Fue parte del elenco de Clave de sol, Rebelde y Amándote II y se fue de vacaciones a Los Ángeles, durante diez días. Tenía un contrato para hacer más novelas cuando decidió quedarse y probar suerte, porque sintió que ese era su lugar en el mundo. Fue lavacopas, mozo y hoy es dueño de uno de los restaurantes más top de Beverly Hills. “Empecé de cero y hoy soy parte del sueño americano”, dice Guillermo Zapata.
Hijo del cantante y actor Rodolfo Zapata, también lo señalan como el doble de George Clooney por su notable parecido, aunque no le interesa explotar esa coincidencia del destino y tampoco lo conoce. Por estos días está de visita en nuestro país por el estreno de Lennons, la película que dirige José Cicala y que Zapata produce y en la que también tiene un personaje destacado. El actor y empresario cuenta su historia, explica por qué decidió quedarse en un lugar aparentemente tan ajeno a su vida y regresar a visitar a su familia recién ocho años después. También cuenta cómo se dio la oportunidad de convertirse en empresario gastronómico y ahora en productor de cine.
“Mi papá soñaba con que continuara con su legado y me dedicara a la música, pero no era lo que yo sentía. La música, en mi caso, es una herramienta más de la actuación. Mi papá lo entendió y me apoyó. Estudié teatro y mi primer trabajo fue en la serie Clave de sol, después en la novela Rebelde, con Ricardo Darín y Grecia Colmenares, y Amándote II, con Arnaldo André, y una serie para España que se llamó Tango, con Sancho Gracia y Luis Brandoni. Eso me despertó curiosidad y quise conocer la ‘meca del cine’. Hice una pausa, entonces, y a mis 22 años me fui de vacaciones a Los Ángeles, durante diez días. Pensaba volver, porque además tenía contrato con Raúl Lecouna para seguir trabajando; y además gracias a ese contrato me dieron la visa para viajar a los Estados Unidos. Pero me quedé y vivo allí desde 1992″, resume Zapata.
-¿Por qué te quedaste?
-Porque enseguida sentí que ese era mi lugar en el mundo. Tenía el dinero justo para esos pocos días de vacaciones, vivía con mi familia, no hablaba inglés y no tenía ningún conocido.
-Tenías todas en contra y, sin embargo, encontraste una puerta abierta…
-Sí, la puerta del corazón. Porque cuando abrís el corazón, te enamorás, formás una familia, encontrás tu camino. Mi corazón se abrió a esa cultura. Me gusta progresar, lucho y me preparo todos los días para eso. El día anterior a volver, decidí quedarme. Se me ocurrió que quizá podía trabajar en un restaurante, pregunté y efectivamente quienes recién llegan no saben hablar inglés y trabajan lavando platos y baños y a medida que aprenden, progresan. Y así fue. Llamé a mi papá desde un teléfono público y le dije que me quedaba, que no me fueran a buscar al aeropuerto. Creyó que era una broma y le expliqué. Fue muy duro para él y lo entendí cuando fui padre. Me dijo que dejaba mi país, mi idioma, mi gente y mi trabajo para ir a lavar platos, y tenía razón, pero era lo que yo quería. Volví a la Argentina 8 años después, a ver a mi familia. Y ellos no viajaron nunca, pero esos años fueron suficientes para instalarme. Tuve que ir derribando paredes y eso me daba más fuerza.
-¿Cómo fueron esos primeros años allí?
-Trabajé de lavaplatos y estudiaba inglés todo el día. A los siete meses pasé a ser mesero, a los dos años empecé el proceso de legalización para poder quedarme en los Estados Unidos y se me permitió aplicar para una agencia de modelos, porque vi que en Hollywood hay una competencia enorme y actuar era un poco más complicado. En 1995 me sumé como miembro de la asociación de actores americana y trabajé mucho como modelo, en publicidades, comerciales e hice pequeños personajes en series y películas.
-¿Cómo se dio la oportunidad de comprar un restaurante?
-Conocí a una pareja argentina que tenía este restaurante, Sur, ellos se querían volver y me asocié. El lugar estaba quebrado, le cambié el menú entre otras cosas y el restaurante creció muchísimo. Eso fue en 1998. A los dos años les compré su parte. Y en ese entonces también conocí a mi esposa, Nathalie, que es francesa y estaba de paseo en la ciudad, también para mejorar su inglés. Con el tiempo nos casamos y somos padres de Loulou (18) y Mia Rose (15).
-¿La conociste en el restaurante?
-Si, vino a comer con un amigo. Empezamos a salir y se dio cuenta que yo no la podía seguir a Europa así que se vino ella a Los Ángeles. Los dos armamos un ‘business’ plan e hicimos crecer el negocio. Y en el 2005 conocí a una pareja inglesa que invirtió dinero en el restaurante y ahí pasamos a otro nivel. Hoy es un restaurante de 250 mesas y uno de más concurridos de Beverly Hills. Pero nunca dejé de lado la actuación. Empecé de cero y hoy soy parte del sueño americano.
