Este martes, Fito Páez inicia su serie de ocho conciertos en el Movistar Arena. La expectativa por ver el show con el que homenajeará a su exitoso álbum El amor después del amor a treinta años de su edición original superó los cálculos previos de todos, incluso de Daniel Grinbank, quien hoy es su mánager. Lo que en un principio iba a ser un par de funciones, tal vez tres o cuatro en el mejor de los casos, terminó por multiplicarse y cerrar en ocho, quizás más por los compromisos de la gira ya asumidos que por su propio techo de tickets. De hecho, tras el armado del escenario, ayer se pusieron nuevos tickets a la venta que rápidamente fueron adquiridos por el público.
La relación entre Daniel Grinbank y Fito Páez nunca fue la de mánager y artista. Hasta ahora, claro, aunque ambos se conocen desde la primera mitad de los años 80. “A Fito lo conozco desde muy joven. Lo conocía de Rosario, cuando íbamos con Serú Girán a tocar allá y él era público. Cuando viene con Juan Carlos Baglietto a Buenos Aires, Charly (García) estaba armando la banda de Clics Modernos. A mí me encantaba Fito, los mejores temas del primer álbum de Baglietto eran de él, y cuando Charly me dice que estaba buscando tecladista, mi sugerencia fue que llamara a Fito. Así que en un punto nuestro primer trabajo juntos fue ese, en la gira de Clics Modernos, él como tecladista y yo como manager de Charly”, cuenta Grinbank sentado en su oficina y rodeado de cuadros que testimonian que es él quien trajo a los Rolling Stones al país en cada una de las visitas de sus Majestades Satánicas.
Hacía cerca de diez años que Grinbank y Páez no se ponían en contacto y el Latin Grammy se interpuso entre ambos. En noviembre del año pasado, en la 22a. edición de los premios, Fito fue reconocido con un galardón a la excelencia musical y el exmanager de Serú Girán estaba allí para cruzarse con él. Pero lejos de aquella frase que dice que “lo que pasa en Las Vegas queda en Las Vegas”, el productor y el músico quedaron en seguirla en Buenos Aires. “Siempre tuvimos una buena relación y nos reencontramos en los Grammy, en Las Vegas. Ahí surgió la idea de trabajar juntos. A mí me seducía porque se cumplían los 30 años de El amor después del amor y, obviamente, había y hay un respeto muy grande que siento por él como artista y por él como tipo, como ser humano, condimentos fundamentales para trabajar con alguien. Y se dio. Si bien yo podía suponer que iba a andar muy bien, lo que nos está sucediendo supera todas las expectativas que teníamos”.
-¿Cuándo empezaste a pensar seriamente en la posibilidad de ser su mánager?
-Yo había ido el año pasado a dos shows de Fito, al tributo a Charly por los 70 años en el Teatro Colón y al Movistar Arena. Me había gustado su show, me pareció que era interesante el momento artístico por el que estaba pasando y con el aniversario se sumaban una serie de variables que hacía muy seductor el proyecto, más allá de que ya habíamos tomado la decisión en la empresa, durante la pandemia fundamentalmente, de que íbamos a tener una reorientación más allá de lo que hacíamos habitualmente, de una serie de divisiones y proyectos nuevos. Una tenía que ver con las exhibiciones, otra con volcarnos a las producciones audiovisuales y otra generar contenido propio, que es igual managment. Por lo cual, cuando surgió la posibilidad concreta, calzaba perfectamente con el rumbo que queríamos tomar como empresa.
-¿Cuándo dejaste de ser mánager de artistas?
-Yo dejé de ser manager en el año 84, cuando empecé con la Rock & Pop y luego me volqué a la producción. Después tuve algunas cuestiones. En la época que no podía competir con Time for Fun tenía la representación de actores pero no con música, salvo un período con Glorias Carrá. Pero no teníamos en la empresa esa división como fortaleza, estábamos mucho más volcados a ser productores. Lo del managment generó, dentro de un recambio, que incorporáramos gente afín a esa tarea y la concepción de lo que es un managment moderno en tiempos digitales donde, si uno maneja las cosas de determinada manera, se abre mucho más rápido el exterior. Y también, si bien no fui manager directo, como productor cumplí un poco ese rol con todo el desarrollo europeo de Violetta y Tini, durante tres años consecutivos. Era productor, promotor y un poco mánager, porque armábamos el show de cero, nos involucrábamos fuertemente con la artística, pero obviamente con Fito es un salto importante en cuanto a la actividad.
