La Semana del cine italiano, un festín en pantalla

La selección que se ve en Cinépolis Recoleta hasta este 5 de abril, incluye varias películas que se destacaron en festivales del mundo, con la presencia de directores y directoras que charlarán con el público.

Apenas seis meses después de la edición número ocho, la Semana de Cine Italiano toma nuevamente por asalto una de las salas del complejo Cinépolis Recoleta para ofrecer casi una docena de largometrajes producidos recientemente en el país con forma de bota. Conviven en la programación, como siempre, películas de fuertes ambiciones populares con títulos que recorrieron los más prestigiosos festivales del mundo. 

En esta ocasión, los organizadores –entre quienes se cuentan la Embajada de Italia, el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires y la casi centenaria Cinecittà– echaron toda la carne al asador e invitaron a seis realizadores para acompañar y presentar sus creaciones ante el público porteño, todo un record para este tipo de encuentros anuales. Algunos de los films que son exhibidos entre este jueves 30 y el miércoles 5 de abril –dos funciones solamente por cada título– ya han sido adquiridos para su distribución comercial en el país, por lo que se exhiben en carácter de preestreno. Otros, en cambio, no tienen garantizado un estreno local futuro, por lo que se trata de una oportunidad única para poder apreciarlos en pantalla grande.

“Renovar el compromiso con el público para mostrar un cine italiano de calidad” es la meta de la novena edición de la Semana, según afirma el texto introductorio. Para ello, se ofrecen “once films que representan la producción del cine italiano actual, con temáticas variadas, directoras y directores consagrados y jóvenes con nuevas miradas, propuestas estéticas y temáticas diversas”. Como suele ser la costumbre en muchos festivales, la película de apertura ofrece un relato narrativamente accesible y universal en términos emocionales, reuniendo asimismo a un realizador muy conocido por el público local con un reparto que incluye al ubicuo Toni Servillo, la gran estrella de il cinema italiano contemporáneo. Paolo Genovese, el director de ese batacazo internacional llamado Perfectos desconocidos (2016), origen de no menos de quince remakes realizadas a lo largo y ancho del mundo, describe en el comienzo de El primer día de mi vida un intento de suicidio detenido justo a tiempo por un misterioso hombre (Servillo, desde luego).

Quien intenta quitarse la vida es una mujer policía interpretada por Margherita Buy, pero no estará sola. En el transcurso de esa misma velada, el hombre sin nombre recoge a otros tres suicidas –una exgimnasta que se mueve en silla de ruedas, un niño cansado de su fama en las redes sociales y un conferencista motivacional que se quedó sin gasolina existencial– y los lleva a un pequeño hotel para pasar la noche. A partir de ese momento, cualquier parecido con la última media hora de ¡Qué bello es vivir! no es casual: el hombre en cuestión es algo así como un ángel (aunque la terminología católica no tiene lugar en el relato) cuyo trabajo consiste en ofrecerles a sus protegidos la oportunidad de arrepentirse del desesperado acto y seguir con sus vidas en la tierra. Como si fueran fantasmas que nadie más puede ver, los cuatro personajes comienzan a recorrer las calles de la ciudad y son testigos de cómo es la vida sin su presencia, punto de partida para un film ostentosamente emotivo.

De un carácter definitivamente más realista, Una femminaópera prima del calabrés Francesco Costabile que tuvo su bautismo de fuego en el Festival de Berlín, encuentra en su protagonista a una auténtica rebelde, aunque esa rebeldía surja no sin dolores y bajo el más sepulcral de los silencios. Es que Rosa, joven habitante de un pequeñísimo poblado rural en el interior de Calabria, vive no sólo bajo los mandatos familiares sino también siguiendo el código de silencio de la Ndrangheta, la poderosa mafia de esa región de Italia. 

