El nombre de Alberti es uno de los tantos que figuran sobre los carteles a lo largo de la ruta 5. Es menos conocido que Bragado y Chivilcoy, sus vecinas más pobladas, pero busca su lugar como destino de fines de semana, gracias a un patrimonio arquitectónico notable y al título de “primer pueblo art déco de la Argentina”. Se lo confirió la asociación AdbA Art Déco – Acapa, una ONG que se ocupa de detectar y preservar el legado argentino de ese estilo.
El art déco nació a principios del siglo XX en reacción a la exuberancia del art nouveau. Su nombre deriva de una exposición organizada en París en 1925: la Exposition internationale des arts décoratifs et industriels modernes. Su primera realización es obra de arquitectos y artistas del movimiento de la Secesión vienesa: el palacio Stoclet, en un suburbio de Bruselas, en Bélgica. Así llegó hasta la lejana Argentina, donde se consumía con avidez y entusiasmo todo lo que viniera de Europa, sobre todo cuando se trataba de estilos, modas, arquitectura y diseño.
El art déco era un poco todo esto a la vez: un estilo que abarcó todos los aspectos de la creación humana, desde las fachadas de sencillas viviendas familiares hasta las siluetas futuristas de los primeros autos aerodinámicos, pasando por la vestimenta o el mobiliario.
No hay que esperar ese concepto de totalidad en Alberti, pero sí hay que reconocerle cierta unidad a esa localidad tranquila que basa su prosperidad en el campo y un pequeño polo industrial. No siempre es fácil detectar y diferenciar estilos y saber “leer” un paisaje urbano. Lo mejor es entonces leer un poco sobre el tema y ejercitar el ojo para aprender a reconocer las líneas estilizadas del art déco.
El art déco era un poco todo esto a la vez: un estilo que abarcó todos los aspectos de la creación humana, desde las fachadas de sencillas viviendas familiares hasta las siluetas futuristas de los primeros autos aerodinámicos, pasando por la vestimenta o el mobiliario. No hay que esperar ese concepto de totalidad en Alberti, pero sí hay que reconocerle cierta unidad.
No habrá problema en lo referido a los principales edificios. Llevan la firma del arquitecto Francisco Salamone. Son varios y se destacan en el acto. Casi todos se encuentran en torno de la plaza principal, un buen punto de partida para descubrir la esencia de Alberti y perderse luego en sus tranquilas calles residenciales en busca de muestras más modestas de déco doméstico.
El importante patrimonio “salamonesco” de Alberti le permitió convertirse en la cabecera de una guía virtual que AdbA publica online. Se trata del palacio de la Municipalidad, del Monumento a la Bandera, de varios elementos de la plaza central y de la fachada de una escuela.
Al igual que en otras localidades bonaerenses, el lema urbanista del gobernador Manuel Fresco (1936-1940) se ve reflejado, también en Alberti, por las obras que encargó al ingeniero ítalo-argentino: Dios, Patria y Hogar. Como en el resto de la provincia, el art déco renació, muy lejos de sus cunas belgas, austríacas o francesas, con matices de las ideologías extremistas de la época. Aquellos tiempos históricos dejaron construcciones únicas que forman parte de la identidad de la provincia y empiezan a ser puestas en valor. Aunque pasaron más de 80 años desde el momento de su construcción, la Municipalidad luce actualmente como nueva, luego de una reciente intervención en su fachada.
Más que arquitectura
No todo es arquitectura y estilo durante la salida. Gracias a la restauración de su patrimonio más llamativo, Alberti quiere instalarse como un destino de miniturismo, al igual que otras localidades. Al fin y al cabo, Buenos Aires no está tan lejos. En menos de 200 kilómetros se pasa de un mundo a otro. Radicalmente distintos uno y el otro.
El turismo sería un buen complemento para las actividades del campo y al pequeño polo industrial local. Para concretarlo, hay actualmente un proyecto de puesta en valor de las riberas del río Salado, cuyo curso está a un par de minutos. También se realizan obras en el cine-teatro Roma, uno de los emblemas de la localidad. Lo mismo pasa con El Molino, la única mansión histórica local, donde funciona el Museo Vaccarezza.
Esa institución lleva el nombre del inmigrante genovés Andrea Vaccarezza, dueño de las tierras sobre las cuales fundó él mismo el pueblo en 1877, en torno a una estación sobre el ramal hacia Bragado. El plano original contemplaba unas 80 manzanas y en una de ellas está todavía la gran casa que se construyó. Su visita completa el circuito Salamone del centro, al igual que la iglesia, la laguna, el museo Raúl Lozza (ese pintor nativo de Alberti fue el impulsor del movimiento perceptista) y el cementerio, donde la morgue es obra del incansable arquitecto.
Luego de varios altibajos, la casona-museo Vaccarezza y sus jardines están siendo rehabilitados en la actualidad, para volver a ofrecer pronto a los visitantes una ventana sobre la historia de la localidad. Habrá quizás más para conocer en el futuro. Porque unas investigaciones recientes recordaron que Carlos Gardel estuvo de paso por Alberti durante la primerísima gira que hizo en 1912, junto a otro cantante, Francisco Martino. No era conocido en aquellos tiempos y aprovechaba el ramal del ferrocarril para presentarse de pueblo en pueblo bajo su nombre francés, Gardès.
Datos útiles
Cómo llegar. Alberti está a 196 km por ruta RN 5. También se puede llegar en tren: la estación A. Vaccarezza está sobre el ramal a Bragado. Los trenes salen de Once los lunes y viernes a las 18.35. Llegan a Alberti a las 23.11. Los regresos se hacen los lunes y los miércoles. Cada tramo cuesta $ 138 en primera y 166 en Pullman.
Alojamiento. El Amarilis Hotel Boutique es el principal establecimiento local. www.amarilis-hb.com.ar/
Excursiones. La Asociación AdbA organiza excursiones y fines de semana art déco hacia Alberti a partir de junio. Traslados en avionetas privadas desde el aeroclub de Chascomús, visitas con arquitectos especializados en art déco. www.tiendaadba.com.ar/es/
Fuente: Pierre Dumas, La Nación