-Volvés a hablar el idioma del rock…
-Sí, pero tratando de pasar de una mente analógica a una mente digital. No abandonaré nunca el rock, es lo que me es más fácil y afín, pero entendiendo fuertes cambios que existen en la música, donde aparecen cosas que me resultan muy seductoras e interesante. Por eso también procedimos a renovar el staff, porque entendimos que hay otra manera de divulgar, de comunicar, hay otra manera de leer cómo contribuir a la construcción de un proyecto. Para mí es un aprendizaje y el cambio me resultó muy seductor. Obviamente hoy Fito es el artista más visible, pero vamos a tener otros desafíos de managment y también el de la internacionalidad de Fito, que es un paso fundamental.
-El viene apostando fuerte y los premios Grammy que obtuvo en los últimos años funcionaron como respaldo…
-Bueno, nos juntamos justo en el lugar indicado, cuando le dieron el Grammy como reconocimiento a su trayectoria, pero eso también indicaba que había un camino a seguir, con crecimiento, donde no es menor el mercado latino de los Estados Unidos y el crecimiento en general de todas las facetas de la música latina.
Para Daniel Grinbank, una buena manera de pasar de una mente analógica a una digital es empezar a entender y a analizar los algoritmos. “Bizarrap estuvo cuatro semanas consecutivas primero en Spotify global y fue desplazado por un grupo coreano, BLACKPINK. Ese es un fenómeno que no se lograría si no existiera lo digital. Los italianos nunca habían exportado algo como Maneskin. Todo eso es entender que hay un nuevo mundo que abre un montón de nuevas posibilidades, si uno aprende a leer algoritmos y entender cómo aplicar a los shows el hecho de que alguien tiene un millón de oyentes mensuales. Me seduce mucho ver e interpretar cómo han variado los consumos culturales. Yo soy medio culo inquieto, es un desafío de aprendizaje para mí. Y también armar nuevos equipos de trabajo con los que me sea más fácil entender e interpretar todo eso más rápidamente”.
-La música urbana es la que mejor se adapta a estos cambios o es simplemente la que está de moda y por eso recoge los beneficios de las plataformas?
-Se ve beneficiada porque quienes más accedieron a todos esos cambios tecnológicos son las nuevas generaciones, que consumen más este tipo de música. Yo tengo un hijo de 37 años, para él el cable era en su momento la televisión abierta y tengo una hija de 12 años para la que el televisor es un monitor para todo el streaming, YouTube, plataformas. Para ella la tevé y el cable no existen y ve ficción a la hora que quiere. Esas nuevas generaciones son mucho más proclives a una dinámica de tiempos distintos, a un desarrollo en el que TikTok es una plataforma de 30 segundos. Mirá, se suben 67 mil temas por día a Spotify. Es una locura, no podés abarcarlo y no me acuerdo cuántos videos son por minuto, pero sí que si alguien quiere ver los videos que se suben a YouTube en un minuto, le va a llevar como seis meses hacerlo. Hay un montón de acceso, se abrió mucho, pero para poder entrar ahí tenés que tener una logística, una técnica, una estrategia y manejar algoritmos. Esos fenómenos, como lo urbano hoy, siempre existieron. Hay artistas muy buenos y hay fenómenos efímeros, como ocurrió en el rock. Hay artistas que van a trascender y otros que van a ser ascensores, tan vertiginoso el ascenso como el descenso. Pero sí es verdad que nunca Argentina en particular y lo latino en general influyó tanto en la escena musical mundial.