El prólogo de la película, con una niña que aún no logra comprender lo que ocurre a su alrededor, no deja lugar a duda: la muerte de su madre no fue exactamente tal y como sus familiares la describen en el presente. Ese descubrimiento, entre otros, es el que llevará a Rosa (notable performance de la debutante Lina Siciliano, cuyo rostro se asemeja por momentos a un puño cerrado por la bronca) a rebelarse contra los suyos. Con el correr de los minutos, Una femmina –que posee varios puntos de contacto temáticos con la reciente A Chiara, de Jonas Carpignano– va imponiendo la idea de que el sometimiento de esa “hembra” en particular puede transformarse en ejemplo cabal de un grito de hastío ante el estado de las cosas. Desde luego, traicionar a su propia familia y, al mismo tiempo, a la temible organización criminal que organiza la vida de todos no será tarea sencilla.

A diferencia de Francesco Costabile, que presentará su película en las dos funciones programadas, además de conversar con la audiencia al término de las proyecciones, el realizador Mario Martone no será de la partida de los visitantes italianos en Buenos Aires. A pesar de ello, sí estará representado por sus dos últimos largometrajes. En Nostalgia, basada en la novela de Ermanno Rea, Pierfrancesco Favino interpreta a un hombre de mediana edad que regresa por primera vez al barrio napolitano que lo vio nacer luego de cuarenta años de ausencia. Un exilio autoimpuesto en Egipto que ha cambiado su manera de ser y de pensar, e incluso su religión. Pero las calles siguen siendo las mismas y aunque Felice (el nombre guarda indudablemente una ironía) ya no puede hablar el italiano sin acento, el reencuentro con la madre no hace más que potenciar la sensación de raigambre que parecía perdida. La trama incorpora un elemento de apariencia secundaria que va ocupando crecientemente el lugar central: una amistad de juventud con un hombre que ahora maneja el barrio con mano de hierro, amo y señor de las drogas y la prostitución.

Estrenada en 2021 en el Festival de Venecia, El rey de la risa, el film inmediatamente anterior de Martone, presenta nuevamente a Toni Servillo, esta vez en la piel del actor y dramaturgo Eduardo Scarpetta. Sin ser una biopic en sentido estricto, la película describe el enfrentamiento de Scarpetta –padre de otro comediante italiano de alcurnia, Eduardo De Filippo– con el gran poeta Gabriele D’Annunzio, quien lo acusó públicamente de plagio, quizá sin comprender del todo la definición del término “parodia”. No hay dos sin tres, y siguen los relatos de grandes artistas del pasado reciente con Servillo en los títulos de apertura: el inolvidable protagonista de La grande bellezza encabeza también el reparto de Extrañeza, la película de Roberto Andò en la cual interpreta al escritor Luigi Pirandello.

La presencia de las realizadoras en la Semana de Cine Italiano no es menor. Chiara Bellosi estará en Buenos Aires presentando su segundo largometraje de ficción, Las sillas voladoras, otro título que pasó por la Berlinale 2022, en la sección Panorama. Se trata de un cuento intimista que retrata la improbable amistad entre una adolescente, Benedetta, y Amanda, trabajadora de una feria ambulante que acaba de llegar a las afueras de la ciudad. El hecho de que la chica sufra (y no poco) por sus costumbres alimenticias y sobrepeso, y la joven feriante sea transgénero, aportan sus buenas dosis de sensibilidad queer. 

Por fortuna, Bellosi prefiere no presionar en exceso los botones de la corrección política ligada al body shaming y su fuerte descansa en la dinámica de ese vínculo que comienza de la manera más sencilla posible –una amistad entre dos seres humanos que escapan de la “normalidad” que los rodea– para ingresar en zonas bastante más complejas e inesperadas. La actriz Giulia Louise Steigerwalt, en tanto, debuta en el rol de directora con Septiembre, de inminente estreno en la Argentina. Una comedia sobre las relaciones humanas, tema abierto a mil variaciones que, en sus manos, encuentra varios puntos de contacto con el cine independiente de los Estados Unidos.

