Este sábado 1 y el domingo 2 de octubre las puertas de 160 espacios y edificios de la ciudad de Buenos Aires se abren para que los curiosos de la arquitectura y el urbanismo puedan recorrerlos.
El hecho se pruduce dentro de la décima edición de Open House Buenos Aires, un evento anual que propone, con acceso libre y gratuito, una serie de itinerarios guiados para redescubrir la ciudad de Buenos Aires.
El evento coincide con la realización de la 18va. Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires y propone reflexionar sobre el patrimonio futuro de la ciudad.
Para participar solo hay que ingresar en la página web http://www.openhousebsas.org/ y ver la lista de edificios disponibles, así como el día y el horario en que se realizará la visita a cargo de un grupo de voluntarios amantes del urbanismo, de arquitectos, incluso en algunos casos serán los mismos propietarios del inmueble en cuestión los encargados de mostrarlo. Solo ciertos edificios requieren inscripción previa.
Los predios, muchos de los cuales no están disponibles para recorrerlos durante el año, incluyen construcciones muy antiguas, pero también desarrollos contemporáneos.
La propuesta incorpora algunos barrios cuyo contexto urbano tiene relevancia particular. Además de las visitas, se realizarán actividades complementarias en bicicleta –Open bici –, varias caminatas y un concurso fotográfico bautizado como Open Foto.
Open House es un evento de carácter internacional que se lleva a cabo en numerosas ciudades del mundo: Londres, Oslo, Milán, Zúrich, Dublín, Lisboa, Tel Aviv, entre otras, tienen su propio evento anual. En nuestro país está limitado a la ciudad de Buenos Aires y a Rosario, donde se organizó un evento similar los primeros días de septiembre.
De la extensa lista de 160 locaciones, LUGARES eligió cuatro. Estas y otras muchas podrán visitarse en unos días. Un buen plan de primavera.
Galería y Mirador Güemes
Allí cantó Carlos Gardel. Otro famoso de la época, Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito, pasó largas jornadas en uno de los departamentos del 6to piso, cuando iba y venía como piloto de la Aeropostal. Cuentan que en la bañera tenía un cachorro de foca que trajo del sur a modo de mascota, que le hacía compañía mientras escribía Vuelo Nocturno.
Julio Cortázar quedó fascinado con este edificio, en su cuento El otro cielo imaginó a la Galería Güemes unida a la parisina Vivienne, creando una suerte de geografía imaginaria donde se mueven sus personajes.
Si miramos con ojos contemporáneos podríamos decir que fue una idea de avanzada, una suerte de shopping, allá por los primeros años del siglo XX. Lo cierto es que la Galería Güemes imitó un modelo europeo en auge ya desde fines del siglo XVIII: un espacio donde además de las compras acontecían hechos sociales.
Ideada por el arquitecto italiano Francisco Gianotti (el mismo que diseño la confitería El Molino), el complejo exhibe en su realización una suerte de eclecticismo modernista: muestra acabada de art Nouveau local.
Esta galería de 116 metros que une a modo de edificio-pasaje las calles Florida y San Martín, fue además uno de los primeros rascacielos de Buenos Aires con sus 87 metros de altura.
En el subsuelo funcionaba un teatro y salón de eventos, tenía cabaret, locales comerciales y oficinas hasta el 5to piso. En los niveles más altos estaban los departamentos que se alquilaban amueblados.
En el piso 14 funcionó una confitería con vistas preciosas hacia la ciudad y cuatro niveles más arriba el mirador. El sitio fue durante varios años el punto más alto de la ciudad de Buenos Aires; desde allí se obtenía una vista límpida de 360 grados que hoy resulta impensable.
Provisto de la última tecnología del momento, contaba con ascensores capaces de recorrer 140 metros en 60 segundos y tenía un sistema contra incendios que bombeaban hasta 24 mil litros por hora, activado a través de alarmas eléctricas. Contaba, además, con refrigeración, calefacción y ventilación forzada.
En el pasaje-galería de 14 metros del atura se observa una bella cúpula acristalada, que se ubica justo en el centro, de modo que parte en dos tramos la bóveda de cañón corrido que va entre ambas calles. La combinación de luz natural y artificial de la bóveda y los detalles exquisitos de la broncería, la convirtieron en un sitio único. Abrió sus puertas en 1917.
Auditoría General de la Nación
Originalmente fue el Palacio Biol, un edificio de estilo veneciano construido a entre 1924 y 1927 para albergar al Instituto Biológico Argentino. Es obra del arquitecto italiano Atilio Locatti.
Ubicado en Rivadavia 1745, en los alrededores de la Plaza del Congreso, es una de las construcciones emblemáticas de la zona.
El paso del tiempo le deparó múltiples y variados destinos. En 1948 fue expropiado por el gobierno justicialista para instalar allí el Instituto Nacional de Previsión Social. Dicen que Eva Perón montó en una de las estancias su despacho. Más adelante albergó las oficinas de la DGI, luego AFIP, y hasta la ANSES desembarcó con sus escritorios.
Finalmente, proceso de restauración mediante, se convirtió en una de las sedes de la Auditoría General de la Nación (AGN), rebautizado como Edificio presidente Raúl Ricardo Alfonsín.
