Armar las valijas, ir al aeropuerto de Ezeiza y subirse a un avión para buscar las posibilidades que ofrece el mundo se convirtió en una escena recurrente de los jóvenes argentinos. Pero emigrar, así como tiene su lado positivo, también tiene lo negativo y hay muchas cosas que si bien no suelen contarse, existen.
Cinco años atrás, Victoria Hartridge tomó la decisión de buscar un futuro distinto en el Viejo continente y se mudó al Reino Unido. Hoy está instalada en Wimbledon, vive con su pareja y su perro y está feliz con su presente y los proyectos que tiene. Sin embargo, también reparó en el “Lado B”, en alejarse de la familia y afrontar un lugar desconocido donde no todo es color de rosas. Reflexionó sobre cuál es, en su opinión, y con base en sus vivencias, el peor error que cometen los argentinos a la hora de instalarse en Londres.
El deseo de Victoria por explorar el mundo comenzó hace casi una década, después de que su abuelo sacara la ciudadanía italiana. Le tocó recorrer Europa por motivos laborales y se dio cuenta de que se sentía “muy cómoda y segura viajando sola”. Fue así cómo nació la idea de encarar una experiencia en el extranjero, pero de manera más permanente. Así comenzó a gestarse y de a poco fue tomando forma.
En 2015 se recibió de Licenciada en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. En el aspecto laboral, encontró su camino en el mundo de los Clinical Trials (ensayos clínicos), pero a nivel personal no lograba hallarse en su país. “Me frustraba mucho lo difícil que era todo en la Argentina, en lo profesional, en tener un buen sueldo. En mi imaginario era un poco eso de: ‘Ya terminé la universidad, me rompí el lomo, estoy recibida’. Me encontraba con muchas cosas negativas y eso creo que también hizo que quisiera ver cómo era afuera”, aseguró.
Encontrar trabajo en el Reino Unido
A finales de 2017, Victoria viajó a Europa y durante dos meses se dedicó a buscar trabajo, mientras continuaba remoto con el que tenía en la Argentina. No obstante, el teléfono no sonaba y las horas corrían. Pero la esperanza es lo último que se pierde y a falta de pocas semanas para regresar la llamaron para dos puestos, uno en la ciudad de Reading y otro en Londres. Tuvo las entrevistas y al día siguiente le llegaron ambas ofertas, pero decidió inclinarse por la primera.
Lo que siguió fue un torbellino de emociones e incluso contó que cuando lo llamó a su papá para contarle la noticia, “se quedó mudo”. Adelantó los pasajes, volvió a la Argentina y renunció a su trabajo, porque estaba segura de lo que quería. Y le dijo a su novio, desde hacía cinco años, la frase: “Yo me voy, vos vení cuando quieras, pero tengo que hacer esto”. Tras un año y medio de relación a distancia, él viajó con su perro para reunirse con ella y ya llevan una década juntos.
Actualmente, la pareja vive en Londres, en la ciudad de Wimbledon, donde se mudaron poco antes del comienzo de la pandemia. Les encanta viajar y ambos tienen el deseo de crecer desde lo profesional. Él se desarrolla en el mundo del marketing, mientras que ella continúa dentro de los Clinical Trials.
El peor error que cometen los argentinos en Londres
Hartridge tiene 34 años y lleva cinco años instalada en el Reino Unido. A través de su cuenta de Instagram y de TikTok comparte contenido de cómo es vivir en Europa y responde dudas de los usuarios. Con el correr del tiempo y basándose en su experiencia, pudo advertir y reparar qué creen los argentinos respecto a dicho país y en la imagen hasta un tanto “idílica” que se puede llegar a formar.
“Creo que un poco el error es pensar que acá todo es perfecto. Las cosas funcionan muy bien, pero tienen problemas. Pensar en términos absolutos es un error, que en la Argentina está todo mal y acá está todo bien. En ambos hay cosas buenas y malas”, sostuvo.
