Santiago García Navarro y su libro «Un reino junto al mar»
En la década del 80, las abuelas no sabían nadar. Para ellas, la playa era un paseo y un escenario de descanso antes que un espacio para el deporte. Para Edgar Allan Poe, era el lugar donde yacía el cuerpo de la bella Annabel Lee, nombre del último poema que completó antes de su muerte en 1849. En 2022, Santiago García Navarro toma prestado uno de los versos recurrentes de ese poema, Un reino junto al mar, para el título de su libro. El volumen recorre diferentes playas de Occidente en distintos momentos, pero se detiene principalmente en dos ciudades: la de su infancia, Mar del Plata, que a lo largo de las páginas denominará MP, y la ciudad de sus estudios de postgrado, Río de Janeiro, para explorar una conexión estructural entre ambas.
Dedicado a la memoria de sus abuelas, el texto de García Navarro sostiene que la playa, tal como hoy la conocemos, no es simplemente un accidente geográfico o una forma del paisaje sino una construcción cultural e histórica relativamente reciente, que remonta al colonialismo y a los viajes de los conquistadores, que estiraban su escaso vocabulario para describir las costas adonde iban llegando. Por ejemplo Cristóbal Colón, citado entre otros, escribía “porque vide este cabo de allá tan verde y tan fermoso, así como todas las otras cosas y tierras dèstas islas que yo no sé adónde me vaya primero, ni se me cansan los ojos de ver tan fermosas verduras y tan diversas de las nuestras”.
Río y MP fueron construyéndose como urbes balnearias, una tropical y otra templada, combinando arquitectura, paisaje y entretenimiento, y las dos, paralelamente modernas, vivieron su momento de mayor esplendor en las décadas del 60 y 70.
El texto intercala pequeñas fotos entre las palabras que, sin cumplir un rol ilustrativo, se integran al tejido de oraciones y párrafos, señalando la existencia de objetos y documentos. El lenguaje así se va desdoblando en palabra e imagen mientras el relato se desdobla a su vez en torno a dos figuras principales: la de un historiador llamado Ariel Suez que busca huellas de imaginarios comunes entre ambas ciudades y la de un narrador en primera persona, los dos moviéndose entre pistas verdaderas y falsas, entre investigaciones académicas y exploraciones personales, entre la lógica y el absurdo, la fantasía y la verosimilitud, el deseo y la historia, o entre “el rumor y la imaginación”, como dice el subtítulo del libro.
Suez está abocado a una investigación no convencional, “al menos en lo que respecta al asunto específico […] y a la metodología”. Su esperanza es inventar un método que le permita tocar, en el sentido más físico posible, los imaginarios que rodean esas ciudades. No reunirlos en una teoría abarcadora, sino tocarlos.
Pero, sobre todo, lo que Suez busca es transformarse en un ser capaz de entrar en esos imaginarios y recorrerlos como si fueran paisajes reales: “anhela convertirse, aunque solo sea emocionalmente, en un ser de otra dimensión”.
Entre sus fuentes cuentan las postales turísticas, las estampillas, las decoraciones de los hoteles, los avisos clasificados de las agencias de viaje, los recorridos de los cruceros, y el idioma portugués y el francés como rasgos de identidad ante las preguntas de “¿quién habla’” o “¿para quién?”.
Río y MP se unen en los trayectos del Eugenio C, el Rosa Da Fonseca y otros grandes barcos turísticos, aparte de la imagen de Carmen Miranda, que se expande hacia Hollywood y entrecruza una imaginación tropical conformada más bien por un pastiche de folletos, menús de restaurantes, novelas y guías turísticas antes que por mapas o coordenadas estrictamente geográficas. Y es en ese espacio que Río se confunde también con la templada Mar del Plata, que a su vez se superpone por momentos con Punta del Este e inclusive con Acapulco y otras playas lationoamericanas.
