En esa esquina del barrio de Chamberí, durante décadas, los vecinos se juntaban a tomar vermú al mediodía, a comer torreznos mientras jugaban al dominó y a recordar viejas anécdotas. El lugar tenía el acento y el amparo de la tradición del pueblo de Campaspero, en el corazón de Castilla y León. Hoy, en esas mismas coordenadas, hay otro templo que tiene la misma calidez, pero el acento y la propuesta para saborear es otra: Olavide Bar de libros. Raquel Garzón y Daniel Ulanovsky Sack, reconocidos periodistas argentinos, inauguraron esta librería en Madrid. Este delicado espacio es uno de los tres sitios independientes que en último tiempo han abierto argentinos vinculados al mundo editorial, de la cultura o de los medios y también epicentros, en distintos grados, de difusión de las letras latinoamericanas.
A punto de cumplir 21 años de casados, padres de Catalina y Julián, Garzón y Ulanovsky Sack decidieron apostar por la creación de una librería. ¿Por qué Madrid fue el lugar elegido? “Siempre fuimos trotamundos y la Argentina nos agobiaba un poco. Decidimos tirarnos a la pileta con un proyecto y creamos un lugar con el que soñábamos. Creo que esto es una continuación de todo lo que hemos hecho profesionalmente antes. Empezamos como apasionados de la lectura y pasamos por distintas etapas del libro, como periodistas, críticos, lectores. Este es el colofón de todo lo que hemos hecho”, explican en un clima de alegría ante el festejo de los vecinos en plena inauguración de este espacio (calle de Olid 14) de puertas rojas y ventanas abiertas de par en par.
La plaza Olavide, ubicada en un barrio residencial y a la vez céntrico, a un kilómetro de Gran Vía, resultó el lugar ideal para cumplir este sueño. “Siempre nos gustó la idea de crear espacios: virtuales, digitales o a través de una revista, por ejemplo. En la Argentina edité una revista, Latido, que generaba un microclima con el lector. Hago una sección, Mundos íntimos, en Clarín, que trabaja el diálogo con la gente. Es decir, no solo nuestra búsqueda estaba puesta en transmitir información, sino en compartir. La librería en el siglo XXI es un espacio de encuentro. No es solo el lugar donde se va a comprar un libro”, explica Ulanovsky Sack en el sótano de este espacio que aún huele a pintura fresca, un cuidado lugar donde se brindarán talleres para todos los públicos y donde actualmente hay una muestra de fotografías de Facundo Pechervsky.
En la librería hay algunas mesas para tomar café o una copa y una barra elegante reemplaza la de aluminio que estaba antes. Dos jóvenes y prestigiosas actrices conversan junto a la ventana y una madre mira libros con su hija. “La idea de crear un «Bar de libros» sintetiza lo que queríamos, una espacio donde alguien se pueda quedar, tomar algo, encontrarse con un amigo. Así como en el barrio uno tiene el lugar donde va comprar el queso, los vinos, donde va tomar café, queríamos un lugar que fuese más que una librería amiga, sino el bar de las historias”, dice Garzón, quien apuesta por este lugar de cercanía, cálido, atendido por sus dueños, frente a las grandes tiendas, más frías e impersonales.
En el vecino barrio de Malasaña Lata Peinada ha conquistado el corazón de estas coordenadas bohemias. En abril de 2019 Paula Vázquez y Ezequiel Naya abrieron en Barcelona la primera librería con un catálogo construido exclusivamente con una selección volúmenes de literatura latinoamericana. En noviembre de 2020 redoblaron esta apuesta y abrieron otra sucursal, en el número 6 de la calle Apodaca, en la capital del país. Esta boutique cuenta con una amable atención y además una agenda vertiginosa de presentaciones con nombres destacados de la literatura de América Latina.
