El Premio Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa publicó, en el sello editorial Leamos, su último cuento, «Los vientos», que puede descargarse gratis en Bajalibros.
“¿Será que la cultura ya no tiene ninguna función que cumplir en esta vida?”, se pregunta el personaje principal de Los vientos, el último cuento del Premio Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa, que fue editado como libro por Leamos ypuede descargarse de manera gratuita en Bajalibros.
En un futuro cercano, un periodista de más de 100 años se niega a aceptar la decadencia del mundo que lo rodea. El cuento, escrito por el autor de La ciudad y los perros al comienzo de la pandemia, arranca con una manifestación por el cierre de un cine al que este anciano asiste junto a su único amigo. A pesar de su avanzada edad, su cuerpo en decadencia y la pérdida incontrolable de la memoria, el narrador de Los vientos utiliza el último resabio de sus facultades físicas y mentales para protestar contra el devenir del mundo.
Aunque tras la separación de Vargas Llosa e Isabel Preysler muchos leyeron en Los vientos algunas pistas de la erosión de su pareja (que alimentaron los escándalos amorosos del Nobel peruano), poco se ha hablado de lo que hay detrás de este relato de más de 50 páginas. Además de su peculiar tratamiento de la enfermedad, la vejez y la muerte, este cuento deja entrever la falta de esperanza en un futuro (¿o un presente?) decente por parte del autor, que utiliza la queja como un recurso de resistencia.T
Crítico, agudo y mordaz, el narrador de Los vientos -que, por cierto, comparte varias similitudes con el propio Vargas Llosa- despotrica contra el estado de la cultura, que perdió relevancia ante la preponderancia de la ciencia y la tecnología. Según el anciano, las pantallas portátiles representan una amenaza para el arte; ya casi no hay cines, museos ni librerías; desplazado por el afán higiénico de las nuevas generaciones, el sexo perdió todo su encanto; la carne está prohibida, no tanto por los derechos de los animales sino por ser considerada poco saludable; y hasta la religión perdió su atractivo para las masas, en vista de sus desesperados intentos por modernizarse.
La cultura
Desde el comienzo, Los vientos plantea un escenario de derrota cultural en el que espacios como cines, bibliotecas y museos son víctimas del desinterés de las nuevas generaciones, por lo que empiezan a perder sus fondos e, indefectiblemente, a cerrar. ¿Cómo explica Vargas Llosa la pérdida del espacio del que, antes, gozaba la cultura? ¿Ante qué factores de vio disminuida?
“¿Será que la cultura ya no tiene ninguna función que cumplir en esta vida? ¿Qué sus razones antiguas, aguzar la sensibilidad, la imaginación, hacer vivir el placer de la belleza, desarrollar el espíritu crítico de las personas, ya no hacen falta a los seres humanos de hoy, pues la ciencia y la tecnología pueden sustituirlos con ventaja?”.
“El único espectador serio que se admite hoy es el que produce el propio bípedo en su artefacto portátil, ese incinerador de todo lo que es genuino y auténtico, algo que ha desaparecido prácticamente en este mundo donde sólo reina y fulgura lo postizo y artificial”.
Inteligencia artificial
En los últimos meses, los debates alrededor de la inteligencia artificial (sus ventajas, límites, implicancias éticas y la posibilidad de que lleguen a reemplazar el trabajo humano, en especial el creativo) se han intensificado a raíz de la creciente democratización de su uso que llegó con sistemas como ChatGPT. ¿Qué tiene para decir el Nobel peruano acerca del uso de IA en la literatura?
“Desde que se generalizó la costumbre de leer novelas encargadas al ordenador renuncié a leer las que se producen –sería ridículo decir “escriben”- en nuestros días. Cuando se inventó el sistema, parecía una diversión más, de las tantas que aparecen cada día, y que duraría lo que las modas pasajeras. Quién iba a tomar en serio una novela fabricada por un ordenador de acuerdo a las instrucciones del cliente: “Quiero una historia que ocurra en el siglo XIX, con duelos, amores trágicos, bastante sexo, un enano, una perrita King Charles Cavalier y un cura pederasta”. Como quien encarga una hamburguesa o un perrito caliente, con mostaza y mucha salsa de tomate. Pero la moda prendió, se quedó y ahora la gente –la poca que lee- sólo lee las novelas que encarga a sus esqueletos de metal o de plástico”.
“Ya no se puede decir que haya novelistas; mejor dicho, todos nos hemos vuelto novelistas. Aunque también esto es falso. El único novelista que queda vivo y pataleando en este planeta es el ordenador. Por eso, los lectores aferrados a la tradición, a la novela de verdad, la de Cervantes, Tolstoi, Virginia Woolf o Faulkner, no tenemos más remedio que leer a los novelistas muertos y olvidarnos de los vivos”.
