Allí lo reconocieron como «una referencia fundamental por su obra literaria y por su defensa de los derechos humanos».
El legado in memoriam de Sabato, premio Cervantes 1984, fue cedido a perpetuidad al Instituto Cervantes por su hijo Mario y quedó guardado en la caja de seguridad número 1542 de la antigua cámara acorazada de la institución.
Se trata de un ejemplar de «Uno y el Universo» (1945), una colección de ensayos breves que fue su primera obra; un ejemplar de su ensayo «Heterodoxia» (1952); el poemario «Cenizas y plegarias», de Matilde Matilde Kusminsky Richter, esposa del escritor; una docena de fotografías, cartas escritas a máquina que incluyen anotaciones manuscritas y un ejemplar del libro «El Pantanillo de Ernesto Sabato» escrito por Pedro Jorge Solans.
El legado fue entregado durante un acto encabezado por el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, quien se refirió a Sabato como «una de las grandes voces de nuestra literatura», así como «una referencia fundamental, tanto por su obra literaria y su capacidad de interiorización en sus personajes, como por su reivindicación de los derechos humanos y los valores de la democracia».
De la ceremonia participaron el embajador de Argentina en España, Ricardo Alfonsín, y Mario Sabato, hijo del escritor que en 1984 presidió la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep) que redactó el Informe Sábato, conocido popularmente como el «Nunca más».