“Desde chico siempre me atrajo explorar, ir a lugares desconocidos, abandonados”, reconoce Leonel Miranda, profesor de educación física y cultor de urbex (abreviación de urban exploration), el nombre con el que se conoce mundialmente la tendencia de escabullirse en propiedades deshabitadas y en ruinas generalmente vedadas al público, con el fin de recorrerlas, hacer fotos y videos y subirlos a las redes sociales. Desde mansiones hasta fábricas; hospitales, iglesias y monasterios; también casonas y estancias en medio del campo; y represas, hoteles, trenes e incluso aviones destartalados. Todo es material valioso para estos exploradores, una particular tribu de ‘paleontólogos’ urbanos que encuentran belleza en aquello en lo que otros solo ven ruinas y decadencia.
Una tendencia mundial
La tendencia, que tiene miles de adeptos a nivel mundial, no está exenta de riesgos y algunas críticas, pero quienes la practican por pasión como en el caso de Leonel aseguran que no hacen nada malo. Incluso -dicen- su práctica sirve para exponer y visibilizar el estado de abandono de muchos monumentos históricos en serio peligro de desaparición. “Yo no salto paredones, no entro por la fuerza, no vandalizo ni me apropio de nada de ahí adentro. Si bien todos los lugares son privados, están abandonados y en la mayoría se accede fácilmente porque no vive nadie hace mucho tiempo. Es un hobby que hago porque me gusta. Para mi es como viajar”, asegura Leonel, que tiene un Instagram (@urbexargentina) y un canal de YouTube en el que sube el contenido de su exploración, que en general suele hacer acompañado por dos o tres personas por una cuestión de seguridad.
Aquellas casas embrujadas de la infancia
Una de ellas es Juan José, fotógrafo (@wotocam.fotografia) que durante la semana trabaja en sistemas, y los fines de semana se convierte en explorador: “Siempre me gustó. Creo que todos de chicos jugamos a entrar a casas abandonadas para comprobar si estaban embrujadas -dice-. Cuando empezó la pandemia empecé a recorrer, me gustó y ahora me metí de lleno. En dos años recorrí más de ochenta e investigando descubrí que en Buenos Aires hay 3993 lugares abandonados. Algunos incluso tienen muebles, están intactos. Cada uno posee una impronta diferente”, sostiene, y cuenta que de todos los lugares que conoció, el que más lo impactó es una casona de 1862, estilo inglés, en medio del campo. “Esta en San Andrés de Giles y es como la de los Locos Adams, medio gótica”.
Entre el miedo y la adrenalina
Urbex Jahman es uno de exploradores urbanos locales más conocidos. Su cuenta de Instagram (@urbex_jahman) tiene casi 15 mil seguidores que likean cada una de las fotos y videos (también tiene un canal muy visto en YouTube). Una de sus últimas exploraciones -y la más extrema, según cuenta- es la que acaba de hacer al subir a la cima de un tanque de agua en desuso en La Matanza. “Es muy peligroso y no es recomendable hacerlo, es una escalera muy angosta y sin barandas, subirla es dificilísimo, pero bajarla es aún más difícil -describe en su IG-. Cada exploración es una batalla entre el miedo y la adrenalina. Son momentos que pocos pueden sentir, lugares que muy pocos pueden conocer, puntos de vistas increíbles, sensaciones que sobrepasan el entendimiento”, resume como para explicar qué siente cada vez que explora un nuevo lugar. “Amo hacer exploración urbana. Hace ya mucho que dejó de ser un hobby para ser mi arte, mi forma de expresarme”.
Clásicos, tesoros y las palmeras
Leonel, como la mayoría de los que practican urbex, utiliza Google maps para buscar nuevas propiedades para explorar. Aunque es un colectivo numeroso, pocos comparten las locaciones (evitan dar detalles de la ubicación), aunque muchos de lugares y los circuitos en los que se mueven suelen ser los mismos. Hay sitios que son clásicos y otros que suelen guardarse bajo llave. Juan José da un dato clave que ayuda a encontrar propiedades en medio del campo por Google maps: “Siempre que hay una palmera, hay altas posibilidades de que haya una casona. Cuando hay una mancha verdosa es porque hay árboles y muchos son palmeras. En un momento era un símbolo de estatus”, explica.
“Para mi, los mejores lugares para explorar están en el campo. En la ciudad también hay muchos pero se agotan rápido -sostiene Leonel-. Al principio para mi era solo un pasatiempo y después empezó a interesarme mucho la historia de esa propiedad. Algunas tienen historias felices y otras no tanto”, describe quien sale todos los fines de semana en busca de una nueva aventura. “Una vez que llego ahí el tiempo se detiene. Es tanta la emoción que paso horas y horas adentro sin darme cuenta”, confiesa.
Sus favoritos
Uno de los sitios que más le gustó fue el Patio Nazarí, que está dentro de la Casa Arana, un a propiedad que fue un regalo muy especial del fundador de La Plata, Dardo Rocha, a su suegro y tío, Diego Pantaleón Arana, y que le construyó luego de un largo viaje por Europa. “Es un lugar con mucha historia. Entré porque me abrió las puertas el bisnieto de Dardo Rocha. Es un lujo la casa. El trajo las piezas de Europa a fines del 1800 que son únicas, las paredes de estilo árabe son un delirio. Es una pena que esté en ese estado tan deteriorado”, se lamenta Miranda.
Porque más allá del gusto por la exploración que es la principal motivación, muchos adeptos al urbex buscan también hacer una denuncia respecto del estado ruinoso en el que se encuentran varias joyas de la arquitectura local. Mediante sus videos y fotos, registran el abandono de la propiedad, que en el caso del Patio Nazarí, por ejemplo, deben estar protegidas (fue declarada Bien de Interés Histórico y Arquitectónico e incorporada al Patrimonio Cultural de la provincia). Sin embargo, hoy está en serio peligro de derrumbe.
“Difícil de explicar”
Otro lugar que Leonel visitó y lo maravilló fue la Estancia Montelén (considerada otro clásico en el circuito urbex), que está en medio del campo, a 20 km de Bragado. “Llegar ahí es complicado porque son 5 horas en auto y después tenés que caminar bastante por una espacie de jungla para llegar. Pero realmente vale la pena. Entrás y no lo podés creer. Hay un piano de cola, un billar y muebles impresionantes -describe-. Cuentan que en la propiedad había leones y otros animales salvajes -de hecho están las jaulas- y uno de ellos mató la hija del cuidador. Se dice que su alma quedó atrapada ahí, en la mansión”, dice Leonel, que remata el final poco feliz de la impresionante casona: “Después de esa desgracia un tornado prácticamente la destruyó”, asegura Leonel que dice que no tiene miedo a pesar de las historias escabrosas que suelen esconderse detrás de una propiedad aunque reconoce que explorando le pasaron cosas “paranormales”, difíciles de explicar.
“Una vez fui a un monasterio en Brandsen y sentí presencias. Y en un video que subí después de la exploración aparece claramente algo que pasa corriendo rápido por la ventana. Un seguidor lo descubrió y me escribió: ‘Fijate que en tal minuto aparece una sombra’. Sin dudas los lugares abandonados te generan algo muy difícil de explicar. Sobre todo cuando se trata de casas o propiedades donde ocurrieron tragedias o la gente sufrió como puede ser una sanatorio o un hospital psiquiátrico. Pero es parte de la aventura”, asume Leonel, dispuesto a correr los riesgos que sean necesarios con tal hacer lo que tanto lo apasiona.
Fuente: Laura Reina, La Nación