La gran marquesina en el Majestic Theatre anunciando la presentación de El fantasma de la ópera ya era una verdadera marca, una de las tantas, de la ciudad de Nueva York. Hace 35 años que está ahí. Pero una de las obras más vistas creadas por el británico Andrew Lloyd Webber llega a su fin este domingo en medio de un clima de fin de ciclo que despierta diferentes reacciones entre los miles de fanáticos de este comedia musical tan asociada con la ciudad norteamericana.
El recorrido de esta mega producción es, en verdad, único. Durante todo este tiempo, desde el estreno en la noche del9 de enero de 1988, la sala con capacidad de 1.600 butacas estuvo llena (salvo, claro está, durante la pandemia y los efectos que dejó en el circuito teatral de Nueva York). Para el momento del estreno el elenco estuvo encabezado por Michael Crawford, Sarah Brightman y Steve Barton. Aquella temporada la producción obtuvo 7 Premios Tony. A lo largo de este tiempo, el espectáculo dirigido por Harold Prince vendió casi 20 millones de entradas logrando una recaudación de más demil millones de dólares. En términos puramente económicos, tomando en cuenta que para su montaje la inversión inicial fue de “apenas” unos 8 millones, se trató de un negocio rendidor a lo largo de tres décadas. Claro que la pandemia dejó sus secuelas.
El montaje había regresado a ofrecer funciones el 21 de octubre de 2021 con una especie de “refresh” de su vestuario y su escenografía. Ya en aquel entonces, antes signos de disminución en cantidad de espectadores, se comenzó a hablar del final de El fantasma de la ópera previsto para este año. Hay que aclarar que el costo de esta gran maquinaria de ficción tiene lo suyo; escenarios giratorios, artilugios escénicos en movimiento, un total de 22 cambios escenográficos, un vestuario sumamente elaborado, un numeroso elenco, su orquesta y la famosa araña de 450 kilos que amenaza destrozarse sobre la cabeza de los espectadores de la platea preferencial que pagaban unos 900 dólares para estar sentados allí. Desde que se repuso en la era post-Covid, los ingresos por taquilla han fluctuado generando pérdidas de un millón de dólares semanales. De a poco, las grandes canciones de este icónico musical (que incluye temas como “Masquerade”, “Angel of Music”, “All I Ask of You” y “The Music of the Night”) fueron perdiendo seguidores en la sala. El fantasma… empezaba a transitar un camino desconocido: el de la zozobra.
En septiembre del año pasado se anunció que este título icónico iba a despedirse el 18 de febrero. El productor británico Cameron Macintosh aseguró que el desequilibrio entre los costos de la producción y los ingresos en taquilla hacían inviable mantener el espectáculo en cartel después de tanto tiempo. Levantar el telón, aseguró, implicaba un costo de 950.000 dólares netos, 100.000 dólares más que antes del Covid. Y se sumaba otro dato: el descenso en el turismo internacional, una de los principales fuentes de ingresos en Broadway.
Desde que corrió la noticia, el impacto hizo que muchos fanáticos que se conocen la historia de memoria como, seguramente, algunos nuevos espectadores se acercaran a la sala aumentando el flujo de venta que estaba teniendo la obra. En las cuatro últimas semanas se han superado los tres millones de dólares en cada una de ellas, retrasando el fin de este ciclo hasta este domingo en el cual los actores Ben Crawford, Emilie Kouatchou y John Riddle encabecen la última función. Como parte de esta despedida, Andrew Lloyd Webber recibió el viernes la llave de la ciudad de Nueva York de manos del alcalde Eric Adams. El compositor, quien en marzo perdió a su hijo mayor, Nicholas, de 43 años; agradeció a la comunidad de Broadway por hacerlo sentir parte de ella, a pesar de ser británico.
