Humorista, narrador, ilustrador, fanático del fútbol y del ritual de la amistad, Roberto Fontanarrosa iluminó e hizo reír a varias generaciones de argentinos con su talento. A quince años de su muerte, sus huellas siguen presentes en su Rosario natal y de siempre, donde este martes el grupo editorial Planeta presentará la Biblioteca Fontanarrosa, nada menos que en el bar El Cairo, el lugar en el mundo del Negro. La reciente reedición de dos de sus libros más destacados, El mundo ha vivido equivocado y La mesa de los galanes, y la publicación de Quiero verte otra vez, que reúne una serie de relatos futboleros, invitan a sumergirse en el mundo narrativo de este famoso simpatizante de Rosario Central.
El “Negro”, creador de personajes icónicos de nuestra cultura como el gaucho Inodoro Pereyra y su perro Mendieta, o Boogie El Aceitoso, inició su carrera en el humorismo gráfico a fines de la década del sesenta en la Revista Boom. Luego, sus dibujos pasaron por las páginas de Hortensia, Satiricón y en el diario Clarín. Sus dotes como narrador lo llevaron a incursionar también como guionista y escritor. Si bien su literatura era muy graciosa, no todo era un chiste. Se animaba a temas complejos y narraciones zigzagueantes. En Fontanarrosa hay una búsqueda personal y literaria de una estética propia.
En enero del 2007, meses antes de morir, el Negro anunció que ya no dibujaría más porque había perdido el control completo de su mano de derecha a causa de una esclerosis lateral amiotrófica. Y de a poco se fue apagando. Sus movimientos disminuyeron pero su lucidez siguió intacta. Todavía al día de hoy, la claridad de su prosa sigue presente en la memoria popular, en muchas bibliotecas caseras y en la escritura de otros autores que se vieron influenciados. Y también se lo recuerda por su gracia verbal. A continuación, quince frases dichas por él y por algunos de sus personajes:
Viñetas de «Boogie, el aceitoso», una de sus icónicas creaciones
-“Por donde pasé dejé huella, después pavimentaron”.
-“De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro”.
-“La pregunta que ahora me hago es por qué son malas las malas palabras. O sea, quién las define. Por qué, qué actitud tienen las malas palabras. ¿Le pegan a las otras palabras? ¿Son malas porque son malas de calidad, o sea, ¿cuándo uno las pronuncia se deterioran y se dejan de usar? ¿Tienen actitudes reñidas con la moral? Sí, obviamente. Pero no sé quién las define como malas palabras. Tal vez sean como esos villanos de las viejas películas que nosotros veíamos que en principio eran buenos pero que la sociedad los hizo malos. Tal vez nosotros al marginarlas las hemos derivado en palabras malas.
-“Tengo dos problemas para jugar al fútbol. Uno es la pierna izquierda. El otro es la pierna derecha”.
-Para el Sabio no existe la riqueza. Para el Virtuoso no existe el poder. Y para el Poderoso no existen ni el Sabio ni el Virtuoso.
-El humor no debe ser risa. Sí, sonrisa. Y, de ser posible, llanto amargo.
-Muy distinto es no decir lo que se piensa que no pensar lo que se dice.
Inodoro Pereyra y Mendieta
-“Me cuesta la relación con la computadora. Me hace más preguntas que mi mujer. Viste que vos decís “Ahora salgo” y la computadora te pregunta: “¿quiere efectivamente salir?”, “¿Guarda esto?”, “¿Conserva lo otro?”. Dejate de hinchar las pelotas… apagate de una vez por todas”.
-“Algunos intelectuales serios habrán ocupado sus horas leyendo a Tolstoi, mientras yo leía El Gráfico”.
-“(…) Hace algún tiempo escribí, en una pieza literaria sinceramente inmortal: “Rosario Central no tiene historia. Tiene mitología”. Y esto es así porque sus orígenes, sus avatares y sus formidables campañas están siempre fluctuando entre la realidad y la fantasía, lo palpable y la ficción, lo comprensible y lo inexplicable. ¿Cómo no ser hincha, entonces, de un equipo así?
-“Sólo dos veces mi mujer me despertó antes de las diez de la mañana: una fue cuando me dijo: “invadieron las Malvinas”. Y la otra: “Diego firmó para Newell’s”. Dos catástrofes.
-“La perfección es obsesiva. Y eso es un defecto”.
-“Eso de hasta que la muerte los separe es una incitación al asesinato”.
-“Se aprende más en la derrota que en la victoria, pero ¡prefiero esa ignorancia!”.
-“Lo que he observado es que Dickens escribía con letra muy pequeña, sin duda como reflejo de la estrechez que pasaban sus personajes”.
Y como al Negro se lo extraña mucho, cinco más de bonus track:
-“Si le estrechas la mano a un ladrón, cuéntate los dedos”.
-“Sigo yendo al bar La Sede, antiguamente era El Cairo (…) y se repite la proporción de lo que hay en la ciudad, o sea de diez, somos siete de Central y tres de Newell’s en la mesa”.
-“Con la verdá no ofendo ni temo. Con la mentira zafo y sobrevivo, Mendieta”.
-“Entre el yin y el yang, me quedo con el yen”
-“La muerte nivela a güenos y malos, don Inodoro, lo malo es que nivela pa’ bajo”
Fuente: Infobae