Entre las calles del microcentro porteño se yergue el emblemático edificio Maple. Después de dos años de estar vacío, la construcción cambió de dueño: la desarrolladora IRSA le vendió por US$6,75 millones el histórico predio a la Universidad del CEMA, que luego de realizar obras y reformas lo usará como sede central de la casa de estudios.
El edificio construido en 1915 se encuentra precisamente en la calle bicentenaria Suipacha al 652, entre Viamonte y Tucumán, y su apodo deviene de la sede de la mueblería Maple que funcionó allí en el pasado. Así lo inmortaliza el tango de Gardel A media luz con su verso “pisito que puso Maple”. Con los años, también pasaron por la propiedad otras empresas como el Monitor de Medios Publicitarios, la Organización de Servicios Directos Empresarios (OSDE) y Tarshop.
El edificio fue construido en 1915
La propiedad comercializada exclusivamente por Newmark desde la pandemia consta de siete plantas flexibles de 1550 metros cuadrados, 62 unidades de cocheras y una superficie bruta locativa de 11.465 m², que se encontraban vacantes al momento de la transacción. Si bien tiene más de 100 años, la construcción fue reciclada y en esta renovación se incorporaron tres ascensores marca Thyssen, aire acondicionado central frío/calor y sistema de protección contra incendios.
Por dentro, se pueden apreciar el hall de entrada de doble altura con cúpula y balcones internos del primero piso y el ascensor antiguo de metal junto a una gran escalera que conduce a los primeros niveles.
Cuando la Universidad del CEMA reforme el edificio, quedarán atrás las decoraciones como falsas chimeneas y ventanas con paisajes detrás que ambientaban el showroom del local. Sin embargo, puede que permanezcan los espacios abiertos, como patios internos y una terraza verde en el último piso que se utilizará como área común de esparcimiento.
Desde la entidad educativa señalaron que la nueva sede triplicará la capacidad que tiene actualmente y estiman una inversión de US$8 millones. El plan supone configurar más de 42 aulas de tecnología híbrida, un aula magna para más de 400 alumnos, un comedor en el primer piso para más de 1000 personas y una biblioteca. En cuanto al resto de las plantas, el segundo nivel será ocupado con oficinas administrativas y del tercer a sexto piso habrá aulas con capacidad para 50 personas.
Los detalles de la operación
En cuanto a los números, el total de US$6,75 millones se fraccionó en distintas formas de pago: US$3 millones se pagaron en efectivo; U$750.000 mediante la entrega de tres unidades funcionales en un edificio de propiedad del comprador, con un contrato de comodato por 30 meses y del saldo remanente de US$3 millones; US$2,5 millones se abonarán en 10 cuotas semestrales, iguales y consecutivas de US$250.000, venciendo la primera a los 24 meses de la firma de la escritura, con un interés anual del 5%. El medio millón restante se pagará a través de la prestación de servicios por parte del comprador.
Para la empresa vendedora, IRSA, la operación también tiene un condimento nostálgico ya que se trata del primer edificio comprado por la firma en 1991. A partir de esta operación, destinarán los nuevos ingresos al avance de su plan “de consolidar un portfolio de oficinas premium en la ciudad de Buenos Aires”, según destacan desde la empresa y el resultado de la venta será reconocido en los Estados Contables de la Sociedad del primer trimestre del Período fiscal 2024.
Esta venta es otro empujón para el microcentro que atraviesa un proceso de recuperación, luego de que ser fuertemente golpeado por la pandemia. Al estar dentro del área de influencia de los beneficios promovidos por el Gobierno de la Ciudad, la universidad podrá utilizar los créditos que se ofrecen para revivir la zona.
Al igual que el edificio, la ubicación en la que fue construido también cuenta su propia historia. Llamada Santo Tomás en la época colonial, la calle Suipacha fue testigo de la prosperidad del tango en la década del 20´. En aquella época, nuevos bares y cafés se instalaban en la escena musical porteña, como Los Andes y Botagofo, que eran frecuentados por los hermanos De Caro (Julio, Francisco, Emilio y José), Eduardo Arolas y Ángel Villoldo. De ahí que tiene su aparición estelar en tangos como “Suipacha” y “Soy tremendo”, como también en obras literarias de Julio Cortázar y Roberto Arlt.
Su historia no es la única en dejar una impresión en la memoria de quienes lo conocen. Su imponente fachada contribuye con esta imagen colectiva, fijada por su estructura metálica con columnas de diversas reinterpretaciones neoclásicas de los órdenes clásicos, que complementan los grandes ventanales curvos de las plantas inferiores.
Fuente: La Nación