“La guerra es cuando la gente mala mata”, resumió Nazar, un chico de cinco años entrevistado por la televisión en la estación de Kiev. Junto con su madre se aprestaba a tomar un tren para escapar de Ucrania. Ella agregó: “Pasamos seis noches en el refugio de nuestro pueblo en Pryluky -150 kilómetros al este de Kiev-. Mi esposo se alistó y nosotros vamos a la casa de mi suegra en Alemania”.
LA NACION recogió en un video algunos de los testimonios de los chicos de esta guerrade un alcance inesperado, que de un día para el otro puso fin a la pacífica vida de millones de familias, obligó a dejar sus trabajos y entrenarse en el manejo de armas a los hombres en edad de combatir, e incorporó en la cotidianeidad de los más pequeños el ruido de sirenas, misiles, bombas y fusiles.
La agencia de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estimó esta semana que desde que comenzó el conflicto el 24 de febrero, cada minuto 55 chicos ucranianos se vieron forzados a huir del país, hasta totalizar más de 1,5 millones de niños refugiados. Esa cantidad casi triplica la cantidad de chicos que hay, por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires (565.032 menores de 18 años, según el último censo).
En total, más de 3 millones de personas dejaron Ucrania, además de otros tantos desplazados internos que abandonaron sus hogares hacia zonas más seguras.
La mayoría de los testimonios de los más pequeños ponen el acento en el dolor de separarse de sus papás, que no tienen permitido salir de Ucrania si están en edad de sumarse a la lucha.
Mark Goncharuk contó su testimonio enjugando sus lágrimas en el interior de un auto que lo había rescatado junto a su mamá, y los trasladaba desde Kiev hacia Polonia. “Pensé que íbamos a tener que caminar varios días. Pero solo caminamos unas tres horas hasta que usted nos salvó. Papá quedó en Kiev”, dijo.
De la misma manera, Elizabetha, de 10 años, se quebró en la estación de trenes de Lviv cuando contó ante las cámaras de TV que al despedir a su papá que se marchaba a combatir, le hizo un pedido: “Cuidate… y por favor, volvé”.
El vocero de Unicef, James Elder, fue contundente esta semana. “Debemos ser claros: mientras continúe esta guerra, la situación de los niños de Ucrania solo empeorará”.
Hasta el momento se estima en 109 la cantidad de chicos muertos en los bombardeos rusos. En la tarde de este viernes hubo en la ciudad de Lviv una impactante manifestación con 109 cochecitos de bebés vacíos en homenaje a las pequeñas víctimas fallecidas.
“Esta crisis no tiene precedentes en términos de velocidad y escala desde la Segunda Guerra Mundial, y no muestra signos de desaceleración”, advirtió Elder.
“Además, al igual que todos los niños expulsados de sus hogares por la guerra y el conflicto, los niños ucranianos que llegan a países vecinos corren un riesgo significativo de separación familiar, violencia, explotación sexual y tráfico”, señaló.
Algunos chicos incluso tuvieron que cruzar la frontera solos. Hassan al-Khalaf, de 11 años, llegó a Eslovaquia, solo, con una bolsa de plástico, su pasaporte y un número de teléfono escrito en la mano. Su mamá permaneció en Kiev para cuidar de la abuela discapacitada. El número de teléfono era el hogar que esperaba al chico al otro lado de la frontera.
Pero los especialistas destacan que muchos chicos también tienen a veces una capacidad de adaptación y superación mayor que los adultos. Ese parece haber sido el caso de Amelia Anysovych, de 7 años, una pequeña desplazada de su casa, que para animar a sus compañeros en un refugio antibombas de Kiev, se puso a cantar con su preciosa voz una canción de Frozen, la película de Disney, que en su letra dice: “Déjalo ir y olvida. Un nuevo día mostrará tu camino. No le tengo miedo a nada”.
Fuente: La Nación