Nueve largometrajes. Siete ficciones y dos de origen documental. Realizadores consagrados y debutantes. Títulos que tendrán un lanzamiento comercial en breve y otros que difícilmente vuelvan a pasar por los cines locales. La 8° Semana de Cine Italiano, organizada por la Embajada de Italia, el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires y la Agencia italiana para el Comercio Exterior, regresa al calendario porteño de mini festivales y ciclos dedicados a una cinematografía específica, luego de un par de años en los cuales la virtualidad impuesta por la pandemia tomó inevitablemente el control. Desde este jueves 29 de septiembre y hasta el miércoles 5 de octubre, en dos salas del complejo Cinépolis Recoleta, se exhibirán un puñado de realizaciones producidas en el país mediterráneo, reflejo de la diversidad formal y temática de una industria que continúa ofreciéndole al mundo películas de ambiciones populares y obras tan personales como atractivas.
“El gran desafío de esta edición es volver a ver al público en las salas, porque la Covid 19 nos obligó a realizar las últimas dos entregas de manera virtual, con proyecciones online”, afirma desde Italia Cristina Cassano, responsable de promover el cine italiano en el mundo y una de las curadoras de la Semana, antes de viajar a Buenos Aires junto a la delegación de invitados. “Ahora todos se acostumbraron a ver películas en Internet, pero nuestra intención es volver a encontrarnos con un espectador atento a la gran pantalla, que es algo muy distinto a ver films en una plataforma. Como en encuentros anteriores, la selección tiene su origen en el concepto de programar películas que formaron parte de los festivales más importantes, ofreciendo un espacio amplio a aquellos directores que están comenzando sus filmografías. De esa manera, presentamos las creaciones de jóvenes talentos que necesitan apoyo junto a nombres ya consagrados y reconocidos. La selección original de este año la realizó el responsable de la sección Giornate degli Autori del Festival de Venecia, Giorgio Gosetti”.
Los nombres reconocidos atraviesan buena parte de la programación del encuentro. Entre ellos se encuentra el de Alessandro Gassmann, hijo de esa eminencia de la gran pantalla, Vittorio Gassman, y la actriz francesa Juliette Mayniel, la joven víctima del doctor Génessier en el clásico de Georges Franju Los ojos sin rostro. Gassmann junior es el protagonista de No odiarás, ópera prima del realizador Mauro Mancini, film de estreno inminente en la Argentina que tuvo su premiere mundial en el Festival de Venecia. El punto de partida dramático plantea un dilema ético que recorre la hora y media de metraje: Simone Segre, un cirujano que gusta de salir a pasear en kayak, es testigo de un accidente automovilístico.
Simone está dispuesto a ayudar a la víctima, herida de muerte, pero se detiene y deja que la naturaleza siga su curso cuando descubre en la piel del hombre una serie de tatuajes de ostensible índole nazi, esvástica incluida. El espectador sabrá más temprano que tarde que el padre del médico fue un sobreviviente de la Shoah, elemento que sin duda moldea la decisión del protagonista. Pero la culpa no conoce de ideologías y Simone comienza a interesarse por la vida de los hijos del muerto, una muchacha veinteañera dispuesta a salir adelante gracias al esfuerzo, y un adolescente nacido y criado en un entorno de prominente antisemitismo y xenofobia. En el vínculo que se establece entre los tres personajes, Mancini –que estará de visita en Buenos Aires acompañado la película– dispone los elementos de un drama personal y social que no esquiva algunos de los mecanismos del cine de suspenso.
Il legionario, otro debut en el largometraje que se presentará en la Semana de Cine Italiano, tiene su origen en un cortometraje homónimo realizado hace cinco años por el director, el bielorruso instalado en Italia Hleb Papou, otros de los invitados a participar del encuentro. “Soy un híbrido de dos culturas e inevitablemente tengo otra experiencia con la sociedad italiana. Muchas veces, de forma inconsciente, tengo una perspectiva diferente de las cosas. La base para la película fue el cortometraje de graduación que hice en 2017. Allí, el protagonista también era un policía de piel negra”, dice el cineasta.
Las palabras de Papou describen su cualidad de ciudadano de origen extranjero al tiempo que definen al héroe del film, Daniel, el único integrante de un grupo de policías antidisturbios cuya tez no se condice con una supuesta “italianidad”, entendida como concepto estanco y conservador. El conflicto central de Il legionario queda establecido desde muy temprano: la madre y el hermano de Daniel continúan viviendo en el mismo edificio tomado que consideran su hogar desde hace casi dos décadas, cuyas instalaciones están a punto de ser desalojadas. Por las buenas o por las malas. El lector podrá adivinar que el protagonista, escindido entre dos mundos enfrentados, será uno de los responsables de ejecutar ese desalojo, situación que previsiblemente lo pone entre la espada y la pared.
