Atención, amantes del arte. ¿Les gustaría incorporar a su colección pinturas de César Aira (las únicas tres que el escritor hizo hasta ahora), Federico Manuel Peralta Ramos, Juan Batlle Planas, Roberto Plate, Fernanda Laguna y Alfredo Prior o, por lo menos, verlas “cara a cara”? Entonces hay que agendar una visita en la flamante galería Ciclo, ubicada en Sucre 1073, en Bajo Belgano, y visitar la caleidoscópica muestra Fondo y figura: Aira, Borges y Peralta Ramos, al cuidado de Alejandro María Correa, creador de Canal (á) y galerista debutante, donde se exponen rarezas y obras de la vanguardia criolla en una narrativa original. Distribuida en tres espacios, reúne pinturas, dibujos, collages, libros, fotos, documentos, videos, manifiestos y música (a cargo del editor, poeta y trovador Francisco Garamona). En la casona de Bajo Belgrano cohabitan, no sin fricciones, Jorge Luis Borges y Fabio Kacero, Annemarie Heinrich y Silvina Benguria, Copi y Cecilia Pavón, Luisa Mercedes Levinson y Juan Andralis, el surrealista argentino al que André Breton le organizó una muestra en París. El nombre de la galería es un homenaje a la revista bimestral homónima editada entre 1948 y 1949 por Aldo Pellegrini, Enrique Pichon-Rivière, Elías Piterbarg y Tomás Maldonado, cuyo lema era Arte, literatura, pensamiento modernos.
“El título de la muestra hace referencia al ‘fondo’, es decir, el contexto de las figuras de Aira, Borges y Peralta Ramos -dice el director de Ciclo a LA NACION-. Mediante relaciones y cruces azarosos se presenta un ambiente en el que el soporte pierde protagonismo: pueden ser pinturas, manifiestos, fotos o libros”. En cierto sentido, Fondo y figura permite que los espectadores creen una fábula del arte argentino contemporáneo en forma de “selva” de influencias, amistades (y enfrentamientos), estirpes y tradiciones olvidadas o inventadas. Se exhibe, incluso, un retrato de la actriz Graciela Borges (quien le debe su apellido al autor de El Aleph) que versiona una obra del neerlandés Frans Hals realizado por la artista Sonia Thomsen por encargo de la revista Gente (y que el galerista encontró en un mercado de San Telmo).
En el área de la muestra destinada a Aira, además de las únicas tres pinturas realizadas por el autor de El mago, se presentan obras de artistas amigos sobre los que escribió, como Sebastián Gordin, Alfredo Prior y Fabio Kacero. También se exhiben algunos de los dibujos de Nahuel Vecino para el libro Haikus (en la edición de Mansalva) y una pintura de Daniel García, artista a cargo de las tapas de los libros que Aira publicó en la editorial rosarina Beatriz Viterbo. En la “galaxia Aira”, además de que se exhiben ejemplares de su vasta obra, están presentes algunos protagonistas de sus libros, como Alejandra Pizarnik (retratada por Anatole Saderman) y Copi, a través de las pinturas de Roberto Plate de la novela El uruguayo. También se exhiben obras de las dos creadoras de la galería Belleza y Felicidad, Cecilia Pavón y Fernanda Laguna, donde Aira mostró sus pinturas en 2003.
Consultado por LA NACION, Aira confirmó que ya no pintaba. “Esos cuadros, tres nada más, los hice un poco en broma, un poco por participar en el juego de Belleza y Felicidad, donde yo pasaba mucho tiempo -recuerda-. Se los quedó Fernanda [Laguna], y ahora los tiene Garamona. No creo que valgan nada, no hubo ningún compromiso serio de mi parte”. En una de las pinturas, tal vez la más surrealista de las tres, un sol le guiña un ojo a un gallo madrugador que navega en una balsa en medio del oceáno. Correa dice que es una especie de autorretrato cómico del escritor, por el hábito de Aira de levantarse temprano para aprovechar bien el día.
