Porque Sandman, la historieta que consagró al guionista inglés Neil Gaiman, comparte con la obra del escritor argentino no solo la fina orfebrería en el uso de la palabra, sino también la recurrencia de ciertos temas existenciales y metafísicos, como la mecánica del universo; la intromisión de los dioses en las cuestiones humanas, la circularidad del tiempo, la esencia de la eternidad, la inmortalidad y los sueños, y la idea del infinito como una biblioteca en eterna expansión.
Según Gaiman, Sandman es “un exquisito blend entre los mitos modernos y las fantasías oscuras, donde la ficción contemporánea, el drama histórico y la leyenda antigua se entrelazan a la perfección. Y lo hace mientras visita a las personas y los lugares afectados por Morfeo, el rey de los sueños, durante sus intentos por reparar los errores cósmicos y humanos que ha cometido durante su vasta existencia”. Frases que definen el arco argumental de la primera temporada de Sandman, la esperada serie que Netflix estrena hoy.
De acuerdo con el guionista y productor David S. Goyer –el mismo de la trilogía de Batman filmada por Christopher Nolan– “Sandman es una narrativa sumamente compleja y, al mismo tiempo, muy fácil de seguir para el espectador. Esa doble condición es la mayor fortaleza de la serie. En realidad, no es otra cosa que la voz autoral de Neil, la cualidad que lo ha convertido en un escritor reverenciado por millones de fanáticos alrededor del mundo. Mantenernos fieles a esa voz ha sido el gran triunfo de la serie”.
Desde que el cómic se diera a conocer en enero de 1989, Sandman logró construirse como un universo metanarrativo cargado de símbolos, habitado por referencias multiculturales y nutrido por una profusa tradición literaria, filtrado todo por la sofisticada y elegante flema británica del autor. De Shakespeare a Cervantes, pasando por Lewis Carroll, Mark Twain, Dickens, Chesterton, Tolkien, Michael Moorcock, H. P. Lovecraft, Ray Bradbury, el propio Borges, los cuentos de hadas, las leyendas centroeuropeas, los textos de Las mil y una noches, El mago de Oz, los medios masivos de comunicación, la potencia revulsiva del punk y el romanticismo gótico, la poesía de Elvis Costello, David Bowie y Tori Amos, las distintas corrientes filosóficas contemporáneas pero también el wiccanismo y el ocultismo; la mitología y las religiones; la ciencia y la razón: todo tiene su espacio.
“Para mí -aseguró alguna vez Gaiman, en un alarde de falsa modestia-, sólo era la historia de una familia disfuncional”. La familia de los Eternos (no confundir con los superhéroes de Marvel), conceptos encarnados en personificaciones antropomórficas del Sueño, la Muerte, el Deseo, el Delirio, la Desesperación, el Destino y la Destrucción. Son seres inmortales e inmemoriales, entidades transversales a todas las culturas, sean humanas o alienígenas. Existen desde antes de que hubiera “algo” y seguirán perdurando una vez que no quede nada. Influyen en la cotidianeidad de cualquier ser vivo y, en parte, son volubles a las vicisitudes emocionales de las criaturas que los adoran, los odian, les temen o los ignoran.
De los siete Eternos, sólo cuatro dirán presente en esta temporada de Sandman: Sueño, Muerte, Deseo y Desesperación, interpretados por Tom Sturridge, Kirby Howell-Baptiste, Mason Alexander Park y Donna Preston, respectivamente. El casting que levantó polvareda en las redes sociales: el propio Gaiman se encargó de justificar y celebrar la elección de cada uno de los actores. “Me encanta vivir en una época en la que nada de lo que hice hace 35 años resulte extraño. Sandman incluyó personajes LGBTIQ+ mucho antes de que ese término existiera. Poder tener a un actor no binario como Mason Alexander Park representando a un personaje no binario como Deseo, es algo fantástico. Y si Muerte se muestra como afroamericana, es porque la interpretación de Kirby Howell-Baptiste es sublime, mágica, perfecta. Lo sé porque vi las más de 800 audiciones que se hicieron para el papel. Y Sturridge es Sandman, mi Sandman al menos”.
Buscando representar la nueva agenda social en lo referente a las cuestiones de género, la serie de Netflix rompió el molde hegemónico. El bibliotecario blanco Lucien pasó a ser la afroamericana Lucienne; el investigador de lo paranormal John Constantine (que Keanu Reeves y Matt Ryan interpretaran, respectivamente, en el cine y las series televisivas del Arrowverse) se transformó en la demonóloga Johanna Constantine; Lucifer (el mismo personaje que Tom Ellis encarna en la serie de Netflix) abandonó su iconografía masculina para asumir una apariencia femenina, y hasta los hermanos bíblicos Caín y Abel cambiaron su etnia por la pastún pakistaní.
“Respetar la apertura mental con que Neil encaró esta obra hace tres décadas implicaba mantener lo que había que mantener y modificar aquello que debía ser modificado”, sostuvo Goyer. Donde no pudo hacerse mucho, por orden de Warner, fue en la interacción con el universo superheroico de DC, cuya única pantalla parecería ser la de HBO Max. Salvo algunos guiños puntuales, que quedaron como elementos de color, todas las referencias a la Liga de la Justicia fueron eliminadas. John Dee ya no es el archivillano que puso en jaque a Superman y a Batman, sino el desequilibrado mental que hace quedar a Hannibal Lecter como un inofensivo corderito; Lyta Hall no es la hija de la Mujer Maravilla, y Héctor Hall nunca fue el hijo del Hombre Halcón y la Mujer Halcón.
