Con el pelo y la larga barba teñidos de naranja, la frente pintada de dorado y varios collares colgados sobre el pecho, el hombre nos mira de frente al cruzar la entrada. Basta enfocar el celular en el código QR que acompaña la imagen para conocer más sobre su historia. Una entre más de un centenar de las que integran Icons, retrospectiva de Steve McCurry que abre al público en La Rural.
Es un viaje multicultural desde el corazón de Buenos Aires que invita a conocer antiguas tradiciones en extinción, ritos religiosos y habitantes de Asia y Medio Oriente que hablan distintos idiomas pero se hacen entender en un lenguaje universal.
“Este hombre teñido con henna pertenece a un grupo llamado los Rabari”, dice sobre esa fotografía que tomó en Rajastán, en 2010, el estadounidense que retrató a la famosa “niña afgana” que ilustró la tapa de National Geographic en 1985. “Son pastores ambulantes, un clan nómada que busca tierra y agua para sus animales –agrega la voz que llega traducida al español, vía los auriculares que resulta imprescindible traer-. Debido a los cambios del mundo moderno, su forma de vida ya no es viable; tienen que establecerse en un sitio fijo y conseguirse otro tipo de trabajo. Esa idea romántica de los nómadas errantes está condenada a desaparecer”.
Pero eso no es todo. Del otro lado de la lente, algo más estaba llegando a su fin. “Por ese entonces, Kodak anunció que dejaría de producir películas y le dio el último rollo de Steve. Él lo guardó durante un año, porque no lo quería desperdiciar. Esta fue una de las fotos que hizo con ese rollo y otra fue aquel retrato de Robert De Niro”, dijo Biba Giacchetti, curadora de la muestra, mientras señalaba otra imagen exhibida en la misma sala.
Si bien su origen es italiano, lo cual la hace sentirse en Buenos Aires tan a gusto como en su casa en Milán, Giacchetti parece una matrioshka rusa: dentro de cada historia, revela otra más. Su amistad de casi un cuarto de siglo con McCurry, que los llevaría a realizar más de 50 exposiciones juntos, merece un párrafo aparte. “En 1999, yo estaba viajando sola por Camboya cuando un chico me dijo que me podía llevar a un buen lugar para sacar fotos, porque había visto a un hombre sacar muchas ahí. Poco después, Steve me llamó por un proyecto y me contó que acababa de regresar de Camboya. Así nos conocimos, habíamos estado los dos en este lugar”, explica junto a una imagen de un grupo de monjes budistas bajo la lluvia en Angkor. “Es uno de mis lugares favoritos -agrega la voz grabada del fotógrafo-: el mayor complejo de templos del planeta”.
Desde el principio, cuando estudiaba cine, los viajes fueron su obsesión. El primer proyecto, realizado hace cuatro décadas, lo dedicó al monzón. “Es uno de los más dramáticos en la India: trae lluvias excesivas o insuficientes, lo que se traduce en sequías o inundaciones –dice Mc Curry al relatar la historia de una foto tomada en 1983-. Yo estaba en la ciudad de Porbandar y vi a un hombre caminando por la calle con una máquina de coser al hombro; su tienda se había inundado y lo había perdido todo. Pero había podido rescatar aquella oxidada máquina de coser. Esta foto fue portada de National Geographic, y la casa que fabricaba esa máquina de coser localizó al hombre del retrato para enviarle una nueva y que así pudiera empezar una nueva vida”.
Aquí, una vez más, hay otro relato que se desprende de la misma imagen. Como parte de las críticas que recibió por retocar digitalmente algunas de sus fotografías, hubo quienes afirmaron que prolongó el agua de manera artificial para realizar una versión vertical de la fotografía, de modo que pudiera ilustrar la tapa de la National Geographic del 6 de diciembre de 1984. Pero Giacchetti lo desmiente: “Para Steve la composición es muy importante -aseguró-. Suele registrar la misma situación en forma horizontal y vertical”.
En junio del año siguiente, la misma revista dedicaba su portada a otra imagen que haría historia: la de una adolescente afgana anónima, con la que McCurry se había encontrado en un campo de refugiados de Paquistán. En 2002 volvió a buscarla junto a un equipo de National Geographic que siguió su pista hasta Peshawar, y por fin el mundo supo su nombre: Sharbat Gula. La identidad fue confirmada por inspectores forenses del FBI, mediante una tecnología de reconocimiento facial y la comparación de los iris en los ojos verdes de ambas fotografías.
“La mayoría de mis imágenes están basadas en la gente –dice en su sitio web el autor de más de una veintena de libros, reconocido con importantes premios, que llegó a trabajar para la prestigiosa agencia Magnum-. Busco el momento de descuido, el alma esencial asomándose, la experiencia grabada en el rostro. Trato de transmitir lo que es ser esa persona, atrapada en un paisaje más amplio que podrías llamar la condición humana”.
Ese enfoque se percibe incluso en un proyecto sobre trenes que decidió emprender durante uno de esos viajes a la India a comienzos de la década de 1980, cuando se enfermó y se vio obligado a pasar una semana en cama. “Durante ese reposo leyó un libro de Paul Theroux sobre los trenes, y se propuso fotografiarlos cuando se recuperara –recuerda Giacchetti-. Cuando el escritor vio esas imágenes, se hicieron amigos y realizaron varios proyectos juntos”.
Entre sus fotos más destacadas, la National Geographic seleccionó el año pasado la de una madre y su hijo asomados para pedir dinero por la ventanilla de un auto en Bombay, el principal centro económico de la India, donde “la mitad de sus 13 millones de habitantes vive en la pobreza”. “Es un símbolo del contraste entre ricos y pobres –dice McCurry-. Yo estaba en un taxi con aire acondicionado, en una especie de burbuja escuchando música, y ellos bajo la lluvia monzónica, con la esperanza de que les diera una limosna. Pero cambió el semáforo, y desaparecimos”.
Otro hito fue su registro del ataque contra las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, según se refleja en un video sobre la trastienda de su trabajo incluido en la exposición. Es la tercera consecutiva que produce Daniel Grinbank en el Pabellón Frers, tras el éxito que tuvieron las dedicadas a Vincent van Gogh y Banksy: entre ambas facturaron unas 450.000 entradas. “Lo que está pasando con este tipo de muestras es un fenómeno mundial: hay una avidez de consumos culturales que no estaba cubierta –dijo el empresario-. No competimos con los museos, pero viene gente que habitualmente no va a museos. No sabría decir por qué”.
Tampoco hacen falta palabras para entender, al mirar las imágenes registradas en distintos continentes por McCurry, que una persona no tiene hogar o que su única posesión es una esperanza. “Me parece importante que recordemos cómo éramos –dice el fotógrafo en el documental-, cómo era la vida en este planeta”.
Para agendar
Icons, retrospectiva de Steve McCurry curada por Biba Giaccheti, con más de 100 fotografías de gran formato. Hasta el 2 de abril en el Pabellón Frers de La Rural. Entradas: $3500 (www.laruralticket.com.ar/event/steve-mccurry-icons). Llevar auriculares.
Fuente: Celina Chatruc, La Nación