De reciente estreno mundial en el Festival de Toronto y ya adquirida para su distribución local, El colibrí, la última película de la realizadora Francesca Archibugi (Mignon vino a quedarse, El árbol de las peras) está basada en la novela del mismo título de Sandro Veronesi, publicada hace apenas tres años y traducida a más de treinta idiomas. El guion del film, escrito a seis manos por Archibugi y los experimentados Laura Paolucci y Francesco Piccolo, sigue a grandes rasgos la alambicada estructura temporal del texto, saltando de la infancia de Marco Carrera a su vejez, sin dejar de lado las etapas intermedias.
En la historia hay padres, hijos, abuelos y nietos, enamoramientos y muertes, reencuentros y despedidas, además de un tono melancólico que el rostro de Pierfrancesco Favino como Marco logra transmitir con efectividad. La de Favino no es la única silueta famosa en el cine italiano e internacional: lo acompañan Laura Morante, la franco argentina Bérénice Bejo y Nanni Moretti, este último como un psiquiatra aficionado al tenis de gran sensibilidad empática. En los papeles, Il colibrì se define como un drama psicológico a escala humana, pero el entrecruzamiento de recuerdos, los saltos al pasado y al futuro y la aparición de las casualidades –o de esa gran palabra: el destino– lo convierten por momentos en un melodrama de tintes operísticos.
La música es el centro de atracción de Ennio, otro de los films destacados de la Semana que además tendrá un lanzamiento en salas argentinas, el próximo jueves 6 de octubre. A lo largo de más de dos horas y media, Giuseppe Tornatore recorre la vida y la inconmensurable y proteica obra musical de Ennio Morricone, una de las más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. El director de Cinema Paradiso recurre a la ayuda no sólo de una gran cantidad de colegas y colaboradores (de Clint Eastwood a Dario Argento, de Pat Metheny a Quincy Jones), quienes aportan a cámara definiciones, impresiones y recuerdos, sino también del propio homenajeado, fallecido en julio de 2020, un año antes del estreno mundial del documental en el Festival de Venecia.
A pesar de su andamiaje cronológico convencional, la película está repleta de información y anécdotas, una gran cantidad de fragmentos de películas y, por supuesto, mucha música. Le dedica un amplio espacio a sus primeros esfuerzos como arreglista y compositor, los trabajos consagratorios junto a Sergio Leone, la etapa más experimental junto a realizadores como Marco Bellocchio y Elio Petri, y su carrera paralela fuera de la pantalla, que produce una de las reflexiones más interesantes sobre el mundillo de la música “culta” y su desprecio por las formas musicales populares. En definitiva, un festín para los oídos.
Marco Bellocchio es precisamente el responsable del otro documental presente en el encuentro, sin duda uno de los títulos imprescindibles de la programación. Marx può aspettare, dedicado a Camillo Bellocchio –hermano gemelo del realizador que decidió quitarse la vida décadas atrás, en 1968–, toma su nombre de una anécdota personal del creador de I pugni in tasca y El diablo en el cuerpo, relatada en detalle en el film. Disconforme con su vida personal y profesional, la sombría visión de Camillo sobre varios aspectos de la existencia recibió en su momento una respuesta de su exitoso hermano ligada a los cambios sociales, en aquella era marcada por la revolución y el deseo de un futuro utópico. “Marx puede esperar”, dice Marco que le respondió Camillo, frase que el cineasta –cuyas películas suelen incluir un fuerte componente autobiográfico– utilizaría años después en una escena de Gli occhi, la bocca.
Marx può aspettare comienza con una reunión familiar del extenso clan Bellocchio, punto de partida de un film tan personal como universal gracias a sus temas centrales: la culpa, los deseos insatisfechos, las conflictivas relaciones entre hermanos y hermanas. Además de la fe y las prácticas religiosas, que un ateo consumado como Bellocchio ha puesto en tensión en varios títulos indispensables de su filmografía, como La hora de la religión. “Estabas demasiado ocupado intentando salvar el mundo”, le dice alguien cercano al director, contraponiendo esa tremenda ambición con la falta de atención a los problemas concretos de su hermano. Es uno de los momentos más duros de una película sensible, franca, inteligente y emotiva.
Ariaferma, tercer largometraje de ficción del documentalista Leonardo Di Costanzo, ofrece un duelo actoral de titanes. Toni Servillo (La grande belleza) encarna al jefe del servicio penitenciario de una cárcel que está a punto de ser abandonada definitivamente; Silvio Orlando (El caimán), en tanto, es uno de los diez presidiarios –el más viejo y experimentado– que deben pasar sus últimos días en el lugar antes de ser trasladados a otras prisiones. Con un pequeño grupo de guardiacárceles, problemas para alimentar a los hombres y cortes de luz constantes, los días y las noches pasan de manera tensa, con el constante riesgo de un motín. Pero la intención de Di Costanzo no es construir un drama carcelario al uso, lleno de violencia y sangre: los inevitables conflictos y enfrentamientos terminan dándole forma a un relato humanista, deudor indirecto, tal vez incluso inconsciente, del cine de Jean Renoir. La programación de la 8° Semana de Cine Italiano se completa con América Latina, tercera película de los hermanos Damiano y Fabio D’Innocenzo, la ópera prima II predatori, de Pietro Castellitto y la película de Emma Dante Le sorelle Macaluso.
Fuente: Página 12.