El colegio San Cayetano de Mar del Plata tiene proyectado un cambio grande para el año ciclo lectivo del año que viene: van a implementar un retraso en el inicio de clases del turno mañana.
“La idea es que los chicos ingresen a clases a las 9. No obstante, la institución estará abierta desde las 8. Entre las 8 y las 9, el proyecto contempla que los alumnos puedan entrar en forma libre y tener tutorías: que pueden llevar sus dispositivos y trabajar en cosas concretas que tengan que ver con la escuela, junto a preceptores y profesores que estarán presentes para ayudarlos a organizarse, a preparar un examen o algún trabajo”, explicó Jorge Caruso, director del nivel secundario, quien precisó que el cambio se está a llevando adelante de manera paulatina, en diálogo con la comunidad educativa.
El director del nivel secundario del colegio de Mar del Plata destacó, además, que como la institución cuenta con un turno de tarde y otro de mañana, están trabajando para acondicionar las instalaciones en función de que puedan convivir, y no retrasar el horario de ingreso de los alumnos vespertinos. “Habría una superposición, porque los chicos del turno tarde deberían entrar entre las 13 y 14, entonces necesitamos espacios adecuados”, explicó.
El rendimiento escolar es una de las materias de política pública en la que los gobiernos de diferentes espacios políticos trataron –y tratan– de mejorar. Y en la Argentina es un motivo de preocupación desde hace unos años: por ejemplo, un indicador que muestra el deterioro de la educación es que el 46% de los alumnos de tercer grado de primaria se ubica en el nivel más bajo de lectura, según los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) de 2019. Esto significa que al leer textos adecuados a su edad, no son capaces de localizar información o relaciones presentadas literalmente ni de realizar inferencias a partir de información sugerida, destacada o reiterada. En otras palabras, casi la mitad de los chicos no entiende lo que lee.
Y si bien las restricciones presupuestarias históricamente constituyeron uno de los obstáculos para llevar adelante progresos en el ámbito educativo, un sector de expertos insiste con una estrategia que no demandaría grandes inversiones y podría dar buenos resultados: retrasar el horario de ingreso a clases de los alumnos que cursan a la mañana.
Hace unos años, un estudio científico argentino, publicado en la revista Nature Human Behaviour, demostró que solo con retrasar el horario de ingreso a clases de los alumnos de secundaria en el turno de mañana los indicadores de comprensión de textos y de resolución de problemas matemáticos, entre otros, podrían prosperar.
Pero, ¿es posible hacer este cambio en la estructura educativa argentina?
“En general, nuestros hallazgos indican que el horario de la mañana comienza demasiado temprano en relación con los ritmos internos de los adolescentes. Si bien el cronotipo de los jóvenes se alinea parcialmente con el horario escolar matutino, esta compensación es insuficiente y, aún considerando las siestas, los estudiantes que asisten a la escuela por la mañana no alcanzan el mínimo de ocho horas de sueño recomendado”, concluyó ese estudio, titulado La interacción del cronotipo y el horario escolar predice el rendimiento escolar, llevado adelante por los científicos argentinos Andrea Goldin, Mariano Sigman, Gisela Braier, Diego Golombek y Juliana Leone.
El relevamiento, realizado en junio de 2015, incluyó a 753 estudiantes de primero y quinto año de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, de la ciudad de Buenos Aires. Demostró que el 93% de los jóvenes estudiados duermen menos de ocho horas. Para quienes cursan el último año, las horas de sueño se reducen, en promedio, a menos de 6,75.
El cronotipo indica la preferencia horaria de una persona y define cuán noctámbula o matutina es. En la jerga científica, y tal como se especifica en el estudio, se los nombra como búhos y alondras, respectivamente. “El caso más notable es el de los adolescentes, que tienen un cronotipo claramente noctámbulo o búho. Uno podría sospechar que esto se debe a una cuestión cultural y, de hecho, claro que sí: se quedan chateando hasta cualquier hora, en fiestas, o cenan a la medianoche. Pero esta cuestión cultural se monta sobre la necesidad biológica, que es el hecho de que las agujas del reloj biológico de los adolescentes apuntan hacia más tarde”, detalló Diego Golombek, coautor de la investigación, doctor en Biología, profesor plenario de la Universidad de San Andrés, e Investigador Superior del Conicet.
