“¡Gracias! Los vamos a extrañar”. El grito sale desde el pullman, atraviesa la platea y llega hasta el escenario. Se escuchan más gritos y aplausos que no dejan de crecer. Está terminando la última función de Les Luthiers en el Teatro Opera. La última de su nuevo espectáculo Mastropiezos de Mastropiero y la última en Buenos Aires. Es la primera despedida de un teatro al que no volverán, antes de continuar su gira con la que el grupo se retira de los escenarios.
Que no se plantee al estilo Chalchaleros (un tour que duró varios años) no significa que Les Luthiers tiren la toalla a tres meses de haber anunciado su retiro definitivo. La función que culminó hace apenas unas horas fue la última programada en el Teatro Opera, con un espectáculo nuevo, y en medio de una gira que tiene, todavía, al menos 36 funciones en distintos países de América Latina y España, hasta julio, y un segundo semestre que los tendrá de paseo por el Noroeste argentino. Los números no dan. Los pedidos de distintas salas teatrales argentinas y del exterior no permiten que se pueda dar un cierre definitivo en 2023. Se requiere de más tiempo. Pero si bien la maquinaria de producción del grupo es, desde hace más de medio siglo, un mecanismo de relojería que funciona a la perfección, hay una decisión emotiva que es la que indicará, en definitiva, cuál será el último concierto: las voces de Carlos López Puccio y Jorge Maronna.
“Quizá se pueda extender un poco más allá de 2023, pero no mucho más. No es la idea. Ese es el acuerdo que hicimos con Jorge. No queremos mentirnos ni hacer la despedida de Chalchaleros”, decía Carlos López Puccio a LA NACION, un rato antes de esta última función en el Opera. En el subsuelo de este teatro los camarines de López Puccio y Maronna (miembros fundadores de Les Luthiers que continúan llevando adelante el grupo) están interconectados. Y es en esa trastienda de la trastienda donde se toman las decisiones. Del mismo modo que en la víspera del fin de año de 2022, con un espectáculo apenas estrenado en Rosario, un mes atrás, decidieron que era el momento de emprender la retirada y de hacerlo con la seriedad y honestidad que siempre los caracterizó.
¿Hubo alguna sensación especial en esta primera noche de despedida? ¿Algún tipo de desconcierto al pensar que ya por ese escenario no se volverá a pasar?
López Puccio: -No solo éste. Muchos otros escenarios a los que no vamos a volver nos van a a causar cierta nostalgia. La sensación de que ésta es la última, está, pero trato de no darme mucha manija para tratar de hacer una función razonablemente bien. Por ahora me consuela decir que queda todavía una gira larga, hasta fin de año.
Maronna: -Hoy estoy triste y melancólico. Se me suma cierta tensión porque estamos grabando el video del espectáculo. Eso no me ayuda. A mi me resulta raro pensar que esta rutina de hacer teatro en largas temporadas, los fines de semana, ya no va a estar. La única ventaja será coincidir con el resto de la humanidad. Con esos amigos que un sábado a la noche te invitan un asado.
Lopez Puccio que escuchaba atentamente a su compañero de tantas décadas, bromeaba con la idea de que las últimas funciones deberían ser suspendidas: “Y decimos simplemente que la última ya pasó”.
La despedida de anoche del público porteño quedará, en tiempo, demasiado lejos de otros escenarios que visitarán más adelanta. Suena raro pensarlo así. ¿Ocurrirá lo mismo que en Rosario, ciudad en la que, a estas alturas más por cábala que por cuestiones estratégicas, Les Luthiers presenta cada nuevo espectáculo?Maronna dice que un regreso implicaría decir: “Ahora sí, esta es la despedida definitiva. No, nosotros somos gente sería, deberíamos evitar eso. Nos daría un poquito de vergüenza. Sabemos que la gente no quiere que nos vayamos. Cuando salimos del teatro saludamos a los que nos esperan afuera. Están agradecidos, felices con el espectáculo, pero tristes”.
-¿Tenían algo para demostrarse como grupo con el nuevo espectáculo?
López Puccio: -Jorge y yo sí teníamos algo que demostrarnos. Cuando Marcos [Mundstock] se enfermó y dejó de actuar, súbitamente, fue reemplazado por Roberto Antier, que ya venía como reemplazante hace tiempo y así quedó conformado el actual elenco. Fue entonces que con Jorge dijimos: “¿Escribimos algo nuevo?” Veníamos de nueve años de antologías. Teníamos la carga de que los espectáculos siempre se firmaban entre cinco, o incluso entre seis. Esta vez lo teníamos que hacer nosotros dos, con la carga de la tradición de Les Luthiers. Hubo quienes opinaron que sin Marcos ni Daniel [Rabinovich] era imposible un espectáculo nuevo, que estuviera a la altura de los anteriores. Y eso fue para Jorge y para mi una cosa interna, muy necesaria. Nos teníamos que demostrar que podíamos hacerlo y probarlo.
Maronna: -Lo comprobamos en Rosario y eso fue un gran alivio.
-¿Vuelven a Rosario o a Buenos Aires, quizás en una circunstancia diferente de la de una sala de la avenida Corrientes?
Maronna: -¿Una vuelta al Di Tella, donde comenzó Les Luthiers? No sé como estará ahora. Hasta hace unos años, la sala estaba intacta.
Más tropiezos de Mastropiero es una pieza absolutamente genuina para quien conozca el ADN creativo de Les Luthiers, con el agregado de una temática que incluye diversas cuestiones, como la igualdad de género y el uso de neologismos que son muy de esta época. En la versatilidad de Horacio “Tato” Turano y Tomás Mayer-Wolf, en el carisma de Martín O’Connor para encarar el personaje fetiche del grupo, Mastropiero, y en la labor absolutamente sobresaliente de Roberto Antier se termina de consolidar ese mecanismo de relojería que se lleva los mejores aplausos.
Hasta que nadie firme lo contrario (es decir, un nuevo contrato), Les Luthiers no volverá a presentarse en Buenos Aires. Las tropelías de Mastropiero continuarán, pero en otras latitudes. México, Colombia, Ecuador y España, donde hay público que siempre fue muy receptivo de un humor que, prácticamente (durante más de cinco décadas) a construido su propio molde. Porque más allá de la existencia de otras agrupaciones que se dedican al humorismo y toman a la música como base, Les Luthiers es un formato en sí mismo, que representa un lenguaje y una estética que se ha preservado del paso del tiempo y de las modas durante más de medio siglo. Y quizás sea ese el motivo por el cual los dos miembros fundadores que quedan todavía sobre el escenario (Carlos López Puccio y Jorge Maronna) hayan decidido ponerle fin al grupo sin apelar a convertirlo en una especie de franquicia.
El humorismo de Les Luthiers ha sido tan único en su especie que mientras que para algunos quizá pudiera sonar, por ciertos códigos, un poco anacrónico, goza del privilegio de ser absolutamente inoxidable y vigente. ¿Por qué? Porque sigue haciendo reír, que es su finalidad. Su primer gesto y el último. Y la efectividad sigue intacta. Porque si el guión de un espectáculo de Les Luthiers marca una pausa que puede ser más prolongada que las anteriores es debido a que se sabe de antemano que la risa o el aplauso del público será más prolongado. El humorismo sigue intacto. Sabe más el sabio por viejo que por sabio. Y ha sido por viejo o por sabio que el grupo (en realidad, los fundadores que lo integran) ha decidido, a fines de 2022, ponerle fecha al comienzo de su retiro definitivo a cuarteles de invierno.
Fuente: Mauro Apicella, La Nación