El Complejo Tita Merello, antes conocido como el Gran Cine Suipacha, se alza como un emblemático símbolo del entretenimiento en el corazón del microcentro porteño. Este edificio de 95 años de historia fue testigo de una variedad de películas que iluminaron sus pantallas a lo largo de décadas. Su ubicación en el número 442 de la calle Suipacha, entre las transitadas avenidas Corrientes y Lavalle, lo convierte en un faro cultural y artístico que resistió el paso del tiempo.
Desde su apertura en 1928, el complejo atravesó transformaciones y permaneció operativo a lo largo de las décadas, a pesar del declive general del circuito de cines de la calle Lavalle, el cual sufrió un rápido deterioro desde los años 80 debido a la irrupción de multicines en los centros comerciales.
En 1995, durante la presidencia de Carlos Saúl Menem, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) le otorgó una nueva identidad, convirtiéndolo en un Espacio INCAA, dedicado exclusivamente al cine nacional. Esta transición marcó un hito en su historia al ser rebautizado en honor a la querida cantante y actriz argentina como Complejo Tita Merello.
Sin embargo, a pesar de su rica historia y su contribución a la escena cultural porteña, el complejo cerró abruptamente sus puertas en la medianoche del 30 de junio de 2010. Trece años transcurrido desde entonces y actualmente el edificio se presenta en el mercado disponible para la venta por un precio de US$3 millones luego de una retasación.
El aviso de Zonaprop informa que el edificio tiene 1481 m² en total, con dos baños y seis toilettes, desarrollado en un lote de 14.34 x 45 metros.
“El edificio fue diseñado por el arquitecto húngaro Andrés Kalnay, quien fusionó elementos del art decó con su estilo arquitectónico tradicional de origen”, menciona la inmobiliaria porteña encargada de su comercialización. El anuncio de venta enfatiza su ubicación estratégica en el Centro Porteño y resalta su superficie de 1481 metros cuadrados. Con tres niveles y tres espacios que alguna vez albergaron salas de cine, el edificio está saturado de historias y memorias del pasado. Este icónico monumento, que alguna vez congregó a los amantes del cine nacional, ahora encara un futuro lleno de incertidumbre.
En un entorno donde las oficinas se desvanecen en los alrededores del microcentro, el futuro del Complejo Tita Merello permanece como un enigma sin resolver. Mientras tanto, el edificio continúa desempeñando un papel central en el relato de la ciudad, un espejo que refleja su pasado cultural y un misterio que desafía a aquellos que se sumergen en su historia y posibilidades.
Fuente: La Nación