En el corazón de la Ciudad de Buenos Aires, específicamente en límite entre el barrio de Recoleta y Retrio, surgió un rincón único que combina la arquitectura de Argentina con la deliciosa gastronomía local. Hace tan solo un mes, Clorindo abrió sus puertas en un patio escondido detrás de la Biblioteca Ricardo Güiraldes a dos cuadras de la Plaza Vicente López, y desde entonces, se convirtió en un lugar de encuentro y deleite para los amantes de la cultura, el arte y el buen café.
Nombrado en honor a Clorindo Testa, uno de los arquitectos más influyentes de Argentina, este espacio cautivador invita a los visitantes a experimentar la fusión entre la estética arquitectónica y el sabor exquisito de un café de especialidad. El lugar ofrece una experiencia única al aire libre en lo que parece un escondite secreto e invita a disfrutar de un ambiente relajado mientras se prueban platos únicos con ingredientes cuidadosamente seleccionados.
“Nos dieron la licitación del espacio hace menos de un año”, menciona Luis Amesti, uno de los socios detrás de la cafetería. Lo que hace que Clorindo sea aún más especial es su diseño arquitectónico cuidadosamente ambientado. Tanto la estructura como los colores del lugar rinden homenaje a la obra artística de Clorindo Testa. Los detalles elaborados y la disposición del espacio capturan la esencia de su legado, invitando a los visitantes a sumergirse en un entorno que refleja su diseño distintivo.
El lugar, que en otro tiempo sirvió como jardín de lectura y anfiteatro de la biblioteca, exhibe una arquitectura que evoca la esencia de Testa. Si bien la autoría exacta del diseño del patio es motivo de debate, su inconfundible estilo brutalista, caracterizado por sus formas geométricas y uso del hormigón, se asemeja a icónicas estructuras como la Biblioteca Nacional y el Banco de Londres, ambas creaciones de Testa. Los tonos azul, crema y naranja, distintivos del arquitecto, ya estaban presentes en algunas partes del patio, y la cafetería logró realzar y conservar esta esencia.
El estilo característico de Testa se distingue por su enfoque moderno y creativo. Sus diseños desafían las convenciones tradicionales al combinar elementos geométricos, formas esculturales y el uso innovador de materiales como el concreto. A través de estos elementos, Testa lograba una fusión única entre la funcionalidad arquitectónica y la expresión artística, creando espacios audaces y armoniosos al mismo tiempo.
“Lo que hicimos fue terminar de darle esa impronta y conservar esa esencia”, comparte Amesti con orgullo. La cafetería no solo es un homenaje a la arquitectura brutalista, sino también un destino para los amantes del café de alta calidad. Con Agustín Cairo, uno de los socios de la cafetería y también dueño de The Wine Bar, el equipo trae consigo una profunda experiencia en el rubro gastronómico. Aunque inicialmente se consideró la posibilidad de abrir otro tipo propuesta en el patio, las limitaciones espaciales hicieron que esa idea quedara descartada y la respuesta entusiasta de los clientes desde la apertura demostró que la elección fue la correcta.
Los detalles no fueron pasados por alto en la creación de esta cafetería única. Cada aspecto, desde los murales hasta las tazas de café, fueron meticulosamente pensados para armonizar con la estética del lugar. “Tenía una idea muy específica de cómo quería que fuera la vajilla”, explica Amesti, señalando las tazas de porcelana que complementan el aspecto general del lugar.
Clorindo también se ha convertido en un refugio para aquellos que buscan un espacio para trabajar. Durante las mañanas, muchos eligen hacer trabajo remoto mientras aprovechan el aire libre, ya que hay enchufes a lo largo de la pared exterior que facilitan una conexión cómoda.
Amesti agrega que están buscando sumar un recepcionista para que la entrada sea “más hospitalaria”. Los fines de semana, la cafetería se llena de visitantes, un “problema lindo” -dice- que refleja su creciente popularidad. Sin embargo, a pesar de no haber realizado campañas publicitarias en sus redes sociales, Clorindo logró atraer a un público curioso que pasa, entra y se queda para disfrutar de lo que la cafetería tiene para ofrecer.
Dentro de un edificio histórico
El bar Clorindo comparte su espacio con la Biblioteca Ricardo Güiraldes, una joya literaria que vale la pena explorar. La biblioteca se encuentra alojada en un edificio de gran relevancia histórica y arquitectónica. Este antiguo edificio estilo Tudor data de 1921 y fue testigo de múltiples transformaciones a lo largo de los años. Sus primeros dueños, el doctor Federico Helguera y la señora María Luisa Padilla, mandaron construir esta residencia familiar en la década de 1920.
Con una superficie cubierta de más de 500 m², distribuidos en subsuelo, planta baja, un patio andaluz y tres pisos altos con entrepisos y ascensor, el edificio se destaca por la fusión de elementos renacentistas y neogóticos de manera excepcional.
Cuenta con varios detalles arquitectónicos distintivos, como los abundantes entramados de madera que adornan su fachada y su interior, una gran escalera principal de roble, con baranda tallada y cielorrasos decorados.
Si bien su origen fue como vivienda privada, tuvo un destino distinto a medida que el tiempo fue avanzando. En 1980, la entonces Municipalidad de la Ciudad expropió el edificio y desde 1982 se convirtió en la sede de la Biblioteca Central. A pesar de esta transformación, los vestigios de los antiguos propietarios perduran en la estructura. Sus iniciales se conservan en los escudos familiares, la chimenea y los vitrales del primer piso, recordándonos el legado de quienes una vez llamaron hogar a esta fascinante edificación.
En definitiva, Clorindo se estableció como un nuevo spot en Recoleta, fusionando la arquitectura de renombre con la cocina de calidad y la cultura literaria en un solo espacio encantador. Una visita a este patio escondido no solo es un deleite para los sentidos, sino también un tributo a la rica herencia argentina.
Fuente: Candelaria Reinoso Taccone, La Nación