Considerada la sucesora de Edith Piaf, Zaz (Isabelle Geffroy) hace más de una década agota entradas en todo el mundo. Su fama no desdibujó su espíritu de trotamundos y la cantante nacida en Tours en los 80, aún conserva la frescura y potencia de sus años de artista callejera. No habla español y, sin embargo, su voz parece conectar muy bien con el público latino que, a lo largo de los años, no hizo más que abrazarla y adoptarla. Luego de cuatro exitosos discos que tuvieron como resultado tres giras mundiales, el próximo abril regresará a la Argentina y se presentará en Córdoba (Qualitty Estadio, el 19 de abril), Rosario (Metropolitano, 21 de abril) y Buenos Aires (Luna Park, 22 de abril) con su Organique Tour. Además, girará por Chile, México, Brasil, Uruguay y Perú.
Durante la cuarentena que afectó al mundo en 2020, comenzó a trabajar en Isa, su quinto álbum de estudio, junto al productor holandés REYN. En conjunto, le dieron vida a una producción con letras íntimas y la voz viva y conmovedora que caracteriza a la artista. En una charla con LA NACION, Zaz se sinceró sobre su vínculo con la música y la fama, su relación con el público argentino y adelantó los detalles de su nuevo álbum en vistas a una nueva visita al país.
–¿Qué expectativas tenés para esta nueva visita a la Argentina?
–Me parece una locura. Siento que fue ayer la última vez que visité la Argentina ¡pero fue hace una eternidad, ya pasaron 8 años! Al principio me generaba algo de inseguridad volver después de tanto tiempo… me preguntaba si la gente iba a querer venir. Pero, a la vez, algo en mí tiene la certeza de que la gente que me seguía hace ocho años también sigue mi música hoy y vendrá a verme. Tengo muchos recuerdos muy lindos de la Argentina, cuando vine con mi organización Zazimut hicimos muchos proyectos en barrios vulnerables. En aquella oportunidad, visitamos una villa y di un concierto, la seguridad no esperaba que yo tuviera ese contacto tan cercano e intenso con el público y fue muy emocionante.
–¿Cómo fue esa experiencia de trabajar junto a tu ONG Zazimut la última vez que visitaste el país?
–Visitamos la villa 1-11-14, trabajamos con mujeres pacientes toxicológicas y di un concierto allí un día antes de tocar en el Luna Park. Fue una emoción muy grande. Sentí una conexión enorme con la gente de allí a pesar de que no podíamos charlar porque no hablábamos el mismo idioma: yo lo hacía en francés y ellos en español, pero aún así nos conectamos muchísimo. Con la misma organización hicimos otro evento en Plaza de Mayo, allí me puse a cantar y había gente que no me conocía, pero yo podía notar que estaban felices de verme cantar ahí. Otros que me reconocían, se sorprendían, todo fue muy emotivo.
–¿En tu visita de este año también vas a visitar villas o barrios vulnerables?
–Mi organización Zazimut recoge todos los beneficios de mi merchandising y en mi antiguo tour a través de esta asociación organizábamos conexiones locales con asociaciones de los lugares donde iba a hacer los conciertos. La última vez que vine a la Argentina usamos los fondos para organizar todas esas acciones en el país y en otros lugares, pero el Covid complicó bastante las cosas. Hoy por hoy no contamos con un nivel de fondos que nos permita organizar esas acciones. Una vez que recuperemos los fondos que perdimos durante la pandemia tengo la idea de volver a eso. Un poco el sentido de este tour es poder volver a generar interés y conexiones, involucrarnos e invertir en estas asociaciones.
–Es decir que para vos… ¿Tu música está muy conectada a una función social?
––Para mí la música siempre fue una herramienta para abrir mundos que eran inaccesibles a muchos niveles: en el aspecto geográfico, me era impensado hacer giras mundiales, y a nivel idiomático cuando pienso que canto en francés y me escucha gente que no entiende mi idioma, y así y todo les “toca” lo que canto. Después entendí que esa conexión era posible porque me ha pasado de ir a conciertos de artistas norteamericanos sin entender inglés, no entender exactamente lo que decían pero conectar con lo que decía su música. Recuerdo esa sensación como un momento único: compartir música aun sin entender lo que se canta es muy especial. Gracias a mi carrera y a lo que canto, puedo conectar con la gente a un nivel humano que no tendría sin la música. Por otra parte, durante muchos años quise ayudar a nivel social. Colaboré y me involucré en muchos proyectos y eso hizo que me olvidara de mí misma, pero gracias al Covid y a otras experiencias que fui teniendo en la vida aprendí que lo primero soy yo misma. Si yo estoy bien y me siento libre podré brindarme a los otros. Y la música es mi herramienta para eso.
