Las tres “Piedad” de Miguel Ángel, juntas en Florencia por primera vez en la historia

Las obras del artista se verán por primera vez en el mismo lugar; dos de ellas son calcos y será en Mediterráneo Frontera de Paz, un encuentro al que asistirá el papa Francisco

“No se piensa cuanta sangre cuesta”: es la frase dantesca, sacada del canto XIX del Paraíso, que Miguel Ángel (1475-1564) escribió poco antes de su muerte sobre un dibujo de la Piedad donado a la marchesa Vittoria Colonna de Pescara. Esa misma frase es el título de la muestra que se abrirá este jueves 24 de febrero en el Museo dell’Opera del Duomo de Florencia, en la que, por primera vez en la historia, se juntarán las tres Piedad del gran maestro del Renacimiento, realizadas en diversos momentos de su vida y reflejo de su evolución no sólo artística, sino también espiritual.

Organizada en ocasión del evento “Mediterráneo frontera de paz 2022″, que reunirá a obispos y alcaldes de Mediterráneo en Florencia, al que participará también el papa Francisco, la exhibición cuenta con la extraordinaria colaboración de los Museos Vaticanos, el Museo dell’Opera del Duomo, el Museo del Novecientos de Florencia, el Castillo Sforzesco de Milán, entre otras instituciones.

La muestra, que podrá verse hasta el 1 de agosto, ofrecerá la oportunidad única de observar, juntas, las tres Piedad de Michelangelo –el original de la Piedad Bandini y los calcos de la Piedad Vaticana y la Rondanini, ambos provenientes de los Museos Vaticanos-, tres capolavori totalmente distintos y reflejos de la mutación del artista. ¿Cuáles son las diferencias?

La primera y más conocida es la Piedad del Vaticano, que se encuentra en la Basílica de San Pedro. Fue realizada en vísperas del Jubileo de 1500, cuando el cardenal Jean Bilhères de Lagraulas le comisionó a un muy joven Buonarroti “una Virgen María vestida con Cristo muerto, desnudo en sus brazos”.

Con la realización de la Piedad Vaticana(1498-1499) – la única comisionada de las tres-, Miguel Ángel causó un gran impacto por la belleza de ese Cristo desnudo sostenido con amor por la Virgen, una mujer muy joven, humilde y casta, envuelta en lienzos por los que María aparece al mismo tiempo como madre y esposa. Sin embargo, como recordó un artículo de ArteMagazine, esa juventud fue bastante criticada en ese momento, al ser considerada poco apropiada para la Madonna.

El capolavoro fue colocado en la capilla de Santa Petronilla poco antes del 1500, año del Jubileo. Poco después, fue trasladado en la Basílica de San Pedro y en el siglo XVIII, expuesto en la nave derecha, donde aún hoy es admirada por miles de peregrinos y turistas.

La segunda Piedad, llamada Bandini, considerada la más atormentada, fue esculpida por Miguel Ángel muchos años después de la Vaticana. En la Bandini el cuerpo de Cristo no sólo está sujetado por María, sino también por Magdalena y el anciano Nicodemo, a quien el artista quiso darle su rostro. La escultura estaba destinada a un altar de una iglesia romana a cuyos pies el artista hubiera querido ser sepultado.

Miguel Ángel había dejado Florencia, donde la república se había derrumbado y los Medici habían regresado a la ciudad, y se había establecido en Roma. Ya anciano, el artista aparecía más concentrado en el destino humano, en la muerte y resurrección de Cristo y a menudo, mientras trabajaba, sufría crisis depresivas. Temía su muerte y el juicio divino, e hizo voto de pobreza. Fue así que la realización de la Piedad Bandini fue larga y difícil. Se cree que comenzó a trabajar en 1547 en la escultura, que jamás terminó. Antes de ser vendida en 1561 al banquero Francesco Bandini , la obra fue concluida en algunas partes por Tiberio Calcagni, principal asistente de Buonarroti. Aunque lo más conocido de esta obra es que, en 1555, Miguel Ángel la agarró a martillazos, rompiéndola en más puntos, por lo cual, aun hoy pueden verse señales de ruptura en el codo, el pecho y la espalda de Jesús y en la mano de María. La reciente restauración de esta obra “non finita” del artista, reveló que al final quiso destruirla debido a la enorme frustración que sintió ante un bloque de mármol de 2 metros y 25 centímetros de alto y casi 2700 kilos, que era imperfecto.

Al morir el artista, en 1564, se pensó utilizar la obra para su sepultura en la Iglesia de la Santa Croce de Florencia. Pero la escultura quedó en la villa de los Bandini y sólo en 1674 fue comprada por Cosme de Médici que la destinó a los subterráneos de la basílica de San Lorenzo, destinados a la sepultura de los señores de la ciudad. En 1722 la Piedad florentina fue trasladada a la Iglesia de Santa María del Fiore y desde 1981 se encuentra en el Museo dell’Opera del Duomo.

La tercera y última Piedad, llamada Rondanini, fue proyectada entre 1552 y 1553 y Miguel Ángel trabajó en ella hasta el final. La obra fue hallada en su estudio después de su muerte. Adquirida por los marqueses Rondanini en 1744, esta Piedad llegó al Castillo Sforzesco de Milán en 1952.

Se trata de la Piedad más emocionante y original, ya que cuenta con una composición nueva, con una fusión mística entre Madre e Hijo. La alternancia de partes terminadas y partes incumplidas fascinó a los observadores, encantados en la sugestiva poética del “non finito” de Miguel Ángel, recordó Arte.it. Según los curadores de la muestra que ahora junta a las tres Piedad, la Rondanini “es más una oración que una obra de arte, o la demostración artística del hecho que el hombre de fe ha visto más allá de las apariencias reales, que la mano no logra restituir lo que el ojo interior ha podido contemplar”. Al centro de la obra, en efecto, se percibe la reflexión de Miguel Ángel sobre la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo, que parece deslizarse en la tumba junto a su madre, en una metamorfosis mística. La piedra se hace luz y los dos cuerpos parecen despegarse del suelo para alcanzar juntos el Paraíso.

Fuente: Elisabetta Piqué, La Nación