“Jet lag social”
En la Argentina, el ingreso a las aulas en el horario matutino es, en general, a las 7.30. Las escuelas que lo hacen más tarde, como mucho, permiten el comienzo de clases a las 7.45. Para Golombek, este horario es “extremadamente temprano”. Introdujo entonces del concepto de “jet lag social”, que hace referencia al jet lag, que se produce cuando una persona atraviesa husos horarios, volando hacia el este o el oeste.
“El jet lag social ocurre sin movernos de nuestra casa, cuando nuestro tiempo interno no se condice con el tiempo externo o social. En los adolescentes es muy marcado, porque tienen que levantarse muy temprano para ir a la escuela, y su reloj biológico les dice que todavía necesitan dormir un poco más”, explicó el biólogo.
Además, dijo que el retraso de horario no tiene que ser abrupto, sino de unos minutos, dado que sabe que el sueño no tiene buena prensa. “Hay una idea de que quienes se despiertan más tarde son vagos”, señaló.
Para Golombek, con aplazar el horario de ingreso idealmente no antes de las 8.30, no solo limita mucho el ausentismo y las llegadas tarde, sino que mejora la salud y el desempeño escolar de los estudiantes.
Alejandro Andersson, médico neurólogo y director del Instituto de Neurología de Buenos Aires, destacó el rol de la melatonina en la adolescencia, que definió como la hormona que ejerce como la “directora de orquesta” del sueño. “Durante la juventud, la secreción de melatonina se retrasa, y es la razón por la que los adolescentes tienen una tendencia natural a quedarse despiertos en la noche y a dormir más tarde en la mañana”, explicó el neurólogo.
Precisó, además, que la falta de sueño impacta negativamente en la atención, en la memoria, en la capacidad de aprendizaje, y eso lleva a un menor rendimiento y puede provocar fatiga crónica, estrés, y problemas de salud.
Cómo implementarlo
Entre 2019 y 2021, Golombek se desempeñó como director del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) de la Argentina. Consultado por LA NACION sobre la posibilidad de proponer, desde su lugar de funcionario, la posibilidad de retrasar el horario de ingreso a clases para el nivel secundario, el biólogo recordó que la llegada de la pandemia “impidió profundizar el tema”.
En tanto, una funcionaria cercana a Jaime Perczyk, ministro de Educación de la Nación, indicó a este medio que si bien “puede ser un caso de estudio”, cada provincia deberá plantearlo y debatirlo dentro de sus carteras educativas.
Sin embargo, destacó que para que pueda convertirse en una política pública a nivel nacional, el informe científico argentino publicado en la revista Nature Human Behaviour, es muy reducido. “En la Argentina tenemos muchísimas regiones con geografías muy diversas, en las que el sol sale y se esconde en distintos horarios. Por eso, no es posible extrapolar esta investigación a otros rincones de nuestro territorio, y hacer de ello una política pública”, señaló la funcionaria.
Martín Zurita, secretario ejecutivo de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba), enfatizó en diálogo con LA NACIÓN la necesidad de promover la innovación en la educación. “El ecosistema educativo actual es reactivo al cambio. La tendencia es a la centralización estatal y el control, en desmedro de la autonomía. La innovación debería ser política de estado y objeto de investigación en los ministerios. El mensaje a todos los actores de la educación debería ser de dejar de sostener el statu quo”, indicó Zurita.
Fernando Nandin, representante de Tigre Montessori School, habló de la necesidad de trabajar con las familias en la responsabilidad de mejorar los hábitos de sueño de los adolescentes. “Cambiar el horario de la escuela sin previa toma de conciencia y acción por parte de cada familia lo único que generará es un desfase en todas las actividades. En lugar de jugar a la playstation hasta la medianoche, los jóvenes jugarán hasta las 00.30 porque saben que entran más tarde a la escuela. Esto redundaría en un esfuerzo enorme que terminaría en nada”, señaló Nandin.
Fuente: Delfina Celichini, La Nación