Vázquez vive en Buenos Aires, mientras que Naya, en Barcelona. “En nuestro caso, Lata Peinada en Madrid, no tiene tanto que ver con un arraigo con la ciudad, sino con la búsqueda de crear una puerta de entrada y de difusión para la literatura latinoamericana y para también, humildemente, contribuir a lo que se conoce como literatura latinoamericana en España. Nuestro nombre es como una especie de cifrado con lo que buscamos en el proyecto [Lata Peinada es una novela del argentino Ricardo Zelarayán], es decir, expandir el conocimiento a otras escrituras que no son tan conocidas cuando se trata de hablar de literatura latinoamericana. Si bien, en los últimos años hay mayor conocimiento, asociado a escritoras, sigue habiendo una fijación de esta escritura con el boom”, explica Vázquez, además de escritora (Las estrellas), a cargo de la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería.
Lata Peinada colabora con la difusión de la literatura latinoamericana en España, desde España, y desde allí a Europa en general. “Hacemos envíos a toda Europa y la particularidad de nuestro fondo es que hacemos importación propia. Tenemos libros que no se consiguen en el país o que no están en el resto de Europa. Por ejemplo, trabajamos con una biblioteca en Cracovia que tiene un fondo latinoamericano y nos compran a nosotros porque no consiguen en otras librerías; en Berlín; en Londres”, explica Vázquez, quien advierte que Madrid ha desplazado en los últimos años a Barcelona como “núcleo de la literatura latinoamericana” y este año, adelanta, el Festival Eñe, del 11 al 27 de noviembre, tendrá a la Argentina como invitador de honor.
La Mistral (Travesía del Arenal, 2), a pocos metros de Sol, es la librería de Andrea Stefanoni, quien se desempeñó como gerenta general de El Ateneo Grand, Julián De Dios y Carla De’Elia. “Me gustaría que sucedan cosas diferentes, desayunos con autores, citas con directores de cine y de teatro, poetas, algo de música, y todo eso rodeado de libros increíbles, porque sí, en España están mis editoriales favoritas, las que a veces llegaban muy a cuentagotas a la Argentina”, explicaba a LA NACION hace un año Stefanoni con ocasión de la apertura de este espacio cuyo nombre rinde homenaje a la poeta chilena. En este espacio la mesa que recibe al visitante cuenta con un muñeco de tela de Borges que oficia como anfitrión.
Las tres librerías argentinas en el centro de Madrid le brindan a la literatura latinoamericana, en distinto grado, un lugar destacado. En el caso de Olavide Bar de Libros, generalista, diseñar el catálogo significó un desafío para estos profesionales de formación tan sólida, con una avidez por la lectura y un acceso a los libros más variados, de todos los géneros, durante décadas de oficio: “No podés tenerlo todo. Es imposible. Lo que hacés es un poco confiar en tu propio gusto de lectora, pero también ponerte en los zapatos del otro. El periodismo nos ha ayudado en eso”, dice Garzón con entusiasmo porque en los primeros días se han vendido muchos ejemplares de la poesía de Cristina Peri Rossi. Además, entre los primeros libros que vendieron se encuentra Montaigne, David Le Breton, pero el primero, aquel que siempre atesorarán en su memoria, y aquel que escapa a toda novedad editorial, es una edición de bolsillo de Pobre gente, de Fiodor Dostoievski.
No todo es color de rosa. En España la inflación interanual en junio de 2022 fue del 10,2%, ocasionada, en mayor medida por el aumento del precio de los combustibles y alimentos. Este dato impactó en el precio de los libros a causa del aumento del precio del papel y de la tinta, pero, a pesar de este escenario desalentador, según datos de la Federación de Gremios de Editores de España, a través de la Encuesta de Lectura y Compra de Libros de 2021 se consolidó y creció el número de lectores (6,5%) con respecto a 2020, donde la pandemia impulsó la actividad.
En 2022 esta tendencia continuaría; la Feria del Libro de Madrid resulta un termómetro de la situación y este año superó en volumen de venta a su edición prepandemia en 2019. En este contexto, estas librerías de cercanía también contribuyen a abonar este fértil escenario. “Soy de la opinión de que más librerías generan más lectores”, sintetiza Vázquez. “Nadie pone una librería para hacerse millonario, pero sí somos conscientes de que debe ser sustentable”, admite Ulanovsky Sack. “Quizá abrir una librería, como nos dijo un editor amigo nuestro, es una insensatez. Quizá lo sea, pero es nuestra insensatez”, resume Garzón.
Fuente: Laura Ventura, La Nación