Pero la más destacable de las creaciones femeninas detrás de las cámaras, y tal vez la joya de la corona de esta 9° Semana de Cine Italiano, es Pequeño cuerpo, otra ópera prima que pasó un tanto inadvertida en la edición 2021 del Festival de Cannes, tal vez por tratarse de una entrega aún marcada por las cuarentenas pandémicas. Laura Samani conjura un tono único para narrar la historia de Agata, joven habitante de un pueblo de pescadores a comienzos del siglo XX. Piccolo Corpo comienza con un parto arduo que culmina con una beba no nacida, su diminuto cuerpo expulsado sin vida. Agata escucha la noticia de que muy lejos, cruzando el mar hacia el norte, existe un santuario milagroso que permite que los fetos paridos en esas condiciones logren dar un par de respiros, permitiendo de esa manera el bautismo, sacramento que evita el limbo al cual el dogma católico los condena (ese detalle particular está basado estrictamente en datos de la realidad histórica). Luego de desenterrar el pequeño ataúd improvisado en el cual fue enterrado el cadáver, bien lejos del camposanto, Agata parte en busca de su destino sin tomar en cuenta las dificultades y peligros que seguramente la esperan en el camino.

Con un rigor formal que se entrelaza felizmente con la reconstrucción minimalista de época, Samani construye una pequeña fábula que, en más de un sentido, reinventa los relatos de aventuras clásicos. Aquí no hay caballeros, dragones ni princesas enclaustradas en castillos, pero sí ladrones de caminos, minas de carbón que prometen acabar con la vida de cualquier mujer que ose ingresar en sus entrañas y una búsqueda espiritual delimitada en un primer momento por siglos de dogmatismo religioso. A Ágata la acompaña un muchacho que no es visto como tal por sus padres, en un relato donde las mujeres ocupan un lugar central más allá del rol secundario asignado por la sociedad. 

Nostalgia.

Primadonna, de Marta Savina, reconstruye de manera mucho más tradicional otro pasado opresivo, el de una mujer obligada a casarse contra su voluntad en la Sicilia de los años 60 luego de ser violada, un típico caso de “matrimonio reparador”. Basado en hechos reales, el guion empuja a la protagonista a convertirse en una luchadora por sus propios derechos, punto de partida para –no sin esfuerzo y penurias– sentar las bases de un primer caso de jurisprudencia. No es casual que el título internacional en inglés sea The Girl From Tomorrow, “la chica del mañana”.

Mucho más ligera y definidamente contemporánea, Márgenes, dirigida por Niccolò Falsetti, encuentra en un trío de amigos fanáticos del punk hardcore, a su vez integrantes de una banda poco exitosa, una versión moderna de los viejos vitelloni de Fellini. Desde el más joven al más veterano del grupo, la vida parece girar alrededor de la música y los recitales, en desmedro de profesiones y paternidades. Cuando la probable visita de una banda punk americana promete cambiarles la vida, si es que logran hacerse cargo del pequeño gig, la búsqueda de fondos económicos y un lugar en el cual hacer realidad ese sueño se transforman en una verdadera obsesión, que nuevamente hace tambalear la vida de todos y cada uno de ellos. 

Márgenes es en parte una comedia, aunque el tono realista pone de relieve las contradicciones de los protagonistas, transformándola en una suerte de relato de crecimiento un poco tardío, dada la edad de los muchachotes. Los títulos de cierre agradecen a una docena de grupos de punk rock de Italia y los Estados Unidos, y la secuencia climática del recital contó indudablemente con la ayuda de varias decenas de seguidores del género como extras.

La programación de la 9° Semana de Cine Italiano se completa con otra ópera prima de un actor de trayectoria, Vincenzo Pirrotta, presentada en las Giornate degli Autori del Festival de Venecia. El extraño título Rompehuesos tiene una razón de ser, ya que sus protagonistas integran una banda de pequeños criminales dedicados a romper los huesos de sus clientes/víctimas, con la intención transparente de cobrar el dinero correspondiente del seguro. La realidad casi siempre supera a la ficción. El guion está basado en una noticia periodística publicada en 2018, dedicada a hechos ocurridos en la ciudad de Palermo, pero el tratamiento ficcional se acerca por momentos a las tonalidades de la commedia all’italiana más extrema, con un grupo de personajes miserables dispuestos a todo. O casi todo.

9° Semana de Cine Italiano. Jueves 30 de marzo al miércoles 5 de abril, Cinépolis Recoleta. Programación completa, días y horarios en su página de FacebookVenta de entradas en el sitio de Cinépolis

Fuente: Página 12