Un grabado de 1885 de Pocahontas, que vivió desde 1595 hasta 1617: nació en Virginia y murió en Gravesend, ribera sur del Támesis, Inglaterra (Getty)
Su verdadero nombre era Matoaka, y su apodo, Pokahantesú. Los ingleses la convirtieron en Pocahontas, que en lengua algonquina significa “Divertida”. Paradoja: muy poco de divertido tuvo su vida, apagada apenas a los 21 años. Pocahontas, que para más de medio mundo fue una princesa india de leyenda (libros y cine), vivió, sufrió y murió en este mundo.
Nacida y llamada Werowocomoco en Virginia, entonces colonia inglesa, en 1595, murió el 21 de marzo de 1617 en Gravesend, ribera sur del Támesis, Inglaterra. Hace cerca de 400 años. Y 409 que se casó con el inglés John Rolfe. Sus huesos yacen en la iglesia de Gravesend, Kent.
Fue la bellísima hija mayor del gran jefe Wahunsonacock, líder del pueblo indio de los Powhatansu, y de Nonoma Winanuske Matatiske.
Su pueblo, empujado por la conquista española, se asentó en Virginia y Maryland, donde crearon con otras tribus la poderosa confederación Tsenacommacah: 200 aldeas, 30 poblaciones, 15 mil almas en 20.500 kilómetros cuadrados, y una fuerte economía con base en el maíz y el tabaco. Una especie de nación feliz pero condenada a chocar con el hombre blanco europeo. La verdadera raíz de la leyenda…
En 1995, el sello Disney lanzó un romántico film sobre la vida de Pocahontas. Según el guión, la princesa se enamoró del inglés John Smith en pleno y ardiente conflicto entre los colonos de la Rubia Albión y los pueblos indígenas, su familia le salvó la vida, y Smith partió a su patria muy enfermo. Pero los hechos no sucedieron así.
En 1607, mientras colonos y nativos derramaban su sangre en luchas continuas, John Smith, almirante y explorador, llegó a Virginia al frente de cien hombres.
Un día entre los días (bello giro de Las Mil y Una Noches), mientras navegaba por el río Chickahominy, fue capturado por una partida de los Powhatan y arrastrado a la casa de la familia de Pocahontas.
La ilustración antigua muestra a Pocahontas, hija del jefe Powhatan, salvando al capitán John Smith de la muerte arrojándose entre él y sus atacantes indios (Getty)
En este punto, el suceso se bifurca. Según Smith en su bitácora, estuvo en una gran fiesta, y más tarde habló con el jefe indio. Luego, en una carta dirigida a la reina Ana, cuenta que Pocahontas se arrojó sobre él para protegerlo cuando estaba a punto de ser ejecutado. Pero otra versión dice que Smith urdió esa mentira para lograr fama. Además, Pocahontas tenía en ese momento¡12 años! Mal podía haberlo salvado, y menos que a raíz de ese episodio vivieran un romance.
En 1613, a sus 18 años, Pocahontas fue –como tantas veces– al asentamiento inglés de Jamestown para ayudar a los colonos, jaqueados por el hambre. Pero el 13 de abril de ese año, Samuel Argall, oficial de marina y aventurero, la secuestró, y exigió como rescate la libertad de prisioneros ingleses en poder de su padre.
La princesa pasó un largo año en cautiverio. Pero otro inglés, John Rolfe, rico plantador de tabaco, decidió hacerla su mujer, y logró un acuerdo para liberarla a cambio de casarse con ella.
No hay registro, además de esa promesa, de que Rolfe haya pagado dinero por el canje. Aunque es probable: ¿porqué le interesaría esa boda al aventurero Argall?
Y así, Matoaka, y luego Pocanhontas, fue bautizada en la fe cristiana y pasó a llamarse Rebecca. Y el 5 de abril de 1614, en Virginia, se casó con su salvador. Unión histórica: ¡el primer matrimonio registrado entre un europeo y un nativa americana!
John Rolfe, un rico plantador de tabaco, se enamoró de Pocahontas y decidió hacerla su mujer: se la llevó a Inglaterra en 1615
El padre de Pocahontas no se opuso a la boda: los indios no condenaban los matrimonios mixtos. En cambio, Rolfe tuvo que escribirle una carta al gobernador de la colonia para conseguir su permiso. “No me mueve un desenfrenado deseo carnal, sino el bien de la plantación, el honor de nuestro país, la gloria de Dios, mi propia salvación, y la conversión al verdadero conocimiento de Dios y Jesucristo de una criatura no creyente, Pokahuntas”.
La unión sirvió para reducir las querellas entre indios y europeos hasta la firma de la paz. Para mostrar el éxito de su empresa de colonización en América, Rolfe no tenía nada mejor: una joven “salvaje”, convertida al cristianismo y casada con un inglés.
Como «El buen salvaje»: mito y lugar común del pensamiento y la literatura de Europa en la Edad Moderna. Y subterfugio para anular su rebeldía ante la colonización a sangre y fuego…
Dos siglos después, durante la conquista del oeste norteamericano, no se acudió a ningún subterfugio. El lema fue “el mejor indio es el indio muerto”.
Y otro día entre los días, Rebecca–Pocahontas se topó, por azar, con John Smith. Pero no dijo una palabra. Giró su cabeza y huyó. Hay otras versiones, que nunca pudieron comprobarse con documentos históricos, que señalan que en ese encuentro podría haber surgido el romance que Disney tomó y convirtió en una exitosa película de animación infantil en 1995.
La historia real, es la contracara de la versión del film de Disney.»Siempre quisimos hacer una historia tipo Romeo y Julieta, de dos persona diferentes que se encuentran y chocan», dijo Peter Schneider, jefe de la división animada de Walt Disney, el día del estrenó del film.
«Pocahontas» fue la primera película animada de la compañía de Disney Pictures en basarse en la historia de una persona real: fue lanzada en 1995
La princesa Pocahontas, en 1615, tuvo a su único hijo:Thomas, y viajó a Inglaterra con su marido y diez indios powhatan.
En Londres fue muy popular, y también muy apreciada por la sociedad inglesa más inclinada a discriminar. Y llegó a ser presentada ante el rey Jacobo I de Inglaterra y la reina consorte, Ana.
Thomas Rolfe fue educado en Inglaterra, y volvió a la colonia en 1640. Allí hizo una gran fortuna e inició una de las familias más importantes de Virginia.
En 1617, la familia Rolfe se embarcó con proa hacia Virginia. Pero la princesa del pueblo Pohwatan no pudo ser de la partida. Una altísima fiebre (tal vez viruela, neumonía o tuberculosis) se la llevó. Tenía apenas 21 años.
Y su vida no fue un cuento de hadas ni un film encantador. Fue una historia de desarraigo, de trueque (usada como moneda de cambio), y de muerte prematura.
* El artículo original fue escrito por el periodista Alfredo Serra y publicado el 9 de abril de 2017.
Fuente: Infobae