Aunque hoy reside en Madrid es un ciudadano del mundo que prodiga su talento por todos los escenarios, tanto en los españoles como en los ingleses y en los porteños, donde comenzó su carrera. Gerónimo Rauch debutó en el teatro musical interpretando el personaje de Marius en la versión local de Los Miserables, allá por el 2000. Al año siguiente fue Doody en Grease y de allí saltó a la fama al participar en el reality de TV Popstar y ser seleccionado para integrar el grupo Mambrú.
Luego de la separación del exitoso quinteto masculino, en 2005 fue convocado desde la Madre Patria para protagonizar otro musical de peso: Jesucristo Superstar. A partir de ahí empezó a ganarse un nombre en toda Europa: primero retomando el vínculo con el musical que lo vio nacer, Los Miserables, pero esta vez en el rol principal de Jean Valjean, y tanto en español (en 2010) como en inglés (en 2012), ya que luego de una temporada en Madrid y otra en Barcelona lo encarnó en el West End de Londres. Fue tal la repercusión de su primer trabajo en la capital inglesa que inmediatamente fue contratado para sumarse a ThePhantom of the Opera, en 2014, convirtiéndose así en el primer actor hispanoamericano en encarnar semejante rol icónico en su idioma original, el inglés. De regreso a España, participó en otros shows: Chicago, La llamada, El médico, Sunset Boulevard y, recientemente, Los puentes de Madison. En breve volverá a calzarse la máscara de El fantasma, en una nueva versión del clásico de Andrew Lloyd Webber, esta vez en español y junto a otros argentinos que viven en España.
Paralelamente al desarrollo de su actividad en el teatro musical, Rauch inició una carrera como cantante solista, grabando dos discos (Here, There and Everywhere, en 2016, con temas de Los Beatles, y Porque yo te amo, en 2018, con canciones de Raphael, Tiziano Ferro, Nino Bravo, Eros Ramazzotti, Sandro y Alejandro Sanz) y ofreciendo conciertos en Europa y en la Argentina. Aquí primero se presentó en el Teatro Maipo, luego en el Teatro Colón y más tarde en el Luna Park. Ahora acaba de regresar al país para estrenar This Is Me, un recital titulado así en honor al hit del film musical The Greatest Showman. La cita es este viernes y sábado, a las 21, en el Teatro Avenida.
DIEGO SPIVACOW / AFV
–¿En qué consiste This Is Me? ¿Será un recorrido exclusivo por los temas más emblemáticos de tus musicales o incluirá también otras canciones?
–Este es un concierto que yo hubiera querido hacer tres años atrás para celebrar mis dos décadas de carrera, que las cumplí en 2020, pero por la pandemia no pudo ser. Me parece una buena excusa para recorrer el repertorio de toda mi carrera y la carta de presentación es This Is Me, este soy yo, que fui mutando de Mambrú a los musicales y, dentro de ellos, del rock (por Jesucristo Superstar) a lo más operístico (por El fantasma de la ópera). No habrá ningún tema de Mambrú, si a eso te referís con la segunda parte de tu pregunta, pero sí estará como invitado Germán Tripel (uno de los integrantes del recordado grupo pop).
–¿Y temas de tus álbumes solistas?
–Sí, incluiré algunos temas de mis discos solistas, los que son más This Is Me, los más Gerónimo Rauch, como “El sueño imposible”, que es de un musical (El hombre de la Mancha), pero estaba en mi último álbum. Y “Something” y “Come Together”, que son las dos canciones de los Beatles que me marcaron como cantante.
Yo soy un cantante de canciones épicas. Canto canciones que no dejan indiferente a nadie, canciones que no están hechas para entretener
–Venís de hacer varios musicales al hilo y pronto te sumarás a otro. ¿En qué quedó tu carrera de cantante crossover?
–No quedó en el olvido, nada que ver. En realidad esto, lo de This Is me, es lo del cantante crossover: conciertos donde cuento mi vida a través de la música. La diferencia entre Michael Bublé (el mayor ejemplo de cantante crossover) y yo es que él no hace musicales. Lo mismo pasaba con Josh Groban, pero ahora él está protagonizando en Broadway Sweeney Todd. Yo soy un crooner que canta musicales, esa podría ser una definición de lo que hago. Pero existe otra que me define aún más: yo soy un cantante de canciones épicas. Canto canciones que no dejan indiferente a nadie, canciones que no están hechas para entretener. En mi repertorio sólo hay canciones trascendentes, hechas para conmover, emocionar y transportar al público hacia otros mundos.