–¿Qué es lo que logra que los latinos conecten con tu música aún sin entender tu letra?
–Creo que la manera de confrontarme con mi público es muy auténtica, sin filtros. Siempre soy yo misma, cuando subo al escenario lo doy todo y, antes que nada, me procuro disfrutar. Cada vez que estoy sobre un escenario me siento feliz y creo que todos tienen la sabiduría y la capacidad de sentir la felicidad ajena. Los latinos conectan con eso: con lo genuino, lo auténtico. La conexión no viene sólo del hecho de que haya felicidad, también creo que mis canciones tratan de la intensidad de la vida, del infierno que cada uno pudo haber vivido, de los momentos oscuros y también de los momentos de luz. Eso genera empatía. La gente se identifica con lo que cuento, siento y canto. Cuando cuento lo que me pasa en mi vida, a la vez, eso se convierte en algo universal.
–¿Alguna vez imaginaste que tu singularidad podía representar algo universal?
–Siempre me sentí una persona auténtica, incluso mucho antes de cantar. Siempre traté de ser honesta y genuina con cualquier persona que se cruzara en mi camino. No me importaba si era alguien famoso o alguien que viviera en la calle, siempre fui fiel a lo que sentía. Todas las personas son igual de importantes, considero a todos de la misma forma y eso inevitablemente se traslada a mi música. Creo que eso debe ser lo que rebota de forma más universal y gusta en distintas partes del mundo.
–Desde la última vez que estuviste en la Argentina hasta hoy pasaron muchas cosas: se desató una pandemia y también una guerra, por ejemplo. El mundo cambió y seguramente tu música también… ¿Qué mensaje te gustaría transmitir en esta nueva visita al país?
–Desde que salté a la fama nunca tuve la oportunidad de frenar, de tomarme un respiro, un descanso. Durante doce años estuve rodeada de muchísima actividad y excitación, de pedidos, demandas, giras. Viví con una intensidad muy alta y sintiendo que era incapaz de decir que no. Justo antes del Covid-19 venía trabajando en mi cabeza esto de que Zaz había tomado la mayor parte de mi vida y venía pensando muchas cosas… “Si Zaz es mi vida, ¿Quién soy yo?”. Quería tomarme un tiempo de pausa para preguntarme quién era yo por fuera de Zaz. Cuáles eran los límites que quería tomar con mi carrera… por eso este nuevo álbum se llama Isa, que es mi verdadero nombre… este álbum es el resultado de la pausa por la pandemia. Usé ese tiempo para cuestionarme quién era, qué quería de mi música y sobre qué condiciones iba a encarnar Zaz. Sentía que hablaba de cosas y valores que no podía aplicar a mi misma porque había tanta exigencia que no tenía tiempo para reflexionar. Y eso resultó en más paz, hoy me siento más aliviada y gentil conmigo misma. Siento que uso palabras más justas. Se pacificó el lugar de lo que le quiero transmitir a la gente.
–¿Quién es Zaz y quién es Isa?
–Es la misma persona, no hay debate. Pero ahora es Isa la que alimenta a Zaz y no al revés. Esta creación no dicta mi vida, quien nutre a la artista que hay en mi es Isa. El envoltorio es Zaz y el regalo es lo que está adentro. Zaz es mi especie avatar, de potenciador, es una herramienta. Todo el material creativo que nace de mi, de Isa, Zaz lo potencia. Siendo Zaz me permito hacer cosas que en otro momento no me hubiera planteado. Yo en mi vida soy más tímida, pero cuando me pongo en la piel de Zaz puedo subirme a un escenario y cantar frente a miles de personas, sin embargo, la idea generativa viene de Isa. Zaz me permite darme el toque de espectáculo que no tengo en la vida cotidiana.
–Por eso tu disco nuevo se llama Isa…
–En el álbum se ve la transformación de ese pasaje entre algo que antes era solamente Zaz y ahora algo que es un poco más “mío”. Es un tipo de mutación, una transformación. Siento que me tocó cambiar, es un proceso duro, no todo el mundo lo hace pero este álbum es el fruto de toda esta transformación.
–¿Qué artistas te inspiran? ¿Algún argentino o latinoamericano?
–Soy muy mala para recordar nombres y apellidos pero tengo muchas influencias, he escuchado muchos estilos de música distintos según el momento y de todos me inspiro. Desde Violeta Parra, Marc Anthony, Concha Buika, Amy Winehouse, hasta distintos estilos como el soul, la música andaluza, jazz, gospel, música brasileña y mexicana. Siempre me gusta descubrir qué están haciendo los artistas nuevos.
Fuente: Lupe Torres, La Nación