El cuerpo desnudo, las piernas cruzadas, las manos apartando el pelo de la cara que mira al cielo. Así de relajada espera en la terraza del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) la figura de bronce creada por Carlos de la Cárcova, ganadora hace 75 años del primer premio en el Salón Nacional de Artes Plásticas. Su destino es prometedor: podría quedar seleccionada para el varias veces anunciado Paseo de Esculturas, cuya inauguración depende a su vez de la realización de una obra de ampliación que acaba de recibir un importante aval para su señal de largada.
Esta última, destinada a modernizar la antigua Casa de Bombas de Recoleta remodelada a comienzos de la década de 1930 por el arquitectoAlejandro Bustillo, se complementaría con la mudanza a Tecnópolis del 80% de una de las colecciones de arte más importantes de América Latina. Allí se alojaría en un edificio industrial de 2500 m2, que debe refuncionalizarse para dotarlo de los estándares internacionales para conservación de obras y sumarle áreas de trabajo, como laboratorios y talleres de restauración.
“Son dos proyectos distintos pero paralelos y complementarios, que solucionarían los principales déficits del museo; es un antiguo anhelo”, explica a LA NACION Andrés Duprat, director del MNBA. Se refiere a la circulación del edificio ubicado sobre la Avenida del Libertador al 1400 y a la visibilización de su acervo, conformado por 13.000 obras, de las cuales se exhibe apenas entre el 10 y el 12%. En las últimas décadas se contempló sumar superficie en el edificio de Canal 7 o en el Palais de Glace, pero esas iniciativas no prosperaron. “El edificio de Tecnópolis tendría amplios sectores de acceso público, por lo que serían reservas abiertas –agrega Duprat –. La idea es cambiar de paradigma, que no sea un museo inaccesible”.
Esa mudanza liberaría, a su vez, el espacio que las obras ocupan en el subsuelo del MNBA, debajo de la sala donde se exhiben las esculturas de Auguste Rodin. “Ahí estaban los piletones de la Casa de Bombas que abastecía de agua a Buenos Aires –señala Duprat-. La idea es convertir ese espacio en un museo de sitio para poner en valor la historia del edificio, como se hizo con los restos patrimoniales que pueden verse en el auditorio del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires”.
A esta refuncionalización se sumaría la construcción de una estructura de hierro y vidrio que incluirá escaleras y ascensores –ahora solo hay uno pequeño–, y que no solo mejoraría la circulación vertical del museo sino también la conexión con el renovado pabellón construido para la Exposición del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo por el arquitecto César Janello junto con Rubén Fraile y Jorge Gómez Alaiz, ubicado sobre la Avenida Figueroa Alcorta al 2200. Allí se alojan la sala de exposiciones temporarias del museo, la sede de laAsociación Amigos (Aamnba)con su auditorio y el área del restaurant. Gracias a ese nuevo puente, desde la Avenida del Libertador se podría ver la Facultad de Derecho.
Del éxito de esa licitación, que tramita el Ministerio de Obras Públicas de la Nación y fue publicada el viernes pasado en el Boletín Oficial con un presupuesto de 840 millones de pesos, depende la apertura del Paseo de Esculturas. Una docena de piezas del MNBA y del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires –realizadas por artistas como Pablo Curatella Manes, Libero Badii, Rogelio Yrurtia, Antonio Sibellino y Émile Antoine Bourdelle– se instalarían una vez que culmine la obra en este recorrido a cielo abierto, diseñado en el corazón de la manzana entre ambos edificios.
Ese plazo, que podría extenderse durante un año, no impedirá que se emplace en noviembre Marejada, escultura de Noemí Gerstein seleccionada este año como aporte de los amigos del museo al patrimonio público, que ya puede verse en la sede de la Aamnba. Para todo lo demás, habrá que esperar con la misma paciencia que la figura creada por De la Cárcova.
Fuente: Celina Chatruc, La Nación