–Este año volverás a protagonizar El fantasma de la ópera, el musical más ligado a la lírica. A tu época pop y a tu carrera en los musicales y como cantante crossover, ¿le podría seguir un período eminentemente operístico?
–Como expresión de deseos o como cuenta a saldar, te diría que sí. Pero no lo veo posible a mi edad, fundamentalmente por la dedicación que eso me demandaría. Todo lo clásico requiere de una disciplina extrema y de un estilo de vida brutal. Es como una especie de sacerdocio absoluto en el que todos los días tenés que prepararte de la misma manera para hacer siempre lo mismo. Cuando me veas en This Is Me comprobarás que esa fidelidad a un solo estilo me sería imposible porque hoy yo soy muchas cosas: por algo empiezo cantando la canción de The Greatest Showman y de ahí paso a cantar una zarzuela.
–Cambio la pregunta: ¿se avecina un Gerónimo Rauch españolísimo?
–Aquí nunca canté una zarzuela, pero en España sí, dentro de un concierto de ópera y clásico, y también en una presentación en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Haré el aria “No puede ser”, de la zarzuela La tabernera del puerto. Hay ciertos lugares que se merecen el desafío de cantar una zarzuela, como el Teatro Avenida. Pero cantar más de una, mmm… no sé.
–Esta es tu primera vez en esta sala histórica, donde han pasado los más grandes cantantes líricos y de la música española. ¿Cuáles son tus expectativas?
–Las expectativas ya las cumplí: en cuanto puse un pie en el escenario corroboré su extraordinaria acústica. Lo primero que hice fue cantar un par de frases y aplaudir un poco, el tipo de cosas que hacen los cantantes clásicos, y comprobé que la resonancia es infinita, maravillosa. Los cantantes somos como murciélagos, ellos se guían según los reflejos del eco del sonido que generan. Nosotros también, inmediatamente sabemos en qué lugar del escenario nos escuchamos mejor y hacia dónde nos conviene proyectar la voz.
–¿Y acá el murciélago Rauch como se sintió?
–Como se dice en España: ¡de puta madre! (risas). La última vez que canté en Argentina fue en el Colón y eso dejó la vara muy alta. Bueno, el Avenida no le va en zaga en cuanto a acústica. Será un placer cantar aquí. Me encanta cantar en espacios que fueron creados para que el sonido se propague, no como esos cines que se han transformados en teatros y que son fatales.
–En 2014 protagonizaste El fantasma de la ópera en inglés y ahora lo volverás a hacer, pero en castellano. ¿Cuán distinto es trabajar en uno y otro idioma? ¿Uno es más difícil que el otro?
–Sí, hice dos años El fantasma… en Londres, en el Her Majesty´s Theatre. En español es muchísimo más difícil. Porque los anglosajones tienen muchos monosílabos y nosotros no, eso complica la respiración y el fraseo. El fraseo es muy distinto, salvo que el musical se haya escrito primero en una lengua latina y luego pasado al inglés, como ocurrió con Los Miserables, que fue escrita en francés y después fue traducida al inglés. Por eso el fraseo de Los Miserables nunca me resultó complicado; en cambio, el de El fantasma…, un musical que fue creado directamente en inglés, tiene una cadencia complicadísima, que te obliga a respirar en lugares distintos a los habituales.
–El fantasma de la ópera ya se había representado en España. ¿Esta versión será igual a aquella, sujeta al original inglés, o presentará algunas variaciones?
–Será diferente y por eso estoy un poco ansioso. Esta versión no es un calco del original sino que se trata de una licencia. Antes El fantasma… no admitía ningún cambio; ahora, por primera vez, presentará modificaciones. Por eso todos los ojos del mundo estarán puestos sobre esta versión, para ver si el futuro de este musical irá por ese lado o no. Como te imaginarás, yo me siento muy responsable de lo que pueda llegar a pasar.
–¿En qué consistirá la “recreación” de El fantasma de la ópera?
