Que sí, que no. Apenas se dio a conocer la noticia sobre la demolición de la única casa que había pertenecido a Marilyn Monroe, las reacciones no tardaron en llegar. Si bien la propiedad, de estilo colonial construida en 1929, no estaba contemplada dentro del programa de preservación de edificios y lugares de interés del Ayuntamiento de Los Ángeles, el Departamento de Construcción y Seguridad de la ciudad ya presentó los papeles para revocar el permiso de demolición solicitado por el actual propietario de la casa.
Esto sucedió gracias a la acción vecinal, al Consejo Ciudadano y a organismos proteccionistas del patrimonio cultural que se movilizaron no sólo para frenar el proceso de destrucción de la vivienda de la estrella de Hollywood, sino también para lograr que la construcción sea finalmente reconocida como monumento histórico.
HOGAR, DULCE HOGAR
En 1962, Marilyn compró su primera y única casa. La propiedad –ubicada en el barrio de Brentwood– tiene 270 metros cuadrados y refleja el clásico estilo californiano: techos con vigas de madera, paredes blancas, pisos de cerámica terracota y ornamentación española. En aquel entonces, la actriz de Los caballeros las prefieren rubias la adquirió por unos 77.500 dólares (hoy está valuada en más de ocho millones) y entre sus comodidades contaba en ese entonces con cuatro dormitorios, tres baños, una casa de huéspedes, una pileta y una pequeña huerta.
“Cualquier persona a la que le guste mi casa me va a caer bien enseguida”, confió a la revista Life tras instalarse en su nuevo hogar. Con las cajas todavía a medio desembalar, Monroe planeaba decorar los ambientes con objetos de diseño mexicanos que había encargado en su último viaje. Incluso esperaba la llegada de los nuevos muebles para el living. Sin embargo, su sueño quedó inconcluso al ser hallada sin vida, unos meses después, en su dormitorio.
Fuente: La Nación