Hace ya bastante tiempo que el Dibu Martínez persigue a Hernán Casciari: quiere hacer un libro. Pero Casciari siempre le dice que no.
“En realidad, no él personalmente, sino su equipo: su agente, su abogado”, aclara el escritor del otro lado del teléfono. Ante la insistencia, la respuesta siempre fue la misma: no. “Por falta de tiempo”, explica. Y un día Argentina salió campeón del mundo, las calles amanecieron de fiesta, el Dibu se erigió como héroe nacional, las cosas cambiaron radicalmente. Pero la respuesta siguió siendo la misma: no. “No quería que se viera como algo oportunista”, aclara.
El tiempo pasó, la espuma fue bajando —aunque nunca bajará del todo— y Casciari hizo una contrapuesta. Pensaba en algo más grande, más masivo, más colectivo, algo que involucrara a más gente. “Le contrapropuse hacer una película, que me parece mucho más divertido. M interesa el financiamiento colectivo, que la gente vea la creación de los guiones y los dibujos. Inmediatamente se coparon tanto el Dibu como su representante y su entorno”.
La tríada que había pensado para llevar adelante Emi On Off —este es el título—, además de él y Dibu, incluía a Liniers, uno de los ilustradores más reconocidos que tiene el país. Casciari no le fue con la idea volada, con la posibilidad, con el sueño. Le dijo: “Mirá, ésto ya está cocinado. Y me encantaría que mi coequiper fueras vos”. Ante tal proposición, las palabras que pronunció Liniers, según cuenta el escritor, fueron más o menos estas:
—Mirá, la semana pasada hablé con mi mujer y le prometí no involucrarme en ningún proyecto más este año porque estoy hasta las pelotas… pero no te puedo decir que no.
El recibimiento de Emiliano «Dibu» Martínez en Mar del Plata (Foto: Christian Heit)
Ahora, en esta fresca mañana de lunes donde el sol sale y se esconde, sale y se esconde, donde Casciari miró el celular, vio un mensaje para conversar y dijo “dale, llamame”, el proyecto está cada vez más cerca. Cada día, cada vez más cerca. Y se entusiasma: “Nos vamos a encontrar una vez por semana con Liniers. En la mayoría de esos encuentros que van a ser virtuales, porque él viven en Estados Unidos, se va a prender el Dibu, pero también mucha gente”.
“Vamos a hacer entrevistas con la mamá, con el papá, con el hermano, con su mejor amigo, con su esposa, porque en la construcción de la historia queremos tener las voces de todas las personas que lo acompañaron en la infancia, en la juventud y ahora mismo”, agrega.
“Un dibujo animado de ficción”. Así define Casciari a Emi On Off. “Muchos códigos para adultos y mucha diversión para los chicos”.
Y lo explica así: “Un personaje de 12 años que se llama Emiliano, que vive en Mar del Plata, que quiere hacer arquero, descubre en la escuela, en un momento muy aburrido de Matemática, que adentro del ombligo tiene un interruptor en donde puede parar el tiempo. Para el tiempo de todos, menos el suyo: él puede seguir caminando. Primero le provoca una sensación de enorme malestar porque empieza a tener insomnio cada vez que hace funcionar el interruptor”.
“Pero después, jugando al fútbol, se da cuenta que cuando viene un delantero solo con pelota dominada él puede parar el tiempo y fijarse bien para dónde va a patear y estar bien parado cuando activa el tiempo de vuelta. Pero al mismo tiempo se da cuenta que eso es trampa y deja de hacerlo. Pero el 18 de diciembre del 2023, cuando ya es grande y un negro francés viene solo con pelota dominada en el minuto 118, se da cuenta que tiene que volver a utilizar el método”.
Ricardo Siri, más conocido como Liniers, está en el proyecto «Emi On Off» (Foto: Adrian Escandar)
La serie animada del Dibu se enmarca en algo más grande que desde Orsai —revista, editorial y productora: comunidad— llamaron Cinco pelis. Todas están encaminadas: Pedro Saborido y Diego Capusotto preparan la comedia negra El Rayo de Arquímedes, Felipe Pigna el drama de época ambientado en 1927 Jaque al rey, Ana García Blaya y Chiri Basilis la serie distópica El fin del mundo, y Tamara Tenenbaum la comedia romántica La garganta del diablo.
Todas tienen el mismo método de financiación colectiva. La primera que hizo el colectivo Orsai fue la adaptación de La uruguaya, la novela de Pedro Mairal. La dirigió Ana García Blaya y se estrenó en el Festival de Cine de Mar del Plata el año pasado donde ganó el premio a la mejor dirección.
Durante el proceso de Emi On Off, habrá un backstage. “Eso está súper pensado para los chicos”, dice. “Porque va a ser semanal y va a ser como una especie de escuela de dibujo y de guion en donde no se dan cuenta que están aprendiendo mientras disfrutan de su ídolo”. De esos encuentros podrán participar con exclusividad los socios productores, que no son tipos de traje y corbata sino gente de la comunidad Orsai.
“Las personas que producen la serie animada son las personas que pueden participar e incluso tirar sugerencias y hacer cambios de guion. Es lo que venimos haciendo últimamente: películas donde no interviene ni el Incaa ni ninguna plataforma. Todo el dinero lo ponen en pequeñas partecitas miles de socios que participan de decisiones creativas cuando la película está en construcción y que después reciben absolutamente todas las ganancias cuando el producto se vende”.
Hernán Casciari (Foto: Adrián Escandar)
Y una vez terminada la serie, ¿qué ocurre con la proyección? “Nosotros vendemos al mejor postor”, dice. “Por ejemplo, la semana que viene se estrena La uruguayaen muchísimos cines del país. La compró Disney y son ellos los que la llevan al cine, después a Star+, pero compran algo cerrado. No se pueden meter. Justamente nuestro sistema lo que trata de preservar es que ni las plataformas ni nadie que ponga toda la torta se meta en nada”.
“Que compre algo ya terminado para que no funcione a base de algoritmo, sino a base de corazón. Nosotros queremos hacer cosas que nos gusten y nos chupa un huevo el algoritmo y todo lo que proponen las grandes plataformas, entonces vendemos lata cerrada. Y en este caso va a ser así.
“Todos los días hay un streaming”, dice Casciari envuelto en la rutina de trabajo. “Todos los días los socios productores de las cinco pelis, que ya son más de 2000, entran a ver. Entran los lunes y está trabajando Tamara Tenenbaum y pueden participar, cambiarle el nombre a los personajes”.
El recibimiento de Emiliano «Dibu» Martínez en Mar del Plata (Foto: Christian Heit)
El método colectivo, lo sabe, sigue siendo una rareza. Pero hay orgullo. “La editorial o en lo audiovisual y todas las cosas que hacemos siempre van por el costado de la industria sin romperle los huevos a la industria. A la industria le chupa un huevo lo que nosotros hacemos. Sí hay un visible decaimiento de lo industrial, no por culpa sino a raíz del algoritmo. Se hacen cosas cada vez más pasteurizadas. El sistema nuestro está mucho más ligado a lo creativo, pero es chiquitísimo”.
“Es un juego en donde no molestamos a los que hacen otra cosa, de hecho nos compró Disney el primer proyecto. No es que estamos dándole la espalda de industria, pero lo hacemos a nuestra manera porque tenemos un enorme capital dentro de la comunidad que, poniendo entre 50 y 100 dólares por bono, estamos haciendo películas de un millón y medio, dos millones de dólares. Tenemos una espalda económica muy fuerte para solventar proyectos sin que nadie se meta”, concluye.
Fuente: Infobae