Es un lugar colmado de historias, detalles y juegos interactivos que prometen cautivar tanto a las infancias como al público adulto que creció acompañado de sus canciones y relatos.
El acto de inauguración contó con la presencia del ministro de Cultura, Tristán Bauer, y el intendente de Morón, Lucas Ghi.
Ubicada en la calle Tres de Febrero 547, en Villa Sarmiento, la vivienda donde el 1 de febrero de 1930 naciera María Elena Walsh, hija de Enrique Roberto Walsh y Lucía Monsalvo, se convirtió luego de estar deshabitada por muchos años en «Casa museo María Elena Walsh».
La transformación de la casa fue radical: tanto las paredes manchadas de humedad y con la pintura resquebrajada como los ventanales averiados y puertas oxidadas fueron restituidos por paredones de colores vibrantes y ventanas en tonos amarillos, verdes y celestes creando una atmósfera propia del aporte luminoso que Walsh hizo a la cultura argentina.
En la vereda de la vivienda, una escultura de la cuentista sentada en un banco con temple tranquilo recibe a quienes deseen explorar su historia. Una vez dentro del museo, una línea del tiempo desestructurada y divertida repasa su biografía a través de hitos claves desde su nacimiento hasta su muerte, en 2011, con un relato en primera persona que emula la voz de María Elena Walsh.
«Había una vez una casa. Mi papá la compró en 1923», se lee en la pared y también: «Parece que a los 15 ya escribía regularmente, porque me publicaron un poema en la revista El Hogar. ¡Qué emoción, mamita mía!».
«Recuerden lo que quieran, olviden lo que puedan, e inventen lo que falte. Porque la vida de un escritor es siempre incompleta: la completan sus lectores, si tienen suerte de conquistarlos», concluye la cronología de la autora de «Un elefante ocupa mucho espacio» que logró conquistar cuatro generaciones de lectoras y lectores.
La línea del tiempo está acompañada por objetos representativos de la infancia de la artista. Hay un reloj, un xilofón, una campana, un ábaco y hasta una ruleta; todos elementos con los que las personas pueden interactuar y que anticipa, de alguna forma, la cualidad lúdica de la propuesta del museo.
Según una escritura del 12 de junio de 1923, la casa fue comprada por el papá de María Elena a «The Buenos Aires Western Railway Limited Compañía del Ferrocarril del Oeste de Buenos Aires Limitada». Casi cien años después, a través de una gestión conjunta entre el Ministerio de Cultura de la Nación, el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y el Municipio de Morón, se compró en mayo de 2021 por 18.914.000 de pesos. Su reconstrucción y el desarrollo del contenido museológico implicó $151.191.625, según detalla en un comunicado el ministerio.
Walsh recordaba su casa como «muy grande, con jardín, patios, árboles frutales, gallinero, perro, gato, canarios, tortuga, bicicletas, libros y pianos», según escribió en el «Cuento de la Autora». «¿Qué más se puede pedir?», agregó en ese texto. ¿Habría imaginado que se convertiría en un amplio museo de seis salas atiborradas de objetos e historias?.
«Bienvenidos a mi casa», dice en el hall de la morada que evoca un poema de Walsh en el que describe las peculiaridades del hogar de su infancia: el «olor a tía», las «veredas de ladrillo con pastito» y «lluvia en tinas y patios con ranas adivinas». Se trata de un texto que incluye pictogramas para ejercitar la lectura en las infancias que recién se adentran en el universo de la palabra escrita.
Durante el recorrido inaugural, que contó también con la presencia del intendente de Pehuajó, Pablo Javier Zurro; y la subsecretaria de Políticas Culturas de la Provincia de Buenos Aires, Victoria Onetto; sonaron las canciones emblemáticas de la artista como «El reino del Revés» y «Canción del jacarandá».
La museóloga Maribel García fue quien presentó uno a uno los rincones del museo. En la primera sala del espacio se destaca la biblioteca de María Elena Walsh con libros como «La Ilíada» de Homero o los clásicos «Las aventuras de Pinocho» y «Oliver Twist» e incluso un muñeco del personaje del huevo Humpty Dumpty que aparece en el libro «Alicia en el país de las maravillas». Uno de ellos, cuenta la museóloga, resguarda un «helechito» guardado por la mismísima Walsh a modo de marca página. «Le gustaba leer lo que fuera, lo que encontraba leía. Ella agradece que le regalaran muchos libros. No la obligaban a leer, ella leía por placer», cuenta García.