Los capítulos-recorridos abarcan las materias más diversas: desde el nombre de un edificio hasta películas clásicas como Notoriousde Alfred Hitchcock o documentales como Saludos Amigos de Walt Disney, pasando por un reportaje inédito de la revista Life, la entrevista con una cantante olvidada o los cementerios ingleses de distintas ciudades del mundo y las melodías de bossa nova, de indudable origen brasileño, pero que Suez quiere ubicar en una temporada que Vinicius de Moraes y Toquinho pasaron en MP en los años sesenta.
El texto traza además el trayecto de Garota de Ipanema hacia las capitales del entretenimiento mundial en sus diferentes versiones, incluyendo no solo las musicales, sino también la película del director brasileño Leon Hirszman de 1967. También reconstruye la historia verídica del espía Ulysses Diello, que se instaló en Río de Janeiro después de robar y vender documentos de la Segunda Guerra Mundial al nazismo, superpuesta con la del personaje principal de 5 Fingers, la película que Joseph Mankiewicz dirigió sobre su vida.
Aquí el texto insiste sobre el motivo del doble, la réplica y la imitación. En general, el espía es por definición una personalidad desdoblada. En el caso de Diello, en particular, cuenta además con un doble, el actor James Mason, que interpreta el papel principal. Un reino junto al mar no especifica quién realizó la investigación sobre el personaje y su vínculo con Río de Janeiro: ¿Se trata acaso de una de las pesquisas de Suez o será del narrador en primera persona? Como sea, se asegura que “de tanto transitar las calles de Río [Diello] se había dado cuenta de que el modo en que cada transeúnte se representa el espacio público está prefijado en un alto porcentaje por sus expectativas y por los efectos de las representaciones ajenas sobre las propias. Así, en cierta forma, no había uno, sino infinitos Ríos. Y en otra, no infinitos Ríos, sino solo dos o tres”. Se puede decir entonces que hay tres Diellos o infinitos Diellos, o que Diello se construye a sí mismo constantemente al reflejar su imagen en las miradas de cada transeúnte. Y así vive muchos años oculto sin tener que esconderse, al menos hasta el estreno brasileño de 5 Fingers.
Entre otras “evidencias”, Suez reúne distintas imágenes de motivos gráficos de MP y deduce que, por similitud, se basan en el diseño ondulado del famoso calçadão de Copacabana. Y sostiene que, “se comprueben o no”, se trata de asociaciones verosímiles, ya que, “en cuestión de imaginarios la distinción entre lo verosímil y lo verdadero no es demasiado útil desde el momento en que el imaginario es una suerte de ficción que germina y se reproduce en la vida real y, por lo tanto, ya forma parte de ella. Y a tal punto esto es cierto que, así como existe una serie de imágenes verosímiles, también existe una serie de imitaciones conscientes, a las que podríamos llamar, sin más, ‘imágenes verdaderas’”.
Esta “verdad” de las imágenes opera en distintos espacios con una lógica similar, mirándose y reflejándose entre sí como si se tratara de historias verídicas o de diferentes interpretaciones de una misma melodía. Los protagonistas de este libro trazan una cartografía que va uniendo estos espacios donde las líneas de la imaginación se entrecruzan y expanden, se reflejan y se desdoblan.
Casi al final de esta historia de dos ciudades, “Tabú”, el capítulo más breve, se limita a interpelar directamente a quienes leen: “¿Y qué esperan oír –pregunta– cuando reclaman la unidad de la voz?” Al mirar la página casi en blanco, resuenan las mil versiones de Garota de Ipanema, cuyos ecos se escuchan, como mínimo, desde Mar del Plata a Río de Janeiro, desde Los Ángeles hasta París y Milán. Pero la canción va mutando mientras atraviesa los mares porque, parafraseando a Heráclito y un poco a Led Zeppelin, no puede cruzar dos veces el mismo mar, ya que ni el mar ni la canción siguen siendo las mismas.
Quién es Santiago García Navarro
♦ Nació en Mar del Plata en 1973.
♦ Entre 2011 y 2016 vivió en Río de Janeiro.
♦ Allí hizo la maestría en Literatura, cultura y contemporaneidad.
♦ Entre 2008 y 2010 fue guía de turismo en Buenos Aires
Fuente: Infobae