Como centro de la vida cultural de los argentinos y también de extranjeros que están de visita, el Teatro Colón busca ahora ser también un polo de tracción gastronómico.
Así Blue, la marca de catering de la empresa nacional Grupo L, está trabajando en un proyecto de $ 200 millones para reconvertir dos de las confiterías que tiene en concesión, además de los foyers del emblemático teatro.
La confitería Viamonte, ubicada en el segundo piso del clásico edificio, es la más representativa del teatro y permite que quienes disfrutan de las funciones puedan tomar un vaso de vino o champagne acompañado de finger food en la previa del espectáculo, en el intervalo o al finalizar el mismo.
«El rediseño de Viamonte ya está terminado, al igual que la puesta en valor de las tres barras de foyer. Buscamos darle a nuestros visitantes una mejor experiencia, más confortable. Qué las gastronomía este a mismo nivel que el espectáculo», explicó a El Cronista Mariano Gomar, gerente de operaciones gastronómicas del Grupo L.
La empresa acaba de renovar por 5 años más la concesión de las confiterías del Teatro Colón: dos en el segundo piso, una en el cuarto y otra en el sexto piso, además de la Confitería del Pasaje de los Carruajes, el espacio ubicado frente a las boleterías del teatro en el pasaje abierto al público en general. La firma también tiene a su cargo, con otra de sus marcas Nutrire, el comedor del personal de la institución cultural que se ubica en el subsuelo y que abastece, además, a las confiterías.
«Ya ejecutamos más de la mitad del presupuesto y estamos en proceso de diseño de la reconversión de la confitería Tucumán», indicó Gomar. Para este espacio el objetivo es más ambicioso. «Estamos trabajando en un diseño, que deberá ser aprobado por las autoridades del Colón, para convertirlo en un restaurante que esté abierto, incluso, los días que no haya función», anticipó el responsable de negocio.
La iniciativa significa también un gran trabajo de posicionamiento para convertir al emblemático teatro en un lugar donde quedarse a comer después del espectáculo o ir aún cuando no se haya función.
Hoy, según números de la empresa, en un día de función, se hacen unos 300 ticket que corresponde a 2/3 personas en las barras del foyer y entre 4 y 6 en las confiterías.
«Nuestro objetivo es terminar el diseño este año para ponerlo en marcha en 2024 y ya estamos evaluando la posibilidad de una curaduría con un chef reconocido», detalló Gomar.
Por su lado, Sebastián Lusardi, director ejecutivo de Grupo L señaló: «Apostamos a preservar este lugar lleno de historia, arte y cultura, cuidándolo y trayendo la mejor gastronomía para ofrecer una experiencia culinaria a la altura de este increíble teatro».
¿Cómo serán los nuevos espacios gastronómicos del Colón?
La encargada de diseñar la renovación de Viamonte es la interiorista Coty Larguía. Con su estudio buscaron lograr un cambio pero teniendo en cuenta la importancia de la preservación de este patrimonio cultural.
«El mayor desafío a la hora de rediseñar la Confitería de Viamonte fue hacerlo desde el respeto que merece. Lo primero que pensé y lo que me inspiró fue la conexión emocional que teníamos que tener con sus usuarios, los abonados, los espectadores, los clientes, que desde hace décadas la sienten propia, teníamos que lograr que se sintieran más a gusto aún, no en otro lugar», explicó la especialista, quien remarcó que «se buscó capturar la esencia de este emblemático lugar, teniendo en cuenta su importancia en la comunidad artística y en la vida cultural de la ciudad».
Por eso realizaron un exhaustivo análisis de las necesidades de uso actuales de la confitería, con el objetivo de aumentar la capacidad de asientos y fomentar la interacción entre los visitantes en esos breves momentos que comparten en el lugar.
Para lograrlo, se tomaron varias decisiones de diseño. Se reemplazó la gran barra central por dos barras más pequeñas ubicadas en los extremos, lo que permitió una mejor circulación y se priorizó las áreas de asientos.
Además, se incorporaron distintas tipologías de mobiliario, destacándose un gran sillón central que se convirtió en el elemento principal de la confitería. La introducción de mesas bajas y mesas altas con banquetas facilitó la interacción y la comodidad de los visitantes.
Fuente: El Cronista