Este palacete de estilo neo veneciano se diseñó para un uso mixto: desde el subsuelo al segundo nivel se destinó a la actividad científica del instituto. En tanto, los siete pisos restantes se construyeron para departamentos de renta.
Uno de los destacados del palacio está en alto de la fachada. Se trata de un reloj monumental diseñado por la casa Fratelli Miroglio, de Turín. El reloj se integra a un grupo escultórico compuesto con dos grandes figuras de bronce y fundición de hierro de unos 3,50 mts de altura en actitud de golpear una gran campana. Todo el conjunto es una verdadera belleza que obliga a levantar la vista.
Se dice que el edificio está inspirado en el Reloj de los Moros –Torre dell’Orologio o Torre dei Mor–, 1496, ubicada en los alrededores de la plaza San Marcos, Venecia. La leyenda cuenta que fue un amigo veneciano del arquitecto Locatti quien le sugirió replicar esa construcción en el centro porteño y parece que el hombre lo escuchó.
Durante los trabajos de puesta en valor se recuperaron las escaleras revestidas en mármol botticino, varios murales, pilastras, cielorrasos con detalles de dorado a la hoja, tallas de querubines en bronce, farolas, óleos y los pisos de madera originales.
Entre las obras de arte recuperadas se destacan el cielorraso de la entrada, del muralista Nazareno Orlandi y El árbol de la vida, deSalvino Tofanari, pintado en el balcón del primer piso.
Edificio de La Prensa
Ubicado en Avenida de Mayo al 500 fue proyectado íntegramente en París y adaptado para su construcción en el centro de la ciudad de Buenos Aires por los ingenieros Carlos Agote y Alberto Gainza, ambos egresados de L´Ecole des Beaux Arts de París. Es un típico ejemplo de arquitectura academicista de orientación francesa. Se construyó entre 1892 y 1896 como sede de uno de los diarios más importantes de la época, La Prensa.
Actualmente es la sede de la secretaria de Cultura del Gobierno de la ciudad, incluso los subsuelos, donde algunas vez funcionaron los talleres para imprimir el diario, son hoy salas de exposiciones.
En el frente del edificio se destaca la monumental farola con una escultura de figura femenina, obra del escultor Maurice Bouval, que mide la friolera de cinco metros de alto, pesa cuatro toneladas y representa a la diosa Minerva. En los tiempos de auge del periódico ella era la encargada de avisar, sirena mediante, las noticias clave del momento. Se escuchó por primera vez el 29 de julio de 1900 al conocerse la muerte del rey Humberto I de Italia.
La vereda del diario tenía gran convocatoria; allí se colocaban pizarras con las últimas noticias y era común ver como los transeúntes se detenían a leer las primicias. En algún momento se instalaron también una serie de altavoces con idéntico fin, sobre todo para trasmitir partidos de fútbol de relevancia.
La opulencia del salón dorado y el despacho del director cuentan la historia de una Argentina rica en recursos que nada envidaba las construcciones europeas.
En muchas paredes del palacio pueden apreciarse grandes pinturas murales y detalles decorativos propios del estilo Garnier.
La Inmobiliaria – Palacio Heinlein
El gigantesco edificio que ocupa toda la cuadra sur sobre avenida de Mayo al 1400 se inauguró en medio de los festejos del centenario, precisamente el 25 de mayo de 1910.
Fue construido por y para la compañía La Inmobiliaria, de ahí su nombre, la primer empresa de seguros generales de capitales argentinos presidida por Antonio Devoto, el mismo que fundó el barrio porteño que hoy lleva su nombre.
El edificio de corte neo renacentista italiano fue concebido por el arquitecto italiano Luigi Broggi y sus obras llevaron dos años. En la silueta se destacan dos preciosas cúpulas que rematan las ochavas cuyos techos hoy son colorados, originalmente estaban cubiertos por un revestimiento de pizarra gris oscuro.
Con el paso del tiempo el edificio perdió la ornamentación de la fachada, las molduras, los copones y la crestería del tejado. Sin embargo, aún pueden verse los pares de estatuas de Venus y Apolo que decoran las ochavas y los ocho nichos del cuerpo central. Sobre el frente se observan logias que son galerías sostenidas por columnas de pedestal y arcos de medio punto, típicas de la arquitectura italiana. Los esgrafiados que decoraban los muros apenas se conservan, muy deteriorados. A mitad de cuadra aún se puede ver el cartel hecho con mosaico policromado dorado de La Inmobiliaria, un recuerdo de aquellos primeros tiempos.
La compañía aseguradora ocupó el primer piso, en tanto la planta baja fue comprada por Guillermo Heinlein, quien instaló allí un comercio de sanitarios que llevaba su nombre y que terminó por denominar al edificio. Heinlein fue el primero en importar inodoros con sifón, un objeto ultramoderno en aquella época. En otro local se instaló la famosa cervecería Berna, sitio de encuentro de personalidades famosas.
Además de los locales comerciales del primer nivel se diseñaron 51 apartamentos en los piso superiores y 8 locales más.
El edificio se estructura con cuatro entradas por Avenida de Mayo, cada una lleva hasta un pequeño hall con un ascensor en jaula y una escalera. De ese modo, el conjunto funciona con cuerpos independientes y contiguos.
Fuente: La Nación