-Empezaste a desarrollar la pata de las exposiciones, primero con Van Gogh y ahora con Banksy. Es muy distinto a lo que sucede con la música: para el público es una salida y está esa cosa de andá ahora porque termina a fin de mes y no vuelve’…
-Es un concepto de gira, casi. Durante la pandemia, lo último que se cerró y lo primero que se abrió fueron las exposiciones, porque permite distanciamiento social. Si yo meto 150 personas en un recital, en un predio, las 150 se van a agolpar adelante del escenario. Acá hay una distribución, ya sea en la exposición inmersiva de Van Gogh como hoy en el proyecto de Banksy. Lo de Van Gogh fue extraordinario, tanto por la obra del artista como por la curaduría de la música, que brindaba un espectáculo. Banksy es un artista por excelencia, ligado al brit pop y con una bajada corrosiva en cuanto a mensaje, como las letras de (Bob) Dylan, de los Sex Pistols o de los Clash. Las dos exposiciones, siendo muy distintas, tienen un aspecto tecnológico importante; las dos son líderes en cuanto a proyecciones, si bien no es inmersiva la de Banksy, tiene la VR (realidad virtual) de 360°, la sala de proyecciones con la historia de los grafitis, con cuatro pantallas en simultáneo, y después que la exhibición se enriquece desde el momento en que vos vas con tu móvil , te bajás la aplicación y se te va disparando delante de cada cuadro la información. Antes en un museo te daban unos auriculares, ahora lo manejás vos. Arrancamos bárbaro, Van Gogh fue un éxito con más de 350 mil espectadores y Banksy anda muy bien y pensamos seguir. Yo ya había hecho exhibiciones antes pero volcadas al rock: en Barcelona hice la de Björk, la de Bowie y en Madrid la de Pink Floyd.
-Te llevo a los Rolling Stones, ¿hay chances de que vuelvan?
-Por ahora los Rolling Stones no anunciaron nada, ni que siguen. Todos los shows que están programados hoy en la Argentina se van a cumplir porque ya están programados, pero ninguno está pudiendo girar dinero al exterior. E n cuanto no podamos pagar no va a venir nadie. Cuando yo fui a Londres, ellos estaban mirando, por si seguían, qué pasaba con Sudamérica, que la conciben únicamente con la Argentina. Pero todo cambió drásticamente por el cepo cambiario. Agregado a eso hay que ver dónde aterriza toda esta crisis económica. Los Rolling Stones, sin cobrar más ellos, tienen cada vez costos más altos.
-Claro, una cuestión de edad…
-Antes tocaban, cuando los traje la primera vez, cuatro veces por semana, hoy dos veces por semana, con lo cual los costos de hotel se duplican y los salarios también. Los costos de seguro de cancelación no tienen límites y en cuanto al Covid, ninguna aseguradora lo cubre. De hecho pasó ahoradurante su gira europea. Ellos tuvieron que reprogramar dos fechas porque Jagger contrajo Covid. En Europa lo pueden hacer, pueden reprogramar, pero en Sudamérica no, lo cual agranda los riesgos. Ellos hacen 14 fechas al año y tenés que competir con mercados como el de Japón o el de Estados Unidos. Si ellos se tiran a hacer 12 shows en Nueva York en un arena, los van a llenar y solo con lo que vendan de merchandising ganarían más de lo que obtendrían acá de cachet y sin tener que moverse. Entonces competís con otra serie de variables, más allá de que a ellos les gusta venir acá, pero los costos se tornan inviables. Hoy por hoy estamos muy lejos. Estamos en un país con el 50 % de pobreza, donde hay menos plata de sponsors, donde no solo es el país que tiene los gravámenes más altos del mundo, el Sadaic más caro del mundo, el Capif que no existe en ningún otro lado, el impuesto al cheque que no existe en otro lado. Ahora la sociedad de dirección de directores quiere cobrar por el uso de pantalla, algo que no existe en otro lado, más el 1% de Capif para la música que suena cuando estás entrando al estadio que no existe en otras partes del mundo. Tenés un montón de sociedades de gestión, yo no estoy negando su derecho, pero sumadas hacen que sea un chorizo, más impuestos. Por más que la entrada la eleves, lo que te queda neto es muy costoso. Hoy no soy muy optimista de un 2023 con los Stones… y Jagger va a cumplir 80 años.
Fuente: Sebastián Espósito, La Nación