En los últimos años, las casas de subastas se sumaron a la búsqueda de aquellos diseños que remiten a la producción artesanal con los géneros de la más alta calidad que caracteriza a la moda del siglo pasado, dado el interés creciente surgido en el mercado internacional.
En 2015, el vestido rosa de plumas de avestruz que Cristobal Balenciaga ofreció en su colección Couture Otoño / Invierno 1965-1966 se vendió en Sotheby‘s por 56,200 euros. La casa dedicada a las subastas de la industria del entretenimiento Julien’s Auctions vendió el emblemático vestido blanco que Marilyn Monroe inmortalizó en el film La comezón del séptimo año, dirigido por Billy Wilder en 1955, por 4,6 millones de dólares, diseñado por el vestuarista de Hollywood William Travilla.
El valor de la Couture
Los diseños confeccionados a medida aumentan su valor a lo largo de los años. En la actualidad, un vestido de Alta Costura cuesta 10 veces más que en los años 60′. El motivo podría ser que desde el final de la Segunda Guerra Mundial la moda se fue volviendo más democrática y las mujeres se inclinaron por el prêt-à-porter y esa noción de elegancia que se buscaba en aquellos días ya no existe, no es necesaria. La confección de vestidos hechos a la medida de un cuerpo individual es lento, necesita de muchas pruebas y demanda más de 100 horas de trabajo.
Sidney Toledano, ex presidente de Dior Couture y actual CEO de LVMH Fashion Group, dice que “la nueva generación es muy rápida, es flexible” para explicar el cambio de este proceso reducido a tres pruebas sin resignar la experiencia ligada a la tradición, donde cada puntada es hecha a mano por un artesano.
El entallado, el corte y las costuras cosidas a mano son la esencia de estos vestidos de calce exacto que luego alcanzan precios similares a las obras de arte. Estos pasos están a cargo de “les petites mains”, el grupo de artesanos que mantiene la tradición: si bien en las imágenes que se publican se ven a los modistos ultimando detalles sobre el cuerpo de la clienta, la mayoría de los diseñadores no participa de este proceso sino hasta la prueba final y foto. Hoy en día obran alrededor de 70 costureras, tal el caso del atelier de Valentino en Roma, mientras que en la era dorada de la Haute Couture había quinientas personas que trabajaban en los talleres.
A menos que salgan a la venta, el valor de los diseños se tasa según el estimativo otorgado por los especialistas. Trascendió que el vestido de novia que lució Kate Middleton en su boda con el príncipe William en 2011 costó £250,000, valor que la Casa de Windsor desmintió. Sin embargo, este número fue definido dado el diseño creado por la diseñadora Sarah Burton, al frente de Alexander McQueen, la casa elegida “por la belleza de su artesanía y su respeto por la mano de obra tradicional y la construcción técnica de la ropa.”
El vestido de novia estaba compuesto por una falda que, al caminar, emulaba una flor que se abría, una cola de 2 metros y 70 centímetros y un velo con cuatro motivos que representaban cada uno de los países que conforman el Reino Unido, bordados por la Royal School of Needlework. El vestido de novia de Amal Alamuddin, en su boda con el actor George Clooney fue firmado por Oscar de la Renta y valuado en $380,000. Chiara Ferragni, la blogger detrás de The Blonde Salad analizada como caso de éxito por la Universidad de Harvard como modelo empresarial, eligió dos vestidos de la maison Dior para su boda con el rapero italiano Fedez: ambos diseños están estimados en $420,000.
Dado el excesivo valor, estos vestidos devienen en inspiración para la industria y pueden gestar una tendencia. Las propias casas creadoras del diseño no los repiten, por lo que las maisons no ganan dinero por replicarlos pero sí muchísima publicidad otorgada por la difusión (gratuita) de estas imágenes. De hecho, en la historia de Dior, el vestido de Chiara es el más viralizado. O tal el caso de Audrey Hepburn y la escena que inaugura el film de Blake Edwards de 1961 Desayuno en Tiffany’s con el vestido firmado por Hubert de Givenchy: la pareja de la actriz y el modisto se convirtió en un mito estético en la historia de la moda y ella en la musa de la elegancia atemporal y discreta. El famoso vestido de satén italiano negro sin mangas y con escote recortado, acompañado de guantes negros hasta el codo fue subastado en 2006 por Christie’s por casi un millón de dólares: la pieza fue donada por el propio Hubert de Givenchy a sus amigos Monsieur and Madame Dominique Lapierre para la organización benéfica City of Joy Aid.
El valor de la gala de los premios Oscars
En 2007 Cate Blanchett fue nominada al Oscar por Escándalo y llegó al boulevard Hollywood con un vestido Armani Privé valuado en $250,000. En la misma gala, Kate Winslet lució un Valentino cuando fue nominada por Juegos Secretos, cuyo costo asciende a 100,000 dólares. Jennifer Lawrence subió al escenario del Dolby Theatre en 2013 para recibir la estatuilla por su actuación en El lado luminoso de la vida, con un vestido Dior Couture Spring 2013 tasado en 4 millones de dólares. Al año siguiente, Lupita Nyong’o levantó su premio por 12 años de esclavitud con un diseño de $150,000 de Prada. En 2016, Rooney Mara fue nominada por su rol en Carol y para la ocasión llevó una creación de encaje de Givenchy de 100,000 dólares.
A menos que sean embajadoras de las maisons, como Jennifer Lawrence, Natalie Portman y Charlize Theron con Dior, las estilistas son las encargadas de hacer la curaduría de los vestidos para las alfombras rojas que usarán sus clientas. Se trata de piezas que demandan 150 horas de confección artesanal, cantidad de metros de géneros nobles y manos especializadas en este hacer artesanal que verán millones de personas alrededor del mundo. Algunos de ellos marcarán un recuerdo emblemático. Si bien el premio Oscar comenzó a entregarse en 1929, en el Hollywood Roosevelt Hotel, los vestuaristas de los estudios eran los encargados de vestir a las estrellas durante los años dorados de la meca del cine. En la década de 1990 comenzó la era de las casas de moda y desde entonces destinan un departamento que se ocupa de producir estos costosos vestidos a la medida del cuerpo y personalidad de una celebridad capaz de crear un momento de moda que genere sensaciones en el gran público.
Fuente: Lorena Pérez, La Nación