Una de las cuestiones centrales en las que reparó Victoria fue el transporte. Aseguró que “es muy caro y no funciona bien” y advirtió que en el último tiempo experimentaron varios paros. “Podés llegar a la estación de tren y enterarte de que no hay servicio. Si algunos transportes en Londres se cortan ya se te complica mucho y si bien la red es muy amplia y está muy bien conectada, si interrumpen un tramo no podés llegar a ningún lado”.
Así como moverse de un lado a otro es costoso, también lo es vivir, ya que una parte significativa del sueldo se va en hospedaje. “Un alquiler de un dos ambientes en zona dos de Londres, bastante céntrica, puede estar en 1500/1700 libras”, explicó y mencionó que el sueldo promedio es de unas 1800 libras aproximadamente.
En este sentido, comentó que, como en su caso, es común compartir vivienda para abaratar costos. Al mismo tiempo, indicó que algunos deciden alquilar solo una habitación para vivir, aunque aseguró que esto no siempre suele ser la mejor opción, puesto que los precios no bajan de las 1000 libras.
Por otro lado, darse el gusto de salir a comer afuera de vez en cuando también se convierte en un número a tener en cuenta a fin de mes. “Es muy caro y tampoco te asegura comer bien. Una cena ‘barata’ son 30 libras y es un montón”, precisó la joven.
Vivir en el Reino Unido: sus pros y contras
A la distancia, con una vista panorámica y valiéndose de sus propias vivencias, la joven de 34 años pudo hacer un análisis de lo que es para ella vivir en Londres. A lo positivo lo definió como “eso que uno imagina, pero que en realidad es real”. “Es lo que en parte uno viene a buscar acá, que es lo que no tenemos en la Argentina: estabilidad económica, poder ahorrar, proyectar y tener seguridad. Es posible crecer profesionalmente, algo que a mí, particularmente, me costaba mucho en mi país. Éramos varios queriendo ir por pocos puestos”
En este sentido, mencionó que “en el Reino Unido hay mucho trabajo” y se refirió a lo que logró sentir y vivenciar en el último lustro a nivel personal: “Esa libertad que te da sentirte cómodo económicamente, de si quieres viajar o ahorrar, lo podés hacer”.
Pero, así como en todos los ámbitos, contextos y situaciones, hay aspectos positivos, también están los negativos y lo cierto es que, en el Reino Unido, a diferencia de lo que algunos podrían pensar o imaginar, no todo es perfecto ni ideal. Según Victoria, lo económico en complejo y, aunque aseguró que “todo es muy caro”, también dijo que se le puede “encontrar la vuelta”.
A su vez, también destacó otro obstáculo: el clima. Las bajas temperaturas, la falta de sol en invierno y la oscuridad desde temprano son de las cosas que menos le gustan. Pero el frío no solo se siente en el ambiente, sino también en las relaciones, que tampoco son sencillas.
“Acá a la gente le cuesta conectar con el otro. Son muy reservados y no se muestran vulnerables. Te van a ayudar en la calle si tenés un problema, pero es difícil tener un vínculo más personal”, explicó. Ella, por su parte, está rodeada principalmente por argentinos, aunque de sus mejores amigos, uno es inglés y la otra galesa.
La búsqueda de nuevas posibilidades en el extranjero
“Los objetivos y deseos van cambiando, uno crece y va buscando cosas distintas a lo largo del tiempo. Se viaja para buscar calidad de vida, pero siempre digo que eso es subjetivo y distinto para cada uno. Al elegir una cosa estamos dejando de lado otras”, reflexionó la joven basándonos en su propia opinión y experiencia.
La decisión de arriesgarse por un futuro en el exterior no fue tomada a la ligera. La frustración y el “estancamiento” que sentía se mezclaron con la curiosidad y el deseo de conocer cómo era vivir afuera y de estar en contacto con otras culturas. Su balance fue positivo, y si bien aseguró que la distancia pesa y no todo es fácil, ella continúa firme con su decisión, con planes y proyectos a corto, mediano y largo plazo.
Fuente: Irina Repetto, La Nación