El segmento dedicado a Borges agrupa un tapiz de la “alegre” Norah Borges, monocopias de Juan Batlle Planas -que conoció al escritor- realizadas con un procedimiento automático; fotos y documentos de Luisa Mercedes Levinson (autora junto a Borges de La hermana de Eloísa), el célebre retrato del escritor hecho por Saderman, una pintura de Benguria con Rómulo Macció y su doble, y un ejemplar del relato “El Congreso” publicado en el sello Archibrazo, de Juan Andralis, uno de los artistas “rescatados” en la muestra y del que se exhiben manifiestos (algunos polémicos, como el que dedica a la galerista Ruth Benzacar), libros y objetos. “Era muy amigo de Peralta Ramos y se formó en el taller de Battle Planas -cuenta Correa-. Fascinado por los surrealistas, viaja a París, donde conoce a Breton, que le curó una muestra junto con Leonora Carrington y Max Ernst. Cuando le quisieron comprar una obra, él se negó; dejó de pintar en los años 1960”.
De regreso en la Argentina, Andralis comenzó a trabajar en el Instituto Di Tella con Juan Carlos Distéfano y Rubén Fontana, “que consideraba a Andralis un tipo fuera de serie”, acota Correa. En la década de 1960, él y Mario Pellegrini fundaron la editorial Insurrexit, con la imagen de un dragón como emblema y donde se publicaron Diálogo entre un sacerdote y un moribundo del marqués de Sade, Carta a los poderes de Antonin Artaud y las primeras obras teatrales de Griselda Gambaro, entre otros títulos.
El otro gran protagonista de la primera muestra de Ciclo es Federico Manuel Peralta Ramos. Además de fotografías, documentos, textos y un video donde el artista aparece en el Centro Cultural Recoleta (en sus buenos tiempos), se exponen obras de los integantes del grupo Cruz del Sur, del que formaba parte junto con Pedro Roth, Julián Borobio y Pier Cantamessa, “alma gemela” de Peralta Ramos, y otro de los artistas a descubrir o redescubrir por gran parte del público. “Mi único interlocutor válido es Pier Cantamessa”, decía Peralta Ramos. Algunos títulos de las obras de Cantamessa, de quien se muestran varias pinturas, son tan desconcertantes como inspiradores: Estudio de fantasma de un cosmólogo que sabe todo sobre los neutrinos o Retrato de un fantasma de un estudiante lituano de Eules que siempre creyó haberle enseñado geometría a las hermanas Brontë.
También se exponen dos “calendarios-collage” de Nora Iniesta expuestos en el Recoleta en 1986 (con texto de sala de Peralta Ramos); libros de Lotty Inchauspe, y pinturas de Roth y Borobio. Aunque por la crisis económica hoy sea difícil adquirir obras y pese al Covid (que “mató” los catálogos en papel de las exposiciones), los espectadores no se van con las manos vacías de Ciclo: pueden llevarse textos de artistas y el número 1 de la revista Ciclo, desplegable y con imágenes y textos de María Gainza, Trilce Andralis, Silvia Batlle, Jorge Glusberg, Juana Schindler y Claudio Golonbek.
En la segunda sala de la galería se exponen pinturas de Boto Jordan, creador del restaurante y galería Le Chevalet, fotografías de músicos y una biblioteca con libros sobre rock y cultura. “Es más que nada un puntapié inicial para contar el punk como expresión artística y la idea es que sea un espacio en metamorfosis -dice Correa-. La referencia es el bar ‘que inauguró los años 80′ y que de alguna manera sigue resonando”. En Le Chevalet actuaron Los Violadores, Andrés Calamaro, Gamexane, Diana Nylon y Los Laxantes, entre otros. Además de Peralta Ramos, Renata Schussheim, los intergantes del grupo Caviar, Federico Moura y Daniel Melero concurrían al bar de la calle Ecuador al 1600.
Para agendar
La muestra Fondo y figura: Aira, Borges y Peralta Ramos se puede visitar hasta finales de febrero; por protocolos de salud, debe hacerse con cita previa que se puede solicitar por las redes sociales de la galería: @galeriaciclo en Twitter e Instagram.
Fuente: Daniel Gigena, La Nación