Cuarenta y cinco años después de que el musical de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice llevara su rostro a las marquesinas de Broadway y lo mantuviera durante largas temporadas, y más de 25 años después de que Alan Parker, con Madonna en el balcón real de la Casa Rosada, filmara la versión para cine, hoy, una vez más, una nueva reencarnación de Evita vuelve a seducir al público de los Estados Unidos. Esta vez se trata de un ballet presentado por el Ballet Hispánico, una de las más importantes compañías de ese país (se fundó en 1970). Se titula “Doña Perón” y fue estrenado como homenaje al cincuentenario de su fundación (demorado dos años por la pandemia).
La obra, cuya reseña fue publicada ayer a toda página por The New York Times, integró el City Center Dance Festival de Nueva York como parte de una gira que ya recorrió Detroit, Chicago y Nueva Orléans, y que continuará por otras ciudades.
Dandara Veiga, bailarina brasileña que es figura del Ballet Hispánico, tiene a su cargo el papel protagónico, y seguramente su nombre quedará unido para siempre al personaje, así como el de Patti Lupone quedó al de la Evita del musical. Veiga tuvo entre sus maestros a Margarita Fernández en la Argentina, y previamente formó parte del Opus Ballet en Italia, y de la Annarella Academia de Ballet e Danca de Portugal.
En su crónica de ayer, The New York Times señaló que “uno de los puntos fuertes de la producción es la cuidada integración del movimiento con los bellos elementos de diseño. Esta armonía destaca desde la primera imagen, la de la santa: Veiga sola en el centro del escenario, elevada sobre un pedestal con un voluminoso vestido blanco, como si estuviera en plena ascensión. Mark Eric diseñó los trajes que impulsan la trama, muchos de los cuales van y vienen a través de cambios en el escenario. A Veiga se le une pronto un coro de bailarines que representan a los seguidores de la clase trabajadora de Evita, los descamisados, agitando pañuelos blancos en el aire. Sus frases al unísono contrarrestan la quietud de su postura: los brazos levantados en ángulo recto, enmarcando su rostro, un gesto recurrente que a veces se estremece en un movimiento frenético, con el eco del grupo. Los sonidos de un discurso grabado y los gritos de júbilo se entrelazan con la dramática partitura original de Peter Salem, interpretada en vivo, para bandoneón, piano, percusión, violonchelo y violín”.
La coreógrafa de “Doña Perón” es Annabelle López Ochoa, famosa exbailarina de origen belga-colombiano y radicada en Holanda. Después de una exitosa carrera en Europa triunfó en los Estados Unidos con una pieza de siete minutos, “Before After”. Posteriormente, su atracción por las mujeres de carácter fuerte que tuvieron un papel fundamental en la historia la llevó a crear dos ballets dedicados a Frida Kahlo: “Broken Wings” (“Alas rotas”) y “Frida”. La elección de Evita no es otra cosa que una continuidad de esa línea. En una reportaje a Playbill, revista oficial de los teatros en Broadway, López Ochoa dijo: “Se trata de diez escenas en las que se explica cómo Doña Perón se convirtió en Evita. Es una concepción abstracta, pero hay una fuerte intensidad emocional en cada una de las imágenes que empleamos. Su caracterización es la de una niña rechazada en su niñez, rechazada por la oligarquía de su país cuando se convirtió en la Primera Dama. Una persona que salió de la nada y se convirtió en el todo. Amó el poder, la moda, y enfermó muy joven de cáncer. La coreografía dramatiza todos esos elementos, todas sus etapas”.
“La música –prosiguió– es de Peter Salem, un compositor británico con el que yo he trabajado anteriormente”. Y bromeó: “Les aseguro que nadie extrañará ‘Don’t Cry For Me, Argentina’, pese a que me gusta mucho esa canción, porque esta partitura es otra cosa. Está basada en melodías que encarnan todas las emociones por las que Evita va atravesando a lo largo de los 75 minutos que dura la obra. Utilizamos una banda en vivo, con bandoneón, que toca composiciones inspiradas por el ritmo de danzas argentinas, como la chacarera, la milonga, el tango, y por supuesto el vals que baila la oligarquía, porque en aquellos tiempos el tango estaba conceptuado como un baile para pobres.”
Y finaliza: “Lo que nos propusimos, sobre todo, fue el retrato de una mujer poderosa, pero sin abrir juicios sobre ella. Reflejamos muchos momentos de su pasado de privaciones y malos tratos para entender, también, qué decisiones adoptó más tarde, pero no tomamos partido. Obviamente, no somos argentinos como para hacerlo. Lo fundamental era que la danza fuera un lenguaje poético para retratar, poéticamente, una mujer de sus características”.
La crítica de The New York Times añade: “Sin embargo, es difícil salir de ‘Doña Perón’ sin admirar a su protagonista, en parte debido a las elecciones narrativas -que enfatizan lo personal sobre lo político- y en parte debido a la brillantez de la bailarina principal de la noche de estreno, la cautivante Dandara Veiga”.
Fuente: Ámbito