-Tenés un gran parecido a George Clooney, ¿fuiste su doble?
-No, porque no es algo que me interese; no es lo que quiero hacer. La gente empezó a decirme que era muy parecido. Pasados los 40, él marcó un prototipo de hombre con su look, sus canas y eso me favoreció. No quiero explotar ese parecido de una manera comercial.
-¿Lo conocés?
-No personalmente. Y eso que casi todas las estrellas de Hollywood vienen a mi restaurante.
-¿Cómo siguió tu camino en el mundo del espectáculo?
-Fui creciendo con el restaurante, y al actor siempre lo mantuve vivo. Hay un reality show que se emite en Bravo NBC y se llama Vanderpump Rules, y basado en nuestro restaurante. Soy uno de los productores y Lisa Vanderpump es mi socia. Llevamos once temporadas, y seguimos. Llegó un momento en que necesité seguir creciendo y me la jugué, como cuando compré el restaurante. Y empecé a producir y actuar en películas. El primero fue un corto que se llamó Tango amargo, y encendió el fuego otra vez, que no estaba apagado, pero le eché más leña. Por ese entonces conocí a José Cicala y a Gabriel Machado, nos hicimos amigos y se dio la posibilidad de producir en una película. Les mostré el guion de La sombra del gato, a Cicala le gustó, le puso su sello particular y la filmamos en el 2019, en Buenos Aires, y fue la primera vez que Danny Trejo vino al país. Hoy la película está en varias plataformas. Y ahora estrenamos Lennons, que es una historia de Cicala y me encantó. La filmamos en plena pandemia porque se dieron las circunstancias: la ciudad estaba vacía y pudimos usar hermosas locaciones, los actores tenían necesidad de actuar, y yo pude tomarme vacaciones y venir a filmar. Hicimos una comedia en una época tan oscura.
-¿De qué se trata?
-Es una historia hermosa y mi personaje es el de Don Aldo, el dueño de un circo en 1940. Por ciertas circunstancias, lleva a su bebé a un orfanato y pasados los años, es adoptado, crece y es un buscavidas que quiere ser y un productor famoso. Encuentra muchos parecidos entre las personas, busca dobles y encuentra a uno que es igual a John Lennon. Convence a un grupo de productores y dice que puede traer a Lennon a la Argentina para hacer un recital. Es una comedia muy divertida. De alguna manera esa historia me conecta con mi abuelo que fue un obrero, recorrió el mundo como marinero en la Fragata Sarmiento, era amante del teatro, escribió obras, actuó y yo creo que sigo ese legado. No llegué a conocerlo, falleció cuando yo tenía 2 años, pero su espíritu está dando vueltas por acá.
-Tu papá falleció en el 2019, ¿pudiste despedirte?
-No, porque falleció tres meses después de volverme a Los Ángeles. Cuando me despedí estaba bien; falleció en su cama, en nuestra casa de Bella Vista.
-Después de 30 años de vivir en los Estados Unidos, ¿qué sentís cuando venís al país?
-Argentina es como el primer amor; es mi ex y mi mejor amiga. Mi sangre es argentina, mis raíces están acá; no volvería a vivir a la Argentina como tampoco iría a Francia, porque mi lugar está en Los Ángeles. Cuando vengo me junto con mis compañeros de secundaria, paso lindas vacaciones y me lleno de energía porque, más allá de los problemas que hay, creo en el país e invierto. Creo que las cosas pueden mejorar. Soy un agradecido.
-¿Qué recuerdos tenés de tu experiencia como actor en nuestra televisión?
-Hermosos. Mi representante, Pedro Rosón, me consiguió un casting para Clave de sol y fue en vivo, en la serie. A partir de eso crearon un personaje y a la semana ya estaba trabajando. Estuve varios meses con el personaje de Nico. Sigo viendo a Sebastián Miranda, que vive en Los Ángeles y de vez en cuando nos tomamos un café, a Solange Mathou, que es abogada, al Colo López… En Rebelde era el empleado del personaje de Reina Reech, un bartender de su boliche y compartí escenas con Ricardo Darín y Grecia Colmerares, un orgullo porque los respeto y aprendí mucho de ellos. También tuve escenas con Arnaldo en Amándote II, una novela con proyección internacional; era el dueño de un gimnasio y personal trainer. Mantengo vivos esos recuerdos a pesar de que pasaron más de treinta años.
-¿Qué se viene ahora?
-Hay dos películas más filmadas. Una de ellas es Encantador, con Rodrigo Noya y dirigida por Cicala, que se estrena a fin de año. Y la otra se llama Las nubes, un policial con Diego Cremonesi, Alberto Ajaka, Andrea Rincón y dirección de Eduardo pinto. En ambas actúo y soy parte de la producción.
Fuente: Liliana Podestá, La Nación