Por lo demás, la serie sigue puntillosamente el discurso establecido en el cómic The Sandman, con Sueño empezando la reconstrucción de su vida y su reino, la relación con sus pares y sus súbditos, enmendando los yerros que, por acción u omisión, terminó provocando a ambos lados de la vigilia, durante el siglo que pasó apresado por un humano arrogante, aficionado a las artes arcanas. “Esto es sólo el principio –adelantó Tom Sturridge–. Esperen a ver el extraordinario grupo de humanos, dioses y criaturas místicas que vendrán en las próximas temporadas. De Shakespeare a Marco Polo, pasando por Robespierre. Y más Caín y Abel, más Lucifer y más Johanna Constantine. Realmente, no puedo esperar”.
Quién es quién
Sueño (Tom Sturridge): También conocido como Morfeo o Sandman, en referencia al personaje del folklore celta que esparce arena mágica sobre los ojos de las personas que duermen para hacerlas soñar. Es el rey de los sueños y su dominio es Ensoñación, el reino que todos los humanos visitan cuando sueñan. Creado por Neil Gaiman, Sam Kieth y Mike Dringenberg, debutó en The Sandman Nº 1, en enero de 1989.
Muerte (Kirby Howell-Baptiste): hermana mayor de Sueño, es la más sensible, empática y sabia de todos los Eternos. Creada por Neil Gaiman y Mike Dringenberg, debutó en The Sandman en agosto de 1989.
Deseo (Mason Alexander Park): el menor de los Eternos, cruel encarnación de todo aquello que sea anhelado. Puede manifestarse como hombre, mujer, ambos o ninguno, de acuerdo con su voluntad. Creación de Neil Gaiman y Mike Dringenberg, apareció en The Sandman en noviembre de 1989.
Desesperación (Donna Preston): gemela de Deseo, es la más influenciable de los Eternos. Creada por Neil Gaiman y Mike Dringenberg, hizo su aparición en The Sandman en noviembre de 1989.
Matthew, el cuervo (voz de Patton Oswalt): gracias a las fuerzas místicas de Ensoñación, este hombre se transformó tras morir en un parlanchín cuervo, que acompaña y asiste a Sueño. En su forma humana, Matthew fue creado por Len Wein y Bernie Wrightson para el cómic Swamp Thing, en noviembre de 1972.
Lucienne (Vivienne Acheampong): bibliotecaria de la Ensoñación y asistente personal de Sueño. Paul Levitz y Néstor Redondo crearon la versión original del personaje, Lucien, que se presentó en el cómic Tales of Ghost Castle en mayo de 1975.
Caín (Sanjeev Bhaskar) y Abel (Asim Chaudhry): hijos de Adán y Eva según el Antiguo Testamento, son los guardianes de La casa del Misterio y La casa de los Secretos, espacios físicos y metafísicos dentro de la Ensoñación. Caín fue creado por Bob Haney, Jack Sparling y Joe Orlando; y apareció por primera vez en el cómic The House of Mystery, en agosto de 1968. Abel, creado por Mark Hanerfeld, Bill Draut y Joe Orlando, debutó en el número de septiembre de 1969 de la revista DC Special.
Merv Pumpkinhead (voz de Mark Hamill): portero y encargado del mantenimiento de la Ensoñación. Espantapájaros con una calabaza por cabeza, suele funcionar como elemento cómico de la serie. Creado por Neil Gaiman y Sam Kieth, apareció en The Sandman en mayo de 1989.
El corintio (Boyd Holbrook): pesadilla que se escapó de la Ensoñación. Encantador y peligroso, actúa en la Tierra como asesino serial. Creado por Neil Gaiman y Mike Dringenberg, debutó en el cómic de The Sandman en noviembre de 1989.
Lucifer (Gwendoline Christie): monarca del Infierno, elegante e inmisericorde, corresponde con la figura del ángel caído de la tradición cristiana. Creado por Neil Gaiman, Sam Kieth y Mike Dringenberg, apareció en abril de 1989 en las páginas de The Sandman.
Tres brujas (Nina Wadia, Dinita Gohil y Souad Faress): Arquetipos mitológicos conocidos como las furias griegas, las parcas romanas, las laimas bálticas o las nornas nórdicas. En la serie se presentan como entidades femeninas capaces de predecir el futuro y dar claves para encontrar personas y objetos perdidos. Creadas por Alex Toth, se presentaron en el cómic The Witching Hour en febrero de 1969.
Johanna Constantine (Jenna Coleman): cínica demonóloga y exorcista, heredera de un linaje emparentado desde siempre con las artes místicas y con el propio Sueño. La versión original del personaje, John Constantine, fue creada por Alan Moore, Rick Veitch y John Totleben para el cómic de Swamp Thing en junio de 1985.
John Dee (David Thewlis): desequilibrado mental, tiene en su poder una gema que permite volver realidad los sueños. Creado por Gardner Fox y Mike Sekowsky, apareció en julio de 1961 en el cómic de la Liga de la Justicia.
Lyta Hall (Razane Jammal): joven viuda que, cada noche, en sus sueños, se reencuentra con su marido muerto, Hector Hall (interpretado por Lloyd Everitt). Creada por Roy Thomas y Ross Andru, Lyta apareció en febrero de 1983 en la revista de la Mujer Maravilla. Hector, creado por Roy Thomas y Jerry Ordway, debutó en el cómic All-Star Squadron en septiembre de 1983.
Fuente: Fernando Ariel García, La Nación