¿Es el baile de Mr. Darcy y Elizabeth Bennet el origen de nuestro tango?

Por Gabriela Luz Dolce Núñez, especial para DiariodeCultura.com.ar.

La contradanza o country-dance inglesa está presente en el origen del tango aunque las dos influencias musicales más fuertes son la española y la francesa teñidas de ritmos africanos: las células embrionarias del tango desde los bailes de salón de Jane Austen a óperas como “Carmen” hasta el arrabal y la milonga del Rio de la Plata.

Los orígenes musicales del tango lo vinculan sobre todo con dos vertientes: la francesa-cubana y la española. Sin embargo, el origen de la danza del tango está muy ligado a la contradanza o country-dance inglesa, que era un tipo de danza social de salón en la que varias parejas bailaban, ya sea en hileras o en círculos al ritmo del vals o la música cortesana y folclórica inglesa en boga en ese momento (siglo XVII al siglo XIX). Como referencia a este tipo de danza es muy fácil recurrir a las escenas de grandes bailes en las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Jane Austen, como “Orgullo y prejuicio”.

La contradanza inglesa se popularizó mucho en Francia y tomó la forma de Cotillion y posteriormente Quadrille (square dance o danza en forma de cuadrado o ronda). Santo Domingo, la actual capital de República Dominicana, en ese momento bajo dominio francés, recibió en su territorio a esta danza que “tenía en sí un elemento que habría de seducir poderosamente al negro” (El intérprete musical, de Edelmiro Mayer ). Tiempo después, el 14 de Agosto de 1791 se inicia en la isla de Santo Domingo la revuelta de esclavos: luchaban por la abolición de la esclavitud. Esto provocó el desembarco de los colonos franceses en Cuba, que ofrecía el refugio más seguro y próximo. Fue allí, en Santiago de Cuba y en La Habana , que la contradanza inglesa-francesa, concebida como una danza de figuras e hileras, como una danza coral, tomó su cariz de sensualidad demasiado escandaloso para la alta sociedad europea.

En palabras de Edelmiro Mayer, de su libro “El intérprete musical”, de 1888, “la danza habanera no es otra cosa que la antigua contradanza, modificada por el clima de los trópicos”. La contradanza cubana pasó a ser el primer género de música de la isla que pudo ser exportado y fue tomado por la mayoría de los compositores criollos del siglo XIX. De la contradanza en 6 x8 nacieron los géneros que hoy se llaman la clave, la criolla y la guajira. De la contradanza en 2 x 4 nacieron las danzas de la habanera y el danzón y sus consecuentes híbridos.

Por ejemplo “La Paloma”, de Sebastián de Iradier obedece a lo que se clasifica como una habanera, que se consolida durante la primera mitad del siglo XIX, y alude a una canción que sintetiza elementos de las danzas de salón europeas y referentes rítmicos africanos, caracterizándose por la repetición, por lo general a lo largo de toda la pieza y en la parte del acompañamiento, de una célula rítmica compuesta de un saltillo de negra y dos corcheas en compás de dos cuartos.

Esta contradanza convertida en danza pasa nuevamente a Europa como habanera y tiene un éxito descomunal. En Francia, el compositor Georges Bizet, copia nota por nota otra habanera de Iradier, creyéndola anónima de tradición popular, y la incluye en su ópera “Carmen” (1875). Esta ópera es actualmente la más representada del mundo y su aria del primer acto, una de las más famosas del repertorio operístico. “L’Amour est un Oiseau Rebelle” (“El Amor es un Pájaro Rebelde”), es esta habanera de Iradier-Bizet, y se conoce comúnmente como “La Habanera”.

Desde Francia la habanera es proyectada hacia todos los confines del mundo, logrando inmensa popularidad en el ámbito del Río de la Plata, como pieza de salón por París, y por Madrid como pieza cantable de zarzuela. Quedan así cristalizadas las dos vías de incursión más fuertes para lo que sería el tango: la vía española y la francesa.

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Gabriela Luz Dolce Nuñez es Lic. en Periodismo U.C.A