental más próxima a la isla autónoma de Taiwán. De hecho, la ciudad de Xiamen está a solo 10 kilómetros de distancia de Kinmen, la región más occidental de Taiwán. De acuerdo con Xinhua, la agencia de noticias del gobierno de la República Popular China, a principios de septiembre el Partido Comunista publicó una circular en la que se hablaba de “facilitar y mejorar la conectividad e integración entre Fujian y Taiwan”. Entre las propuestas que se hacían estaban la de construir un puente literal y metafórico sobre el estrecho.
Según informó China Railway, el operador ferroviario estatal, la velocidad máxima de los trenes de esta ruta es de 350 kilómetros por hora y, entre otros detalles, el recorrido atraviesa 84 puentes y 29 túneles. Para los 20 kilómetros de vías que pasan por el mar, el equipo de construcción usó robots inteligentes y acero resistente a la corrosión, respetuoso con el medio ambiente, para construir los tramos ferroviarios sobre el agua. Según indicaron desde medios de comunicación estatales, la obra fue un reto por la geografía montañosa del terreno.
El primer tren de la línea se estrenó el pasado jueves 28 de septiembre en el marco de una ceremonia en Fuzhou, desde donde salió a las 9:15 de la mañana. La nueva línea es solo uno de los muchos proyectos de infraestructura promocionados por el gobierno chino allá por 2016, cuando se anunció la iniciativa ferroviaria “Ocho horizontales y ocho verticales”.
La gran apuesta de China
El abismo que hay entre el nivel de desarrollo que alcanzó China y el resto del mundo puede explicarse, parcialmente, por los costos de inversión. Mientras que en China un kilómetro de vías de alta velocidad cuesta entre 15 y 18 millones de euros, en Europa la misma unidad asciende a entre 22 y 34 millones de euros.
Aunque el auge de la infraestructura en China es una cuestión de voluntad política, expertos e investigadores en el tema explican que el país “puede movilizar mucha mano de obra y materiales de construcción baratos”. Además, las constructoras usan enormes cantidades de acero, aluminio y otros materiales con alto contenido de carbono de origen local que impulsan la economía de ese país.
Otro motivo por el que Europa está lejos de ser rival de China en este campo es que el esfuerzo del viejo continente por desarrollar este sistema de transporte pasa por iniciativas nacionales e individuales, en lugar de centrarse en cooperativas de escala internacional, para coordinar horarios, tarifas y cruces de fronteras. En otras palabras, Europa necesita unificar su red de trenes de alta velocidad para que, por ejemplo, viajar de Madrid a Roma pueda ser posible pagando un único pasaje y evitando trasbordos incómodos, demoras innecesarias y sobreprecios por falta de flexibilidad.
Lejos de ser un interés exclusivamente sostenible, China apostó por este método para conectar a su territorio, pero también para facilitar la incidencia en las regiones autónomas del Tíbet, Mongolia Interior y Sinkiang, así como para exhibir su poder tecnológico a nivel internacional.
En la potencia mundial que inauguró la primera vía para trenes de alta velocidad recién en 2003, hoy la cantidad de viajes en tren supera a la de cualquier otro transporte y, en algunas rutas, es tal la preferencia del medio que hay vuelos que directamente fueron cancelados.
Fuente: Sol Valls, La Nación