–No se tocarán ni el guion ni la partitura, pero la puesta en escena será diferente. La recreación estará a cargo del director italiano Federico Bellone, quien quiere modernizar un poco el lenguaje escénico. La versión original tenía mucho de “la comedia del arte”; él, ahora, quiere que el lenguaje esté más relacionado con las audiencias actuales. Y si bien se mantendrá el famoso candelabro y algunos elementos que no se pueden quitar, la escenografía será completamente nueva. Lo fascinante de la versión original era que el director Harold Prince había concebido que la obra se hiciese como se hacía teatro en el 1800; por eso los candelabros que aparecían desde abajo del escenario lo hacían por un sistema mecánico de poleas, propulsado a todo pulmón, a través de fuerza humana. Todo eso para recrear la mística de la época en que transcurría la historia. Ahora, lo interesante, es que no deberé repetir exactamente los gestos que había instituido el intérprete original de El fantasma…, Michael Crawford, que, como había sido clown, hacía muchas cosas con las manos. En esta ocasión podré crear mi propia versión y, quién te dice, tal vez los próximos fantasmas repliquen lo que yo conciba. Me encantaría que eso sucediera, sería un honor. Empezaremos a ensayar el 31 de julio para estrenar el 3 de octubre.
–Acabás de terminar en Madrid la temporada del musical Los puentes de Madison. ¿Qué tal resultó artísticamente la experiencia?
–Fue algo increíble, para mí fue un proceso transformador, ya que estuve involucrado desde un principio en la producción del proyecto. Le presenté la idea a Gustavo Yankelevich y a él le encantó, luego se sumó Alberto Negrín como director, quien se enamoró tanto del libreto como de la música. Para mí, Los puentes de Madison significó un gran desafío como actor, por eso de tener que enamorarme todas las noches de una persona y de mantener ese sentimiento tan fresco y espontáneo, como si en cada función sucediera por primera vez.
–¿Por qué creés que no tuvo el éxito esperado?
–Yo creo que todavía, a nivel social, España no está preparada para algo tan profundo, para algo que te haga pensar. Si comparás a Los puentes de Madison con los títulos que en ese momento estaban en cartel coincidirás en algo: todos eran bien “up” y tenían un solo objetivo, entretener.
–A propósito, ¿cómo es hoy el panorama de las comedias musicales en España? ¿Madrid es la tercera capital mundial del género?
–Y… más allá de lo que te acabo de apuntar, el panorama es espectacular. Esta temporada se van a estrenar 14 producciones que superan los dos millones de euros. Por eso no tengo dudas de que Madrid es la tercera capital del teatro, al menos en lo que respecta al género musical, del mundo. Está después de Nueva York y Londres, pero de habla hispana es la número uno.
–Trabajaste en Buenos Aires, Madrid y Londres. ¿Broadway es una asignatura pendiente?
–¿Te soy sincero? No, Broadway no es una asignatura pendiente. Londres tampoco lo era, pero llegó la propuesta y allí fui. Y si de repente me ofrecieran algo en Broadway no sé qué diría, pero no soy muy american way of life. La única vez que fui a Nueva York fue en el 2000 y me alcanzó. Pero a Londres iría todos los fines de semana, es más una cuestión cultural. En fin, si Broadway llega, llega, y si no, no siento que tenga una cuenta pendiente. Creo que estoy en un camino en el que prefiero meterme en proyectos desde cero, como fue Los puentes de Madison, o este mismo recital que me trae a Buenos Aires, donde soy uno de los productores. También me estoy ocupando en persona de mi próximo disco, que grabaré el año próximo en España, tanto en inglés como en español, y estará integrado exclusivamente por temas de musicales.
–¿Te sentís finalmente profeta en tu tierra, o te falta algo para serlo del todo, como protagonizar un gran musical en la avenida Corrientes?
–Mi sueño es poder hacer en la Argentina El fantasma de la ópera. A lo largo de estos años recibí varias propuestas para volver a hacer teatro aquí, pero en ninguno de los casos sentí que se tratara del musical correcto. Yo confío que en algún momento el indicado va a llegar. De todos modos, yo ya me siento profeta en mi tierra. Acá la gente me viene a ver a los recitales porque es lo único que les puedo dar por ahora; por el momento sólo les puedo ofrecer un poquito de El fantasma de la ópera, otro tanto de Los Miserables, una pizca de Jesucristo Superstar o un fragmento de Sunset Boulevard, pero ya llegará el gran musical que nos deje felices a todos.
Cuándo son los recitales
Gerónimo Rauch se presenta este viernes 7 y sábado 8 de julio con This Is Me, junto a la orquesta dirigida por Tomás Mayer Wolf. La cita es en el Teatro Avenida, en Avenida de Mayo 1222. Las entradas están a la venta en la boletería del teatro y en Ticketek.
Fuente: La Nación, Gustavo Lladós.