Resguardado en una vitrina resalta un tren eléctrico acompañado de árboles y faroles: «El tren es muy importante. El papá trabajaba en la estación de trenes del ferrocarril, toda su vida tenía que ver con su sonido», repone la museóloga.
Cerca de la biblioteca hay un micrófono artesanal. «Este micrófono me lo hizo mi papá con palo de escoba y lata de dulce de membrillo, me encanta imitar a los cantantes», describe una tarjeta que recuerda la pasión de la artista por la música.
La sala también cuenta con cuadros colgados en las paredes que presentan el árbol genealógico de la familia Walsh con un estilo caricaturesco. Como una forma de acercar al público a la historia de la reconocida escritora, un gran marco dorado invita a colocarse detrás y sacarse fotos.
El espacio contiguo está abocado a conocer la historia del papá y la mamá de la compositora. Ahí el público conocerá cómo la madre fue una amante de las flores y del labial que era tendencia en esa época, y también cómo se desvivía por darle de comer a la familia numerosa que integró María Elena. Del papá, descubrirán cuáles eran los aromas que la artista asociaba a esta figura y un cuadro que le regalaron desde la Radio Capilla que el padre mostraba con orgullo en la vivienda.
¿Puede una casa condensar las distintas facetas de la prolifera figura de María Elena Walsh? La Casa Museo se acerca a este objetivo ambicioso a partir de dedicar también una sala al teatro, haciendo alusión al recorrido dramatúrgico de la creadora de los espectáculos «Canciones para mirar», destinado a infancias, y «Juguemos en el mundo», dirigido al público adulto. «Se quiso recrear lo que sucedía en el escenario», explica García. En este espacio, las infancias van a poder controlar las luces del escenario y probar diferentes vestuarios que están a disposición. «Se pueden disfrazar y jugar a ser artistas», presentó el intendente de Morón.
Con una bañera cargada de agua en la que navega la icónica tortuga Manuelita y la ciudad de París estampada en la pared, el ambiente de la vivienda que correspondía al baño se transformó en un homenaje a la canción «Manuelita la tortuga». Otra sorpresa del baño se encuentra en la canilla del tocador que invita a «abrir la canilla» y «escuchar». «Tantos años tardó en cruzar el mar que allí se volvió a arrugar y por eso regresó, vieja como se marchó, a buscar a su tortugo que la espera en Pehuajó», cantaba Walsh y es por eso que, en el otro extremo del ambiente, se encuentra un muñeco del tortugo.
Un empapelado de flores y colores rosas decora la ex habitación de Walsh que, junto a una mesita de luz y una cama antigua, contienen las historias oníricas de la poeta. «La mamá quería que se convirtiera en un ángel, tanto que ella soñaba que alrededor de ella había cuatro monjitas cantando alrededor de un micrófono rojo», revela García.
La última sala del recorrido es la de la cocina pero no por eso la menos importante. Símbolo de encuentro alrededor de las comidas, la cocina se resignifica con poesía y con una perspectiva de género. «La mesa es el lugar de reunión y también quisimos que fuera el lugar de la poesía, del cuento y donde pudiéramos acercarnos mucho más a la María Elena feminista», señala la museóloga sobre Walsh, quien a comienzos de los ‘80 escribió un artículo disruptivo pero elogiado por Borges y Neruda, llamado «Sepa por qué usted es machista».
Mientras que una de las paredes de la cocina retoma la siguiente cita: «Mis heroínas reales son esas mujeres que trabajan dentro y fuera de la casa, crían a sus hijos, se manejan con muy pocos recursos y pueden sacar todo a flote», en la mesa se despliega un video interactivo con poemas de la artista. En este espacio también hay alquimia a partir de recuperar la tradición de la familia de Walsh en la que, cuando no había remedios farmacéuticos disponibles, se curaban con preparaciones naturales.
«Lo que encontré es la imaginación desarrollada al extremo, como era ella que nos enseñó a imaginar. Acá está eso y es lo que salva el mundo: la creatividad y la imaginación», dijo a Télam con lágrimas en los ojos Teresa Parodi, primera ministra de Cultura en 2014.
En cada detalle de este nuevo museo, se esconde una porción de la historia de la vida de quien atravesó generaciones con sus obras y el jacarandá ubicado en el patio promete que, si pasan por aquí, «los chicos, quizá, se pondrán una escarapela del jacarandá».
Fuente: Leila Torres, Télam.