El director Luis Agustoni, quien murió este miércoles por la noche, a los 80 años, desarrolló durante medio siglo una intensa labor dentro del campo teatral. Comenzó muy joven y poco a poco alcanzó un destacado lugar de reconocimiento tanto en el circuito independiente como en el comercial. El actor, dramaturgo, director y docente dirigía nuevamente una de las piezas que más proyección le produjo en su carrera, Brujas del español Santiago Moncada, según una versión que él mismo realizó y fue aggiornado en diferentes temporadas. Estaba internado desde hacía varios meses por complicaciones del Covid, según confirmó a LA NACION el productor de Brujas, Carlos Rottemberg. El mismo empresario teatral confirmó que esta noche Thelma Biral, María Leal, Nora Cárpena, Graciela Dufau y Moria Casán harán la función de este espectáculo estrenado hace más de 30 años. Seguramente, luego de los aplausos, las actrices despedirán a Agustoni.
Mientras era estudiante de abogacía en la Universidad de Buenos Aires, Agustoni se sumó a un grupo teatral que, a comienzos de los 60, experimentaba dentro de aquel ámbito académico. Allí comenzó a interesarse por la actividad artística. Entre sus maestros recordaba con mucho cariño a Francisco Javier y a Agustín Alezzo. Contaba que también había estado ligado a Carlos Gandolfo y Augusto Fernandes y le gustaba señalar que había sido un gran amigo de Juan Carlos Gené, por quien profesaba un profundo afecto.
🌑 Enorme dolor: murió Luis Agustoni.
Desde esta Casa Teatral despedimos al talentoso amigo y le enviamos nuestro abrazo apretado a su esposa Andrea, sus hijas y familiares. pic.twitter.com/6YiCgrQEiG— Multiteatro Comafi (@multiteatro) January 19, 2023
Comenzó a dirigir sus propias creaciones versionando piezas españolas como Vida y milagro (1977), a partir de El lazarillo de Tormes y El capitán veneno (1980), sobre una novela de Pedro Antonio de Alarcón. Desde entonces realizó un camino ascendente que lo llevó a desarrollar un repertorio ecléctico, dirigiendo versiones de clásicos (Hamlet, de William Shakespeare; Don Juan, de Molière; Antígona, de Sófocles; La gaviota, de Antón Chéjov) y piezas contemporáneas (El cuidador y El montaplatos, de Harold Pinter; Memorias de un adolescente y El último de los amantes ardientes, de Neil Simon, y Taxi 2, de Ray Cooney).
También resulta muy atractivo su camino como autor. Se destaca la propuesta de su amigo Julio Ordano, quien en cierta oportunidad, al no encontra una pieza para representar, le propuso que escribiera un texto. Así surgió Los ojos del día a comienzo de la década del 80. A ella le seguirían piezas como El protagonista en el espejo, Los lobos, El regreso del tigre (todas ellas producciones que se destacaron en el teatro comercial), Cruce peligroso, Mai Mai, Los asesinos, Aixa, y Claveles rojos. Esta última estuvo en cartel durante varias temporadas en su sala El ojo y luego pasó al teatro Metropolitan.
“Empecé en el teatro independiente y cuando pasé al comercial lo hice conscientemente – explicaba el creador en una entrevista con este diario en 2014-. Deseaba trabajar para más público y tener más proyección. Me propuse cuidar mucho la calidad de lo que hacía y trabajar con el mismo rigor. Muchas veces sucede que se establece una especie de componenda de la cual el primer perjudicado es el artista. Decidí no estar demasiado atado al lugar en el que estaba operando y sí absolutamente atento a lo que hacía”.
Y eso lo dejó muy claro en experiencias como Brujas, El protagonista en el espejo, Los lobos o Taxi 2, algunos de los muchos procesos de creación con intérpretes de fuerte proyección en al ámbito comercial. En paralelo continuó creando junto a sus alumnos con quienes montó sus propias dramaturgias o versiones de diferentes clásicos.
Respecto de su espacio, que funcionó como escuela de formación y sala teatral, El ojo fue creado en 1990 y desde entonces se convirtió en su ámbito de investigación por excelencia. “En este momento la famosa distinción entre teatro comercial (prefiero llamarlo empresario o céntrico) y teatro independiente –decía en la entrevista citada- está corriéndose. Un poco por las circunstancias y otro por el desarrollo de la profesión. Lo veo en mi teatro, que es netamente independiente. En este momento, estamos recibiendo a un público que es mayor, no es aquel que amaba las características de vanguardia o de ruptura que proponía el teatro independiente. Los directores que hemos trabajado mucho en el teatro empresario seguimos en el independiente. Antes, llegar al comercial era como recibir un ascenso. Ahora, son dos lugares diferentes, y está naciendo uno intermedio que reúne características de ambos”.
Aunque en los últimos años solo podía vérselo como actor en algunos espectáculos que montaba en El ojo, en 2018 regresó como intérprete al teatro comercial. Junto a Catherine Fulop recreó y dirigió la obra Heinsenberg, el principio de incertidumbre, del dramaturgo inglés Simon Stephens, en el teatro Regina.
Extrañamente solo frecuentó el teatro oficial en una sola oportunidad. Dirigió La gripe, de Eugenio Griffero en el Teatro San Martín, en 1980. Un año después integró el equipo de directores del proyecto Teatro Abierto. Allí puso en escena Papá querido, de Aída Bortnik.
Si bien tuvo pocas participaciones como actor en televisión (en Canal 11, Hombres en pugna y Los notables; en ATC, Colorín colorado), en ese medio se destacó su labor como autor de la miniserie El hombre, protagonizada por Oscar Martínez en 1999, en eltrece.
Sus textos se representaron en México, Chile, Uruguay, Brasil, Perú, Colombia y Venezuela. Entre otros premios recibió el Molière, Argentores y ACE.
En una entrevista realizada en 2018, que aparece en el blog de la sala El ojo, Luis Agustoni explicaba: “El sentido profundo de nuestro trabajo en el teatro es responder a la inquietud general de conocer y comprender la vida humana y hacerlo de forma artística, es decir a través de historias reales o imaginarias presentadas de manera clara, interesante, emocionante y bella”.
Fuente: Carlos Pacheco, La Nación