Como un secreto que se extiende mediante ese tan ponderado boca en boca, algunas propuestas marítimas reclaman un reconocimiento mayor, por su belleza, por su cercanía al mar, por su encuentro íntimo y estrecho con la naturaleza. Todas bajo la misma premisa: emprendimientos que se construyeron en la playa, cuidando el medioambiente, con salida directa al mar. En algunos casos con conexiones directas a las ciudades en las que se hallan y en otros casos aun más escondidos para mantener todavía más la desconexión con el ritmo apurado, acelerado y muchas veces absurdo que las grandes ciudades proponen.
Aquí cuatro propuestas para tener en cuenta a la hora de elegir destinos distintos y cercanos, pero con la huella de su entorno marcada a fuego.
El Salvaje, chacras marítimas
Allí donde las dunas comienzan a mezclarse con el pastizal pampeano se encuentra este proyecto particular que permite disfrutar a la vez del mar y del campo. En el partido de Villa Gesell, al sur de Mar Azul y poco antes de que comience la Reserva Natural Faro Querandí (que cuenta con las únicas dunas vivas que se conservan en el país y que espera finalmente ser convertida en Parque Nacional) la propuesta de El Salvaje es permitir un contacto estrecho con la naturaleza. El emprendimiento se propone cumplir con la muy actual premisa de ser ambientalmente sustentable. Tanto es así que, aunque tiene acceso directo a las amplísimas playas de la zona (a las que se llega caminando por senderos, a caballo o en vehículos de doble tracción), las casas para alquiler se encuentran un poco “tierra adentro” para preservar la zona cercana al mar que es la de mayor fragilidad y riesgo ambiental. Asimismo, dentro de su predio hay una zona de “reserva” de aproximadamente 30 hectáreas en las que caminar se vuelve una excursión apasionante que permite disfrutar la vista de la flora y la fauna local.Ads by
El Salvaje se encuentra en el km 427 de la Ruta Provincial 11, a 385 km de Buenos Aires y a minutos de Mar de las Pampas. Sus espacios recreativos comprenderán una sede náutica, actualmente en construcción, con club house, pileta, laguna para practicar deportes no motorizados con playa de arena, canchas de tenis y fútbol, sendas aeróbicas y circuito de trekking.
Alquiler en temporada: US$ 180 por día para una casa de 3 dormitorios, hasta US$ 250 por día para una casa de 5 dormitorios con pileta.
Más información en redes: Instagram: elsalvaje.chacrasmaritimas
Villa Faraz Colonia Marina
Entre Villa Gesell y Mar de las Pampas, continuando el camino por la famosa calle 3, se encuentra un nuevo lugar en pleno crecimiento: Colonia Marina, con sus características propias. No es ciudad, no es bosque, pero tiene mucho sol y sus pocas construcciones se ubican a pocos metros del mar. Allí los Corti llegaron hace 40 años con el objetivo de instalarse y crear lo que hoy se conoce como Villa Faraz. Se trata, como otras de la zona, de una historia familiar. “Mi padre fue el primer médico de Villa Gesell -cuenta Jorge Corti-, y yo nací en Gesell, me fui para estudiar medicina y regresé a ejercerla aquí. A todos en la familia siempre nos gustó mucho la naturaleza así que junto con mis padres y mi hermana compramos esa tierra frente al mar en 1982, con la decisión de encarar una nueva forma de vida, en la naturaleza, frente al mar”.
Corti cuenta que en ese momento en la zona no había casi nada, prácticamente no existía Mar de las Pampas y en Mar Azul había poquitas personas instaladas. “La idea fue venirnos a vivir en el medio de la naturaleza para poder compartir la vida con nuestros animales. Somos todos muy bicheros, de tener perro, chancha, gallinas, caballos. Me encanta”, confiesa. Fue más tarde que apareció la idea de abrir a otra gente esa posibilidad y así fue como decidieron hacer un emprendimiento comercial. “Quisimos que otros también disfruten del lugar y de alguna manera compartir nuestro cariño por los animales”, agrega el doctor Corti.
Actualmente, de las 14 hectáreas frente al mar de Villa Faraz, tres están ocupadas por las 8 cabañas del complejo, desde las cuales se accede a la playa por un camino que también conecta con la pileta y el restaurante. Por supuesto, tanto el sector cabañas, como el parador de la playa, son absolutamente pet friendly.
Para conocer más de las cabañas se puede ingresar a la página del complejo: www.villafaraz.com.ar
Mar de Cobo
A 28 kilómetros al norte de la ciudad de Mar del Plata, en el kilómetro 487 de la ruta provincial N°11 se encuentra Mar de Cobo, una pequeña y pintoresca localidad de 300 hectáreas. Su historia se remonta a muchos años atrás cuando en 1947 la Compañía General de tierras Mar de Cobo S.A., compró a la familia Ugarteche Anchorena un predio correspondiente a 300 hectáreas provenientes de un desprendimiento de la estancia San Manuel. Sus pocas calles tienen un trazado particular que forma semicírculos que comienzan y terminan en la avenida principal, aquella por la que se accede a Mar de Cobo y que continúa hasta el mar. Allí, sobre la costa, Victoria y Charly construyeron cuatro cabañas sobre el mar, con una vista inmejorable que incluye la costa marplatense. Las cabañas coloridas y pintorescas cuentan además con un restaurante que abre los fines de semana y en el que se desayuna todos los días.
Rincón de Cobo
Con nombre similar y ubicado entre Pinamar y Mar de Ajó, Rincón de Cobo es un campo privado sobre la playa. También se trata de un emprendimiento familiar que cuenta con 60 casas que pertenecen a diferentes dueños de una misma familia, aunque muy pocas de ellas están disponibles para alquilar. Paula Delledera y Matías Montoreano son los diseñadores de este proyecto que comenzó hace más de 20 años cuando, en un viaje por España, alquilaron una casa rural que estaba muy bien decorada y súper equipada.
“Acá todavía prevalecía el concepto de que las casas de alquiler temporario tenían que estar equipadas con cosas baratas y de descarte por el temor a que no fueran cuidadas por los inquilinos. Pero en ese viaje nos dimos cuenta qué diferente es que una casa que alquilás para las vacaciones tenga espacios cuidados, pensados y con buen gusto.
Que si te gusta cocinar, tengas todo para hacerlo. Vimos que había un nicho poco explotado formado por gente que no quiere usar las casas de vacaciones solo para dormir y comer algo, sino que puedan sentirse como en su casa. Imaginate el valor que tiene eso cuando te tocan varios días de mal clima que no podés ir a la playa. Así es como año a año fuimos creciendo, nada más que con la mejor publicidad: el boca a boca. Alquilamos las casas todo el año. En temporada baja, en general vienen parejas por un fin de semana. En temporada alta el público es más familiar”, explica Paula Delledera.
Fuente: Jazmín Carbonell, La Nación