Aquel día la ciudad era un caos. Los líderes del mundo y sus comitivas arribaban a la capital española para celebrar dos intensas jornadas de la Cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Las empresas alentaron a sus empleados a teletrabajar, las autoridades pedían evitar el uso del automóvil y utilizar el transporte público para disminuir los atascos, pero la cita que proponía Andrés Calamaro no podía posponerse una vez más. Cuando estaba a punto de salir al ruedo en junio de 2021, el músico decidió cancelar sus shows dada la incertidumbre que generaba la pandemia y las limitaciones de aforo en las salas de conciertos. Era la segunda vez que retrasaba su regreso. El martes último, entre discusiones de poder y protocolos, Calamaro se puso su traje negro y salió al encuentro de su público de Madrid. “El WiZink se ha arrodillado ante el hijo pródigo de la capital”, escribió el periodista y escritor Manuel Jabois en El País.
“Andrés Calamaro incendia un Madrid sitiado con un concierto épico y brutal”, resumió El Confidencial la presentación de Calamaro. El músico estuvo arropado por Ariel Rot, su “hermano”, como definió, y compañero de Los Rodríguez (con quien interpretó “Mi enfermedad”, “A los ojos” y “Canal 69″). Esta sorpresa para el público que ama a Tequila (la primera banda que tuvo Rot en España) y a Calamaro fue uno de los momentos más intensos de la velada, así como los reiterados cantos de cancha para recordar a Diego Maradona. “Calamaro por la puerta grande de «su Madrid»”, tituló El Mundo la crónica de su concierto donde recalcó que el cantante desplegó una gran vitalidad a sus 60 años. En una entrevista publicada también en ese diario horas antes del recital, Calamaro recordaba la última vez que se había presentado en el Wizink, ex Palacio de los Deportes, en un momento de fragilidad personal. “En 2005 era un rehab en toda regla, ahora llevo sin consumir drogas o alcohol ya 10 años”.
El mejor entrevistador de la TV española, Andreu Buenafuente, en el living de Late Motiv, un programa que acompañó durante una década a los espectadores, alimentaba el cliché de las rispideces que existen entre argentinos y uruguayos ante Jorge Drexler y Andrés Calamaro. El primero rechazó de inmediato esa fama; el segundo también, pero fue más allá: “Somos madrileños” y lo decía a pocos metros de C. Tangana, quien presentaba un disco llamado, precisamente, El Madrileño. En esta producción Calamaro tiene una participación en el tema “Hong Kong”, donde aparece amalgamado a la composición un verso para nostálgicos “tengo un cohete en el pantalón”. Tangana fue uno de los invitados al recital del pasado 28 de junio en el Wizink, el “Luna Park madrileño”.
La radio también se hizo eco del regreso triunfal de Calamaro. Carlos Alsina, una astro del éter, conductor de Más de uno (Onda Cero), tiene como colaborador al imitador Carlos Latre, quien reproducía la voz nasal y rasgada y la dicción de Calamaro a la perfección en los días posteriores al recital.
Calamaro se siente madrileño y también así lo considera la ciudad. El pasado 15 de mayo el alcalde José Luis Martínez-Almeida (Partido Popular) –con la unanimidad de votos de los concejales de todos los partidos políticos– le entregaba la Medalla de Madrid en un acto donde no cabía un alfiler en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles. “El argentino más madrileño que se me puede venir a la cabeza y que ha hecho suyos con la mayor naturalidad del mundo todos los elementos que definen a nuestra ciudad, desde su riqueza artística y cultural –sé que eres un buen aficionado a todo lo que son las fiestas y las ferias–, hasta sus rincones personales. Y si no, dense un paseo por sus canciones”, pronunciaba Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid (Ciudadanos). El propio Calamaro además publicó en su cuenta de Instagram el pasado 5 de junio una foto con Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid (Partido Popular).
Defensor de la tauromaquia, es la filosofía, la tradición y el ritual de los toros, antes que el espectáculo sangriento aquello que tanto lo seduce. Esta posición le vale críticas de diversos sectores, pero Calamaro, con su espalda de salmón, sigue adelante. Su disco anterior se llamó Cargar la suerte, un concepto que implica la valentía atroz del torero, quien desafía a poca distancia al animal con toda su experiencia y su cuerpo. Calamaro no temió los cuernos de la crítica, el mercado, el público y sus detractores mientras preparaba una producción más amena, llena de reencuentros: el disco Dios los cría, con el que pretendía comenzar su gira hace un año, impulsado por la promoción mundial de la novedad y de los dúos donde ofrece versiones de sus clásicos con figuras de la canción, como Julio Iglesias, Raphael, Alejandro Sanz, Vicentico, Milton Nascimento, Sebastián Yatra, Juanes y Carlos Vives.
La polémica con la tauromaquia es ínfima si se la compara con otras que ha tenido donde, desde sus “cuarteles de invierno”, como llama a su vida en reclusión en Madrid. Solía opinar de los temas más disímiles desde su cuenta de Twitter con un despliegue de honestidad brutal, y también de incorrección política. Su respaldo a Jair Bolsonaro, su posición hacia Carolina Píparo tras el robo que padeció, su desdén a Queen, la política argentina o internacional y todo lo que le considerase oportuno era publicado en su cuenta, hasta que la cerró. Sobre este tema le preguntó un respetuoso Pablo Motos en El Hormiguero (Antena 3), atento a la espontaneidad, a la digresión y a la cadencia poco televisiva de Calamaro. “Hay una generación sin sentido del humor. A veces nos encapsulamos en una idea, respondemos como si fuera un mandato religioso, algo nos fastidia, estamos sensibles al mal humor, la piel demasiado sensible (…)”, explicaba y también destacaba que, paradójicamente, a artistas de su calibre les hacía bien, les brindaba “solera”.
La gira sigue su cauce. El verano español ya lo recibió en Córdoba y tendrá presentaciones en Cantabria, Galicia, Asturias y Cataluña, hasta que cruce el Atlántico y siga así extendiendo su verano para presentarse en Perú, Chile, Uruguay y finalmente aterrice en la Argentina, en noviembre, donde tiene fechas programadas en Buenos Aires [las entradas para el 24 y el 27 de noviembre en el Movistar Arena están agotadas], Paraná, Mar del Plata, Córdoba y Corrientes.
Calamaro inicia su gira dispuesto a capear temporales, pero por el momento solo ha cosechado elogios. Su fama es internacional, no solo en el mundo hispano, y en estos días, más que nunca, reverbera una publicidad argentina de 1998 de una conocida cerveza donde “algunos hombres buenos” intentaban seducir mujeres en un bar citando versos de Calamaro, pero sin atribuirle la autoría al músico. Finalmente, una bella rubia detiene la pantomima con un beso al falso poeta y reconoce al bardo argentino: “Es que en Ucrania Calamaro es lo más”.
Fuente: Laura Ventura, La Nación