Como a cualquier abuelo orgulloso, a Jairo (73) le brillan los ojos cuando habla de su nieto. Y es lógico: Francisco González Posse (17) heredó su pasión por la música, una voz maravillosa, el mismo don de gentes y, además, parece decidido a seguir sus pasos. Hijo de Yaco González (el segundo hijo del artista y de Teresa Sainz de Los Terreros) y de Agustina Posse (actriz, murió en septiembre de 2021, a los 46 años), Francisco –igual que Jairo– es amable, generoso e inteligente, y disfruta no sólo de cantar, sino de hacerlo junto a su abuelo, con quien comparte los días, el escenario, las giras, el amor por Boca Juniors y largas confidencias a la hora de la comida. Todo eso fluyó en esta entrevista con ¡HOLA! Argentina, en la que abuelo y nieto conversaron sobre el presente y el futuro.
–Francisco, ¿qué es lo que más admirás de tu abuelo?
–Que es una persona muy fuerte, aunque por ahí no lo parezca. Y que, a pesar de que para tener éxito en su carrera muchas veces tuvo que pasar temporadas lejos de su mujer y sus hijos, entre él y mi abuela pudieron construir una familia muy linda: siempre estamos juntos y conectados, aunque vivamos en distintos países. Yo valoro mucho eso. Y también lo admiro como artista, porque más allá de que sea mi abuelo, no deja de ser Jairo, que es un artista muy grande. Siento que es una suerte y un orgullo que sea mi abuelo.
–Y vos, Jairo, ¿qué es lo que más admirás de Francisco?
–Para empezar, que es un chico muy maduro. En la percepción que yo tengo de él me parece que fuera más grande de lo que es. Y también que aprovechó bien la posibilidad que tuvo de crecer en un ámbito propicio para las cosas que le gustan, porque cuando uno hace lo que le gusta, tiene muchísimas más chances de ser feliz.
–¿Siempre tuvo vocación por la música?
–Tiene una vocación musical clara desde chiquito. Si bien no era el canto lo que más lo atraía, lo que sí se notaba era que le gustaba la música, porque tocaba la batería. Creo que eso estaba un poco asociado a que su padre toca la percusión también. Y con el canto era increíble, porque entendía todo. Tenía tres o cuatro años y andaba siempre con una guitarrita. Teresa, mi mujer, le decía: “A ver, que venga el cantautor”. Y él se acercaba y hacía su show como un verdadero cantautor: transmitía, cantando, las cosas cotidianas que pasaban a su alrededor, exactamente todo lo que veía y vivía. Era maravilloso escucharlo, tan chiquitito y tan serio, inventando una canción testimonial mientras rasgaba la guitarrita. A nosotros nos hacía mucha gracia, pero no nos reíamos, lo escuchábamos con seriedad, para que no se ofendiera. Además, desde chico nos acompañaba a las actuaciones y enseguida tuvo feeling con los músicos, que lo trataban como si fuera uno más del grupo. Entonces, cuando se decidió a cantar, no le extrañó a nadie, no fue una sorpresa que él cantara. Lo que sí fue una sorpresa, por lo menos para mí, fue que cantara tan bien.
Francisco: De chico siempre canté, toqué la batería y todo eso, y él siempre me alentó a que lo hiciera.
–¿Tenés claro que tu futuro pasa por la música o es simplemente un pasatiempo?
–Desde hace un año, cuando empecé a cantar con ellos en las giras y me metí más en ese mundo, me di cuenta de que me quiero dedicar a esto porque es algo que me gusta mucho y que conozco. Así que sí, creo que voy a ir por ese camino.
–¿Pensás estudiar algo relacionado con la música?
–Sí, el año pasado empecé con clases de piano, y este año voy a arrancar con clases de canto. Y también me voy a dedicar a ver a qué escuela o universidad quiero ir, porque este año termino el colegio.
–¿Cómo te organizás con la escuela y los shows?
–En general, me las arreglo para darles espacio a las dos cosas. Siempre que puedo me escapo y me voy con ellos a alguna gira de fin de semana y, si veo que puedo faltar a clases algún día, lo hago. Trato de mantener las dos cosas y cumplir bien con todo.
–¿Te da miedo o te inhibe el escenario?
–Antes de cantar siempre hay un nerviosismo. Pero es el mismo nerviosismo si canto en Cosquín que si canto en el patio para mi viejo. El nerviosismo está y el miedo también, pero cuando arranco a cantar es como que me meto en una burbuja y me concentro en lo que tengo que hacer, más allá de lo que pase a mi alrededor. Eso me ayuda.
–¿Tu abuelo te dio algún tip profesional?
–Sí, me dijo cómo cantar determinadas canciones y cómo pararme en el escenario para mostrarme seguro.
–¿Cuándo tomaste dimensión de la fama de tu abuelo como artista?
–Creo que en los últimos años, cuando empecé a entender más su trabajo y todo lo que implica haber construido una carrera de cincuenta años. Ahora que estoy más metido en esto le doy más valor y lo entiendo más, también. Por ahí me pongo a mirar videos de él en Youtube y me quedo enganchado un largo rato, porque hay cosas que me parecen muy locas. Veo cómo lo quiere la gente, cómo lo aplauden, cómo le hablan al artista. Es increíble.
–¿Cómo es la relación abuelo-nieto debajo del escenario?
Francisco: Hermosa.
Jairo: Divina, realmente excelente. Y se ha solidificado a partir de que él y Juana, su hermana, están viviendo acá en casa. Por las circunstancias de la vida han terminado viviendo conmigo y para mí ha sido una bendición. No sé si ellos valoran en su justa medida lo que significa para mí que estén acá. Son una compañía maravillosa.
–¿De qué hablan cuando están juntos?
Francisco: Hablamos mucho de fútbol, que es un tema central para nosotros. Somos los dos de Boca y nos gusta hablar de fútbol.
Jairo: Tenemos ocasiones de hablar en profundidad, porque muchas veces cenamos juntos los dos solos y ahí charlamos mucho. Tenemos una relación muy fluida. A mí me encanta cómo es él, educado, amoroso, curioso, con una gran sed de aprendizaje…
–Jairo, ¿qué sentiste la primera vez que cantaron juntos en público?
–Me emocioné muchísimo. No lo podía mirar, tenía que mirar para abajo para que la emoción no me jugara en contra. En ese momento se te pasan muchas cosas por la cabeza. Ahora ya puedo manejarlo mejor.
Francisco: La primera vez fue justo en Cruz del Eje [la ciudad natal de Jairo].
Jairo: Cuando le dije al público: “Por primera vez va a cantar conmigo mi nieto”, hubo una ovación increíble. La verdad es que Francisco tiene un gran respaldo en todos lados: adonde vayamos, lo ovacionan. Incluso en Cosquín fue increíble el aplauso que recibió. Es que canta muy bien, realmente, y tiene cosas fundamentales para la música: el sentido del ritmo, sabe llevar una canción, es afinado, pero además tiene algo hermoso que es la coloratura de la voz, el timbre, que es muy natural y bonito. Llama la atención. Cuando canta suavecito, ya se nota que es un timbre bonito, pero cuando canta más fuerte, también se nota. Eso es un don que le ha dado la naturaleza.
Fuente: La Nación