Mario Vargas Llosa se convirtió en el primer escritor de habla hispana (que no escribe en francés) en ser reconocido como miembro de la Academia Francesa.
Franquismo
Pero no es solo el ámbito artístico el que, según el narrador de Los vientos, se verá afectado por la preponderancia de la ciencia. También la política tomará un giro drástico y, ante la pérdida de interés en la cultura, la tecnología será el perfecto medio de captación por parte de los gobiernos de turno. Una vez más, las pantallas tienen un rol fundamental en el derrotero que Vargas Llosa predice para el futuro.
“Ahora nada se mueve en España, donde no volverá a haber guerras civiles. Menos mal. El ‘franquismo’ actual es de otra índole: sin caudillos ni partidos extremistas, sin fusilamientos ni torturas, todo muy científico, apoyado en la física y las matemáticas, y, sobre todo, en el dominio absoluto de las pantallas y las imágenes sobre la razón y las ideas”.
Sexo, higienismo y vegetarianismo
Otro de los factores determinantes en Los vientos es la fijación que las nuevas generaciones tienen con la salud, la higiene y el cuidado personal. Esta medicalización de la vida privada deviene en una preocupante “devaluación del sexo entre los jóvenes”, así como en la prohibición de la carne (no tanto por los derechos de los animales sino por ser considerada insalubre y nociva) y el tabaco.
“Ahora tengo la seguridad de que el sexo ya no representa tanto como cuando uno, en aquellos lejanos años, iba poco a poco venciendo los tabúes y veladuras que rodeaban el amor físico y llegaba por fin al acto sexual como quien llega al paraíso. No he visto un ejemplo más flamante de la devaluación del sexo entre los jóvenes, justamente ahora que se ha alcanzado lo que hace apenas medio siglo parecía inalcanzable: la libertad irrestricta para practicar el sexo de cualquier manera, en cualquier parte y con quien sea. Tal vez esa celebérrima libertad sea la causa de su devaluación. El sexo excitaba mucho a la gente cuando lo rodeaban prohibiciones y tabúes; desaparecidos éstos, perdió su magia, y ahora los jóvenes le hacen ascos. ¡Quién lo hubiera dicho!”.
“En mi juventud, la rebelión de los jóvenes se inspiraba en ideas como traer el paraíso a la tierra, instaurar la sociedad igualitaria, acabar con las desigualdades, el sexo libre, el feminismo, el aborto, la muerte piadosa (o sea la eutanasia). Pero, ahora, el objetivo de los adolescentes inconformes es que el planeta entero se alimente sólo de frutas y verduras. Si eso no es decadencia, no sé cómo llamarlo. Lo curioso es que el odio a la carne de los “desequilibrados” no tiene que ver tanto con el amor a los animales como una supuesta certeza médica que se agitó mucho cuando se prohibieron las corridas: que la carne es dañina, produce enfermedades, “ensucia” el cuerpo humano, “afea” a la gente y vuelve “violentos” a las mujeres y a los hombres”.
«Los vientos» puede ser leído como un anticipo del fin de la relación entre Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler.
Religión
Por último, el narrador de Los vientos (que no deja títere con cabeza) explica cómo también la religión ha perdido su rol en este futuro no tan lejano. ¿El motivo? Ante los reclamos de una sociedad que ya no es lo que era, lo que antes solía ser “un bastión del machismo y conservadurismo, intolerancia y dogmatismo” perdió su estructura en su afán de modernizarse.
“Luego de haber tenido tanta influencia en la historia, de haberla marcado a fuego, ahora, sin que nadie la ataque, y pese a que todos los gobiernos la subvencionan y nadie la hostiliza, las iglesias van desapareciendo poco a poco pues aquella lejana observación de Nietzsche se ha hecho realidad: Dios ha muerto y a nadie le importa, pues hombres y mujeres han aprendido por fin a vivir sin Dios. Era también un producto de la cultura y como ésta se ha transformado en diversión, ni nos hemos dado cuenta de que a los viejos dioses los han reemplazado los futbolines, las imágenes de la pantalla, los circos, los dibujos animados y, sobre todo, la publicidad y sus múltiples manifestaciones que comienzan a no parecerlo”.
“Yo sospecho que la Iglesia Católica selló su partida de defunción cuando comenzó a modernizarse, cuando ese bastión del machismo y conservadurismo, intolerancia y dogmatismo que fue antaño, empezó a relajarse, a resquebrajarse, a hacer concesiones a los curas y laicos progresistas. Estos se salieron con la suya, pero en vez del agiornamiento que reclamaban, le dieron a la Iglesia el puntillazo. O sea, el tiro les salió por la culata”.
Fuente: Infobae