De todos modos, la leyenda continúa. Como contraposición y para alegría de la legión de seguidores de la obra, del otro lado del Atlántico la versión londinense continúa en cartel: es el musical más longevo del West End, el famoso enclave británico de las grandes producciones teatrales. En términos globales, hay otras versiones que se están presentando en Japón, China, Corea, Grecia, Italia, República Checa y Suecia, mientras que se prepara la versión madrileña supervisada por Antonio Banderas, socio deAndrew Lloyd Weber. Pero en Nueva York, cuando la marquesina del Majestic se oscurezca y El fantasma de la ópera pase a ser un recuerdo, la cultura de la ciudad perderá a uno de sus íconos culturales.
En la obra se cuenta la historia de Erik, un enigmático genio musical que se esconde detrás de una máscara para ocultar una enfermedad que le deforma la cara, que se enamora de Cristina, una joven y talentosa artista. La primera versión de esta trama gótica se publicó en el diario francés Le Gaulois bajo el formato de entregas convirtiéndose en una de las novelas francesas más famosas del siglo XX. La historia, escrita por Gaston Leroux, fue un verdadero éxito. Desde el 23 de septiembre de 1909 hasta enero del año siguiente, el diario agotó sus 30.000 ejemplares diarios gracias a esta trama de desencuentro amoroso. En la mixtura de escenas de terror, misterio y crítica social el romance de este fantasma que habitaba un teatro marcó una época. Como yapa para esta parte de la historia, muchos hechos que se narraban estaban basados en sucesos reales que tuvieron lugar en un sitio decididamente glamoroso: la Ópera de París.
Aquel relato trágico de un amor no correspondido tuvo innumerables versiones teatrales, cinematográficas y televisivas. En 1984, el compositor, director y productor Andrew Lloyd Webber, el creador de títulos comoEvita, Cats, Sunset Boulevard y Cinderella (La Cenicienta), estrenó su propia versión en un teatro del West End londinense. Nuevamente, la historia y su flamante versión fueron éxito de público y de crítica. Tanto que, dos años más tarde llegó a Broadway, en Nueva York, encabezando la lista de las obras más vistas de la competitiva liga de teatros de la Gran Manzana. Luego, salió a recorrer el mundo y fue vista por más de 145 millones de espectadores en 183 ciudades. Se ha presentado en 17 idiomas en más de 70.000 representaciones. Sólo en Broadway, el musical tuvo más de 13.700 funciones para 19 millones de personas en The Majestic Theatre.
En Buenos Aires, El fantasma de la Ópera se presentó en la temporada de 2009, en el teatro Ópera con producción de Daniel Grinbank. Ayer, justamente este señor vital tanto en el mundo del rock como en el de los grandes musicales en Buenos Aires, en su cuenta de Twitter recordó aquella experiencia. “Mañana El fantasma de la ópera tendrá su última función en Broadway, luego de 13.981 funciones. Siempre recordaré esta gran obra de Andrew Lloyd Weber por los hermosos momentos que viví viéndola y que fue mi aproximación más certera al mundo de los musicales como público y como productor”, señaló. Como tantos fanáticos (los que se hacen llamar phan, por The Phantom of the Opera, su título en inglés) no hacen otra cosa que expresar su tristeza por este fin de ciclo.
Tal es el fanatismo (¿o phanatismo?) que ha generado esta historia llevada a escena que el diario The New York Times resume algunos de estos casos. “Frank Radice, un operador de un centro de llamadas de Long Island, le propuso matrimonio a su esposa en una instalación fantasma dentro del museo de cera Madame Tussauds; y Tracy O’Neill, de Connecticut, usó ‘All I Ask of You’ del musical, como su canción de boda. Elizabeth Dellario, una trabajadora tecnológica de la ciudad de Nueva York, nombró a sus gatos Christine y Erik en honor a los personajes de la obra. Erin Castro, una asistente de oficina de Los Ángeles, hace figuras de Lego del elenco. Katie Yelinek, una bibliotecaria de Pensilvania que lo ha visto 69 veces, dijo: ‘Honestamente puedo decir que he moldeado mi vida adulta en torno a ir a ver Phantom’”. apunta el diario norteamericano.
Desde esta noche, la gran lámpara del Majestic Theatre formará parte del pasado.
Fuente: Alejandro Cruz, La Nación